100 años. El colegio que nació del sueño de una enfermera suiza, en un garage de zona norte, y que creció después de la Segunda Guerra
En 1925 se fundó el Florida Day School, una escuela pensada para los hijos de familias británicas que vivían en la Argentina
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Hace cien años, Juliette Nahrath, una enfermera suiza, llegó a la Argentina con una idea tan sencilla como ambiciosa: fundar una escuela. Fue así, como en el garage de una casa en el barrio de Florida, provincia de Buenos Aires, y con apenas un puñado de alumnos, entre ellos sus propios sobrinos, comenzó a darle forma a su sueño. El proyecto que nació pensado para los hijos de familias británicas, creció muy rápido y se adaptó a los tiempos. Hoy, el Florida Day School es una comunidad educativa con más de mil alumnos.

¿Qué motivó a su fundadora? ¿Qué hizo posible que su legado se mantuviera vivo durante un siglo? María Eugenia Bordo, exalumna, docente y actual directora de Middle y Senior School, cuenta su historia.

Una educadora y enfermera suiza
Cuando María Eugenia recuerda sus años como alumna, lo hace con una sonrisa que deja entrever cuánto significa el lugar para ella. “Volver como docente y ver que el colegio no solo creció, sino que se volvió aún más profesional, es una emoción constante”, dice con orgullo.
-¿Quién fue Juliette Nahrath?
-Fue una educadora suiza formada en Bruselas y ex enfermera de la Cruz Roja durante la Gran Guerra. Llegó a la Argentina en 1924, después de la muerte de su padre. Vino a Buenos Aires para vivir en la casa de su hermana Margueritte, que residía en el barrio de Florida, junto a su esposo, Henry Tanner. La casa estaba ubicada cerca de la estación de tren, en una zona con fuerte presencia de familias británicas. Y allí fue donde comenzó todo.
-¿A qué se dedicaba Herny Tanner?
-Era comerciante de papeles especiales de una compañía inglesa. Cuando viajaba a Bruselas solía hospedarse en la casa de los Nahrath y así conoció a Margueritte. Tras casarse, vivieron un tiempo en Ginebra, donde nació su primera hija, Yvonne. Años más tarde, la empresa le ofreció trasladarse a Buenos Aires y en 1918 nació su segundo hijo, Edwin.
-¿Y cómo nació la idea del colegio?
-El Florida Day School se fundó en marzo de 1925. Al principio, eran alrededor de 33 alumnos. Juliette había vivido de cerca los horrores de la Primera Guerra Mundial y tenía fuerte vocación social. Su sueño, era crear un proyecto educativo duradero, algo trascendiera en el tiempo y que dejara huella en generaciones futuras.

–¿Contó con ayuda para concretarlo?
–Sí. En los inicios se asoció con dos docentes: la señora Falconer y la señorita Renée Shaw. Con el tiempo, Juliette y la familia Tanner quedaron al frente del proyecto. Juliette no tuvo hijos, pero hoy la familia sigue vinculada al colegio: ya van por la cuarta generación. Yo fui alumna y, años después, Ronnie Tanner fue mi jefe…
-¿A qué público estaba dirigido?
-En ese entonces, la comunidad inglesa en Argentina era muy fuerte y pujante. Muchas familias británicas, ligadas a los ferrocarriles y frigoríficos, se habían instalado en la zona norte. El colegio fue muy bien recibido por ellos y creció con rapidez.
-¿Dónde funcionaba originalmente?
-Empezó en el garage de la casa de los Tanner. Entre los primeros alumnos estaban los sobrinos de Juliette y chicos de otras familias británicas, como los Ayling. Después, la necesidad de más espacio llevó a varias mudanzas hasta que se instaló en la casa de la familia Couto, en Urquiza 2151, actual sede de Junior Urquiza. Aunque fue remodelada, aún conserva elementos originales. Allí funcionan Junior 1, 2 y 3. Hoy tenemos cinco sedes, todas en la misma zona.

