Por primera vez analizaron en Argentina minerales que revelan información inédita de la Patagonia

Durante años este estudio se realizó en el exterior. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Río Negro, de Córdoba y CONICET logró aplicar una técnica de datación geológica con equipamiento nacional.

El mineral llamado monacita presente en rocas metamórficas es conocido por tener la capacidad de determinar la datación de eventos geológicos antiguos. Se trata de un estudio que hace tiempo investigadores y becarios de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el CONICET llevan adelante. En esta oportunidad, harán historia: por primera vez en Argentina se realiza el análisis utilizando equipamiento científico nacional.

La investigación comenzó hace varios años y se centró en esquistos del Complejo Cushamen, cerca de la localidad homónima en la provincia de Chubut. Dentro de estas rocas, los científicos analizaron cristales de monacita, un pequeño mineral acumula elementos radiactivos como uranio, torio y plomo.

“Lo que hicimos fue medir las concentraciones de esos elementos y, a partir del decaimiento radiactivo, calcular las edades. Eso nos permite saber cuándo ocurrieron ciertos eventos que afectaron a la roca, como deformaciones o aumentos de temperatura”, explicó a la geóloga Samanta Serra Varela, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET–UNRN).

Fotografía de la roca estudiada en el campo (cercanía de la localidad de Cushamen, pcia de Chubut) Foto: Gentileza.

Las edades obtenidas en el estudio revelan una historia geológica compleja: los minerales datan tres eventos principales ocurridos hace aproximadamente 354, 333 y 300 millones de años. “Estas edades corresponden a distintos episodios de calentamiento y deformación durante el Paleozoico. Si bien hoy no existe una cadena montañosa en esa zona de la meseta patagónica, estas rocas nos hablan de una cordillera que existió hace cientos de millones de años”, agregó Serra Varela.

Pero el hito principal del trabajo no es solo la información geológica, sino cómo se obtuvo: por primera vez se aplicó en Argentina la técnica CHIME con equipamiento nacional.

Microsonda de electrones, el equipamiento utilizado para medir los minerales. Foto: Gentileza.

La técnica se aplicó en el Laboratorio de Análisis de Materiales por Espectrometría de Rayos X (LAMARX), perteneciente a la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF) de la UNC. El desarrollo fue posible también gracias al trabajo en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET–UNC) y los doctores Sebastián Verdecchia y Fernando Colombo que trabajaron junto a la investigadora.

Serra Varela explicó como es el proceso. “La base fundamental es ir al campo”, dijo. “Vamos a verlas en el terreno, tomamos muestras más o menos del tamaño de un puño y después hacemos cortes muy finos, de 30 micrones de espesor, para poder analizarlos”, relató.

Fotografía de la roca en corte delgado en la microsonda. Foto: Gentileza.

Esos cortes se llevan luego al laboratorio, donde se colocan en una microsonda electrónica. “Primero identificamos dónde están los cristales de monacita y después analizamos esos puntos. El equipo mide las concentraciones de elementos como uranio, torio y plomo”, contó la investigadora.

Esas concentraciones son claves porque permiten calcular cuánto tiempo pasó desde que el mineral se formó, a través del método CHIME, que se basa en el decaimiento radiactivo. “Con esos datos hacemos los cálculos y estimamos las edades”, explicó Serra Varela.

Hasta hace poco, este tipo de análisis solo era posible en el exterior. “El equipamiento ya existía en la Universidad Nacional de Córdoba, pero faltaban estándares y el desarrollo técnico para aplicar esta técnica», contó la investigadora.

«Gracias a los estándares nuevos y el trabajo técnico del laboratorio», hoy pueden hacerse en Argentina. La doctora en Ciencias Naturales con orientación en Geología expresó: «Antes no había tenido la oportunidad porque hacerlo en el exterior requiere financiamiento, convenios de cooperación o viajes que muchas veces no son viables». “Para mí, poder hacerlo ahora en el país es lo mejor, porque también le da valor al equipamiento nacional que tenemos y que ahora ya se puede usar para este tipo de estudios”, finalizó.

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