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Sánchez, el lobo que se disfraza de pastor

Pedro Sánchez es el hombre de la doble cara: por un lado dice que piensa en los españoles, por otro sólo piensa en cómo salvarse a sí mismo.

Pedro Sánchez, presidente del gobierno español.
Pedro Sánchez, presidente del gobierno español. | reperfilar

Desde España

Pedro Sánchez dice que es consciente de que no tiene mayoría. Pero lo dice como quien se mira al espejo para convencerse de que todavía tiene el control. La calle ya no lo respeta, y sus aliados lo evitan como si su sola presencia contaminara. Junts no quiere fotos. Esquerra duda también se suma al pedido. Y los que ayer lo sostenían hoy se preguntan si no es momento de soltarse antes de caer con él.

El presidente se niega a llamar a elecciones porque sabe que, si lo hace, se va a casa y además deberá dar cuentas sobre la corrupción dentro del PSOE que lo implica por omisión; se aferra al poder como si fuera el único capaz de evitar que la derecha gobierne. Es el hombre de la doble cara: por un lado dice que piensa en los españoles, por otro sólo piensa en cómo salvarse a sí mismo. Habla de democracia, pero desprecia el veredicto de las urnas. Habla de diálogo, pero cada vez más solo, dialoga consigo mismo.

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A esta crisis de legitimidad política se suma ahora el escándalo de los audios de Koldo García y José Luis Ábalos. Grabaciones que destilan machismo, impunidad y un cinismo que golpea de lleno los valores que Sánchez dice defender. En uno de esos audios, Koldo afirma algo demoledor: “Santos hace lo que le manda Pedro. Punto”. Y no se refiere a cualquier Santos. Habla de Santos Cerdán, hasta hace poco secretario de Organización del PSOE y hombre de máxima confianza del presidente. Según Koldo, Cerdán no tomaba ninguna decisión sin la autorización directa de Sánchez.

Pedro Sánchez, acorralado por los casos de corrupción en su entorno

Es decir: el presidente del Gobierno estaba al tanto o debía estarlo. Porque si su principal operador político, el encargado de cerrar listas, designar candidatos y tejer alianzas, actuaba bajo su mando estricto, entonces el argumento de que Sánchez “no sabía nada” no solo suena débil, suena a burla.

El caso de Leire Díez, la "fontanera" del PSOE, agrava aún más el cuadro: audios comprometedores revelan intentos de manipular a la Guardia Civil para frenar investigaciones. Todo apunta a una estrategia orquestada desde el poder, donde la corrupción ya no es una desviación, sino parte del método.

La senadora Susana Díaz, referente histórica del socialismo andaluz, lo dijo sin eufemismos: “La culpa no es del PSOE. La culpa es tuya, Pedro Sánchez”. Por esa frase fue desde hace años marginada, insultada, aislada, como mucho desidentes dentro del PSOE Pero con el tiempo, su sentencia se volvió una verdad incómoda que muchos dentro del partido ya no pueden seguir negando.

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

El daño también alcanza a territorios como Aragón, donde Pilar Alegría, colocada a dedo por Cerdán, quedó como presidenta del PSOE regional sin respaldo político ni social. El propio presidente aragonés, Jorge Azcón, fue categórico: “Alegría ya no tiene apoyo, y solo está ahí por orden del sanchismo”. La maquinaria de fidelidades construida por Cerdán ahora se desploma

Y en medio de todo, lo más hiriente: la manipulación del discurso feminista. Se usó la bandera del feminismo como maquillaje progresista, mientras mujeres del entorno del PSOE eran instrumentalizadas, expuestas, degradadas y —en algunos casos— implicadas en maniobras sucias. Un uso cínico del ideal de igualdad que hoy genera un profundo rechazo en amplios sectores del electorado femenino.

Tambalea el gobierno español de Pedro Sánchez tras darse a conocer casos de corrupción

Pero si Sánchez sigue resistiendo, no es solo por obstinación. Es porque su permanencia depende de mantener viva la frágil red de pactos que le da oxígeno en el Congreso. El más importante: el acuerdo con Junts per Catalunya, una relación que ya estaba llena de tensiones y que hoy pende de un hilo. La ley de amnistía fue el precio que Sánchez pagó para llegar a La Moncloa. Pero Junts no lo sostiene por simpatía: lo tolera como mal menor. Y tras los audios y el escándalo de la trama Koldo, incluso esa tolerancia comienza a evaporarse.

La gran incognita es si puede seguir gobernando Sánchez sin romper el pacto con Junts Claramente el futuro es incierto. Porque dentro del independentismo catalán se comienza a debatir si sostener un frágil equilibrio para un presidente cercado por la corrupción política y moral.

En ese juego de supervivencia, una sola ruptura, un gesto de distancia, una abstención en el momento justo, podría derrumbar todo el frágil Castillo. de naipes que fue armando Pedro Sánchez para conquistar el apoyo de su gobierno

Sánchez debe dimitir o no. La pregunta de fondo es más cruda: ¿es un hipócrita que lo sabía todo y lo ocultó, o un ingenuo incapaz de controlar su propio entorno? En cualquiera de los dos casos, el resultado es el mismo: España no merece pagar el precio de sostener a quien ya no puede sostenerse solo.

Pedro Sánchez ya no lidera, apenas administra el final de una era que prometía más de lo que cumplió.

LT