A poco más de dos años del inicio de su tercer mandato, el gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva está sufriendo un severo desgaste. La imagen del mandatario sigue cayendo, arrastrada por errores internos y la presión de la derecha.
La consultora Genial/Quaest difundió esta semana su última encuesta a nivel nacional donde Lula tiene un 57% de desaprobación y un 40% de aprobación. Se trata de una cifra récord.
Si bien es sólo un punto respecto a marzo pasado (fue 56% y 41% respectivamente, marca una tendencia social. Para los analistas, hay un “cansancio” de la gente.
Lo más significativo es que también está perdiendo apoyo entre sus seguidores, muchos de ellos con ingresos de sólo dos salarios mínimos.
Entre este grupo que suele votar al Partido de los Trabajadores (PT) hay un empate técnico, ya que aprueba su gestión un 50% y otro 49% la desaprueba. Pero si se compara con julio del año pasado, la aprobación alcanzaba el 69%.
Otra encuesta de Genial/Quaest revela, además, que para el 56% de los brasileños este mandato de Lula es peor que los dos anteriores. Y el 44% estima que el gobierno actual es peor que el de Bolsonaro. Hace un año era al revés: el 51% veía a Lula como un mejor presidente que su antecesor.
Las causas. Según los politólogos, hay varios motivos. Una de ellas es que Lula no cumplió con su promesa de mejorar este año la situación económica de los sectores más bajos. La fuerte inflación, que el gobierno no puede frenar, fue determinante en este aspecto.
El real se fue desvalorizando. En diciembre pasado alcanzó mínimos históricos frente al dólar. Si bien desde ese momento se recuperó algo, hay preocupación por su cotización ya que el gobierno no puede frenar el gasto público.
Otro de los puntos que impactó fuerte sobre la imagen del mandatario fue el escándalo de corrupción conocido como “fraude del INSS” (Instituto Nacional de Seguridad Social).
Se trata de un esquema de descuentos indebidos en los montos que perciben seis millones de jubilados, y donde está involucrado el hermano del presidente.
El tema se destapó cuando una mujer del estado de Bahía, noreste de Brasil, denunció deducciones irregulares en su jubilación ante el Ministerio Público Federal. Allí se descubrió que el 97,6% de los beneficiarios del INSS sufrió descuentos no autorizados en sus haberes para pagar cuotas a sindicatos y asociaciones vinculadas al PT.
La estafa es monumental. Un grupo de directivos del INSS desvió cerca de 6.300 millones de reales (1.111 millones de dólares). El tema tuvo mayor repercusión cuando se supo que en el hecho estaba involucrado un sindicato donde Frei Chico, hermano mayor del presidente, ocupa un cargo directivo.