-Imagino que el nombre tiene que ver con el barrio...
-Así es. Se llama Florida por el barrio. Al principio, era un colegio mixto que incluso albergaba algunos alumnos pupilos. Más tarde, se transformó en un Day School: la enseñanza se impartía en inglés y francés y tanto varones como mujeres practicaban gimnasia y recibían formación en habilidades sociales. Solían realizarse exhibiciones de gimnasia en clubes de la zona, como el CASI.
La directora recuerda cómo el contexto histórico fue clave en la evolución del colegio: “Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes se enlistaron en la Royal Air Force para participar en el conflicto. La convivencia con familias de origen alemán generó tensiones en esos años. Tras la guerra, numerosas familias europeas emigraron a la Argentina y se instalaron en la zona, lo que impulsó un notable crecimiento en la matrícula. El Florida Day School se convirtió en un espacio de acogida para estas nuevas familias, unidas por el valor de una formación académica sólida y una educación integral”.

Escuela bilingüe y de vanguardia
-¿Cómo era el colegio en esos primeros años? ¿Qué lo destacaba?
-Era una escuela bilingüe con enfoque vanguardista. Primero fue solo primaria y en los años 50 se sumó secundaria.
Entre los hitos que marcaron la historia del colegio, la directora destaca: “El Florida Day School fue miembro fundador de ADE (Asociación Deportiva Estudiantil) en 1962, una liga que reúne a colegios bilingües para competir en disciplinas como atletismo, hockey, rugby y vóley, entre otras. En los años 70 comenzaron los intercambios deportivos con colegios de Chile, como Craighouse y Redland. Y en 1993 dimos un paso más allá: iniciamos las giras deportivas internacionales, visitando países como Sudáfrica y el Reino Unido”.

-¿El colegio mantenía tradiciones británicas?
-Sí. Al principio se enseñaba solo en inglés, pero rápidamente empezaron a integrarse al proyecto de educación argentina. Pero, sin dudas, los ingleses aportaron costumbres, tradiciones y valores que aún perduran, como el lema institucional Each for All o el sistema de Houses: York y Lancaster.
-¿Quiénes eran los docentes?
-En un comienzo, fueron los integrantes de estas familias inglesas que vivían en la zona quienes dieron al proyecto un marcado sello cultural europeo. Con el paso del tiempo, muchas exalumnas regresaron al colegio para convertirse en docentes, como Gweny Long Stanley —quien luego sería directora general—, Coco Muñoz, Doris de Seriguete y su hermana Nora, Dorita Keenan y Doris Hunter.

—¿Qué valores definen al colegio?
-El compromiso con la innovación pedagógica, el respeto, la libertad con responsabilidad, el wellbeing (bienestar) y la vocación de servicio. Fomentamos una formación con perspectiva global y una fuerte base en el aprendizaje colaborativo.

-¿El colegio tiene un programa internacional?
-Sí. Desde la Universidad de Cambridge, trabajamos con Cambridge International Education, lo cual permite a los alumnos certificar internacionalmente con exámenes IGCSE y A-Level, según el trayecto.
-¿Tienen programas de impacto social?
–Sí, desde primaria trabajamos con Service Learning. Durante una década colaboramos con la comunidad wichi en Salta, e incluso elaboramos un diccionario wichi español. Actualmente seguimos con proyectos en Lobos y estamos preparando uno en Formosa.

-¿Tienen exalumnos destacados?
-Sí, pero no del tipo mediático... Muchos graduados trabajan en el exterior, en empresas e instituciones reconocidas.
-¿Qué tipo de familias eligen el colegio?
-Profesionales y empresarios, dueños de pymes. También familias multigeneracionales: hay muchos alumnos cuyos abuelos también estudiaron acá.

-¿Cuál fue el momento más difícil que le tocó atravesar en el colegio?
-La pandemia. Aunque estábamos tecnológicamente preparados, el 2021 fue muy duro: el regreso a las aulas con las burbujas... la incertidumbre. También recuerdo la hiperinflación del 88 cuando era alumna: algunos compañeros debieron irse, pero el colegio se sostuvo y luego creció muchísimo.
-Maria Eugenia, ¿qué significa para usted ser parte de esta historia centenaria?
-Un orgullo profundo, tanto profesional como personal. Ser exalumna, volver como docente y llegar a ser directora es un recorrido muy especial. Me emociona ver cómo el colegio logró adaptarse a cada época, pero manteniendo siempre su esencia. Es un lugar donde ser respeta y valora al docente, que apuesta al aprendizaje continuo y al bienestar. Soy muy feliz acá.
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