“¿Todo te cae mal últimamente?” “¿Estás a la defensiva?” “¡No era para tanto!”… Frases así suenan cada vez más comunes. En un mundo híperconectado y emocionalmente reactivo, muchas personas viven al borde del enojo. Pero, ¿por qué hay quienes se sienten ofendidos por todo, mientras que otras apenas se inmutan?

La respuesta no es tan sencilla, pero sí tiene explicación: la susceptibilidad extrema suele estar ligada a la inseguridad, la baja autoestima y, en muchos casos, a heridas de la infancia que nunca sanaron.

“Algunas personas tienen lo que en psicología llamamos alta sensitividad interpersonal: tienden a sentirse evaluadas o rechazadas, incluso sin evidencia real de eso”, explicó la licenciada Catalina Silveyra, psicóloga especializada en psicoterapias integrativas.

Estas personas reaccionan con enojo cuando algo no sale como esperaban. “Suelen interpretar una acción neutra como una crítica, y se colocan a la defensiva. Eso puede dañar seriamente relaciones de pareja, familiares o laborales”, advirtió la profesional.

Según la psiquiatra Graciela Moreschi, estas reacciones también están relacionadas con un pensamiento rígido: “Suelen ser personas muy autoexigentes, que no se permiten errores ni a ellas ni a los demás. Entonces cualquier diferencia de opinión la viven como una ofensa personal”.

Redes sociales: la lupa emocional

Las redes también juegan su papel. “El hecho de ver una historia de Instagram y notar que no te invitaron, o ver una foto de tu ex con otra persona, dispara emociones fuertes como el enojo, la tristeza o la frustración”, detalló Silveyra. La constante comparación también amplifica el malestar: “¿Por qué todos parecen felices menos yo?”, piensan algunos.

¿Se puede salir del “modo ofendido”? Sí, con práctica

El psicólogo estadounidense Charles H. Browning propuso una técnica concreta de tres pasos para desactivar ese “reflejo mental” que nos hace reaccionar con enojo. Esta técnica puede ayudar a salir del bucle emocional que muchas veces arruina el día (o la semana):

Técnica para desactivar el enojo en 3 pasos:

Capturar el pensamiento:
Reconocé lo que estás pensando en el momento en que te sentís mal. Preguntate: ¿Qué me molestó exactamente? ¿Estoy exagerando esto?

Redefinir el pensamiento:
Evaluá si esa idea tiene fundamento real o si es solo una reacción automática. Reformulá: ¿Esto me sirve para algo? ¿Estoy dejando que otro controle mi mente?

Reemplazar el pensamiento:
Elegí otro enfoque. Por ejemplo: “Aunque el otro haya sido grosero, yo elijo no engancharme. Este es un buen momento para practicar la calma”.

“Cuanto más difícil sea ofenderte, menos batallas vas a tener que pelear”, sintetizó Browning.

La clave final:
No se trata de ignorar el enojo, sino de entenderlo y elegir cómo responder. Cambiar ese reflejo mental puede ser el primer paso hacia una vida más liviana, más sana… y menos reactiva.