Emprendedores: ¿Franco Colapinto puede ser mejor que Juan Manuel Fangio?

La incorporación de tecnología en la Fórmula 1 transformó radicalmente la forma de conducir. Algo similar sucede con la manera en que se gestiona una pequeña y mediana empresa.

Andrés Tejeda (NODO)

La pregunta es incomoda, pero abre un debate necesario. No se trata de comparar talentos, sino de entender cómo cambió el juego. Fangio fue una leyenda en los años 50, cuando el automovilismo dependía casi exclusivamente del piloto. Colapinto, en cambio, es parte de una Fórmula 1 hiperprofesionalizada, donde los resultados dependen de mucho más que la habilidad individual. Y esa diferencia marca el camino que muchas PyMEs todavía no logran ver.


Juan Manuel Fangio era un piloto extraordinario en una época donde la destreza individual era casi todo. Los autos eran inestables, la seguridad mínima y las decisiones se tomaban al tacto. El trabajo en boxes se parecía más a una mecánica improvisada que a una operación milimétrica. Una parada en boxes duraba más de un minuto, mientras que hoy se ejecuta en menos de 2 segundos. Para ello, unas 20 personas entrenadas trabajan organizadas para llevar adelante un proceso cronometrado al milisegundo. Nada queda librado al azar.


Entonces, ¿qué ha mejorado? Si bien la velocidad de los vehículos ha mejorado, no es tan significativa si lo comparamos con otros aspectos de la Fórmula 1. El Mercedes-Benz de Fangio, en 1954, podía alcanzar los 300 km/h mientras que, en la actualidad, los coches alcanzan unos 354 km/h. Una mejora de menos de un 20% en 70 años. La diferencia significativa está en otro lado.


A partir de los años 80, los equipos entendieron que las carreras no se ganaban solo en la pista, sino en la estrategia. Ya en los 90 los equipos comenzaron a invertir en simuladores, en análisis de datos y en planificación, principalmente centradas en las paradas en boxes. Ferrari invertía alrededor de 10 millones de dólares al año en simuladores y análisis estratégico, una cifra elevada para la época, en comparación al resto de los equipos.

El resultado: mientras algunas escuderías reaccionaban, Ferrari podía anticipar y arriesgar con mayor control sobre escenarios cambiantes. No es casualidad que los equipos más ganadores sean los que más planifican.

Ningún empresario pyme, por más talento que tenga, puede competir hoy solo con intuición y coraje. Ya no alcanza con manejar bien el auto.


En 2019 el equipo Red Bull logró registrar el Pit Stop más rápido de la historia, tan solo 1,82 segundos. Un resultado sorprendente. ¿Cómo se llegó a eso? Profesionalizando los equipos, incorporando tecnología, trabajando con procesos muy claros y sumando cada vez más, personal especializado: hoy, hay alrededor de 20 personas dedicadas solo a cambiar neumáticos durante una carrera. A diferencia de las PyMEs, cada uno realiza una tarea específica.


En muchas organizaciones, sobre todo en las más pequeñas, los colaboradores son “multifuncionales”, lo que no solo genera falta de claridad, solapamiento de tareas y errores, sino también dificulta la especialización, la eficiencia y la mejora productiva. Si tu empresa se encuentra en esta situación, es necesario que lo identifiques como algo transitorio. Es sumamente necesario contar con definiciones de puestos de trabajo, para poder crecer.


Las PyMEs argentinas tienen mucho que aprender de esa evolución. Muchas todavía funcionan como si estuvieran en los años 50: el dueño decide todo, se improvisa constantemente, y se vive apagando incendios. Se valora la intuición y el esfuerzo, pero se subestima la planificación, la capacitación y los procesos. Ningún empresario pyme, por más talento que tenga, puede competir hoy con intuición y coraje solamente. Ya no alcanza con manejar bien el auto.

Pionero. El argentino Juan Manuel Fangio fue el primer multicampeón de F1.


La profesionalización no es un lujo: es una condición de supervivencia. En un mundo globalizado, donde las empresas más competitivas usan inteligencia artificial, tableros de control en tiempo real y procesos optimizados, seguir improvisando mantiene tu empresa en un círculo vicioso.


Profesionalizarse implica salir de lo diario, delegar y enfocarse en la estrategia. Para trazar un rumbo, poder anticiparse a los cambios y tomar decisiones basadas en información.
Las PyMEs necesitan dar un paso firme hacia otro modelo: capacitar a su equipo, diseñar procesos claros, establecer métricas e indicadores, construir estrategias que guíen las decisiones. Como en la F1 moderna, el conductor importa, pero gana el equipo que mejor se prepara, que analiza, que aprende y corrige en el menor tiempo posible.

¿Y por dónde empezar?


Describir procesos: como los equipos de F1, cada tarea debe estar documentada para poder mejorarla.
Identificar cuellos de botella: detectar dónde se pierde tiempo o eficiencia.
Monitorear y medir: como la telemetría del auto, contar con datos para tomar decisiones.
Profesionalizar el equipo: capacitar y especializar, no improvisar.
Planificar cada carrera: diseñar estrategias, no correr sin rumbo.
Fomentar el trabajo en equipo: nadie gana solo.
Delegar: el piloto no cambia los neumáticos, cada uno tiene su rol.
Trabajar con indicadores: lo que no se mide, no se mejora.
Iterar y ajustar: cada vuelta enseña algo, hay que estar dispuesto a cambiar para mejorar.
Simular: crear escenarios simulados para anticipar las decisiones.

Hoy el triunfo no solo depende del piloto, sino de equipos entrenados, organizados, que saben cómo avanzar, qué ajustar y qué decisiones tomar para llegar lejos.

Volviendo a la pregunta: ¿Colapinto es mejor que Fangio? Tal vez no. Pero Colapinto compite en otro mundo, con otras reglas. Y si tu PyME quiere seguir compitiendo, también necesita pasar de la intuición a la estrategia. De la improvisación al proceso. De la hazaña individual al trabajo en equipo alineado y profesional.


Porque hoy, el triunfo no solo depende del piloto, sino de equipos entrenados, organizados, que saben precisamente cómo avanzar, qué ajustar y qué decisiones tomar para llegar más lejos.


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