
En un mundo donde el tiempo parece siempre escaso, la promesa de ponerse en forma en apenas siete minutos suena casi demasiado buena para ser verdad. Las rutinas exprés, como el popular “7-Minute Workout”, han ganado miles de adeptos que aseguran que este método breve pero intenso les cambió la vida. Pero, ¿qué dice la ciencia detrás de esta tendencia?
El origen del furor
Todo comenzó en 2013, cuando un grupo de investigadores del American College of Sports Medicine publicó un estudio que proponía una serie de ejercicios de alta intensidad —saltos, sentadillas, flexiones, abdominales— realizados en intervalos de 30 segundos, con descansos mínimos. La rutina completa duraba apenas siete minutos y podía realizarse en casa, sin equipamiento.
El formato se popularizó rápidamente: aparecieron apps, libros, versiones en YouTube y hasta desafíos en redes sociales. ¿La propuesta? Entrenamientos de cuerpo completo, rápidos, accesibles y supuestamente tan efectivos como una hora en el gimnasio.
¿Sirven o no sirven?
La respuesta es: depende.
“Para una persona sedentaria o que recién empieza, una rutina breve de alta intensidad puede representar un gran cambio. Pero no es una fórmula mágica”, explica la licenciada en nutrición y entrenadora personal Julieta Muñoz. “La clave está en la intensidad: en esos siete minutos tenés que darlo todo. No es un paseo, es un sprint.”
Varios estudios respaldan la efectividad del HIIT (entrenamiento interválico de alta intensidad) para mejorar la capacidad aeróbica, reducir la grasa corporal y aumentar la sensibilidad a la insulina. Pero hay un matiz importante: la mayoría de los resultados positivos provienen de entrenamientos de entre 15 y 30 minutos. Siete minutos pueden ser un buen comienzo, pero no sustituyen un plan completo a largo plazo.
¿Para quién es recomendable?
Principiantes: ideal para romper el sedentarismo, ganar hábito y empezar a mover el cuerpo.
Personas ocupadas: mejor hacer siete minutos al día que nada.
Complemento de entrenamiento: puede usarse como entrada en calor o como “extra” para días sin gimnasio.
Lo bueno, lo malo y lo evitable
Lo bueno: es gratis, rápido, no requiere equipos y puede adaptarse a distintos niveles.
Lo malo: si no se hace con técnica adecuada, puede generar lesiones.
Lo evitable: pensar que es suficiente por sí solo. No reemplaza otros pilares como la fuerza, la movilidad ni, claro, una buena alimentación.