Iván, el joven barilochense, que construyó su camino en la música en Dinamarca
Con 18 años, se estableció solo en Copenhague. Tras un arduo camino, logró ingresar a la Real Academia Danesa de Música de la que hoy egresa.
Con apenas 6 años, Iván concurría a conciertos de música clásica junto a su madre. Un día le confió que quería tocar el violín. La respuesta de sus padres en ese entonces fue vaga, como para salir del paso. Pero al tiempo, el pedido cobró más fuerza. El pequeño insistió sentado en el piso de la cocina en señal de protesta y la pareja accedió a regalarle el instrumento para su cumpleaños. No tardó en arrancó las clases en la Orquesta Cofradía.
Al cumplir 18 años, al término del colegio secundario, Iván Sánchez Bengtsson decidió radicarse en Dinamarca. Hoy, seis años después, egresó del Conservatorio de Música de Copenhague.
«En principio, decidí venir a Dinamarca para mantener la ciudadanía danesa que heredé por parte de mi familia materna. La ley establece que uno debe vivir un tiempo en Dinamarca antes de los 22 para experimentar la cultura y así mantener la ciudadanía. Vine para conservarla», cuenta Iván, de 24 años.
Concurrió a la escuela rionegrina 123, al oeste de Bariloche, e integró la Orquesta Juvenil. «Arranqué con violín, pero a los 12 años, mi profesor Mariano Videla me propuso cambiarme a la viola. Es un instrumento que no tiene tanta competencia como el violín y faltaban violas en la Fundación», señala. Decidió asumir el desafío y de inmediato, supo que le atraía ese camino.

«Hay mucha gente que toca el violín y el cello. Estas escuelas son más antiguas. La viola fue, durante muchos años, a dónde terminaban los violinistas malos. Es un instrumento más humilde. Más imperfecto que no resuena tanto como un violín. Cuesta sacarle un buen sonido. El desafío es otro, pero está tan subestimado que, muchas veces, digo que toco el violín para no tener que explicar qué es una viola», menciona risueño.
Un arduo camino hacia el conservatorio
Apenas llegó a Dinamarca, tuvo que aprender el idioma y consiguió trabajo en un hotel que cerró sus puertas durante la pandemia. Desde entonces, trabajó en negocios donde elaboraban comidas, bares y su último empleo es en un comercio de venta de ropa. A la vez, ingresó a una escuela municipal de música a fin de prepararse para el examen de admisión en el conservatorio.
«Sabía que estaba medio verde para entrar al conservatorio. Si bien la cuna de la música clásica es Italia, Francia, Alemania, hay un muy buen nivel en los países escandinavos”, advierte y subraya que abundan los recursos: “El edificio del conservatorio es la antigua casa de Radio Nacional, tiene estudios de grabación y salas de concierto con muchos sectores insonorizados”.

Finalmente, en 2022, Iván logró ingresar a la Real Academia Danesa de Música en Copenhague, de la cual el rey Federico X de Dinamarca es promotor. Una vez por mes participaba en un proyecto orquestal, tomó infinidad de clases como historia musical, teoría musical, clases individuales de instrumentos y música de cámara.
“El conservatorio es auspiciado por la familia real. El ingreso no es tan fácil: hay que pasar por varias pruebas -incluso una de piano y teoría musical- y tocar un repertorio de 15 minutos”, señala el joven que acaba de acceder a su título de “Estudios orquestales y de interpretación de la viola”.
“Si bien los músicos no necesitamos habilitación pedagógica para enseñar, es una de las mayores formas de sustentación”, comenta.
Tras este logro y después de 6 años viviendo en Copenhague, Iván ya tiene pensado su próximo paso: se tomará un año para viajar y conocer nuevos profesores. Mientras tanto, analizará si avanza con un máster o no.

Reconoce que irse del país no le resultó nada sencillo porque uno “oscila constantemente entre el amor y el odio por ambos lados: hay días en que se extraña, días en que no soporto Dinamarca y otros en los que agradezco estar acá”.
De todos modos, no cree en un regreso próximo a Argentina: “La situación en general y en particular de la cultura es complicada. Mi mejor amiga estudia violín en Buenos Aires y me cuenta que todo está absolutamente desfinanciado. Un músico debe tener tres laburos”.
¿A dónde se imagina continuar su carrera? Berlín, en Alemania, asegura, es la primera opción porque tiene un nivel de excelencia, al igual que Lion, en Francia. “Tienen una movida muy interesante de música barroca y renacentista. El mundo barroco es sumamente interesante, es como una línea más científica”, evalúa.
Su formación en una orquesta de Bariloche
La actividad de la Fundación Cofradía inició en 1995, cuando Kyôko Kurokawa y Diego Díaz crearon la Orquesta de Cámara Juvenil con la idea de promover la enseñanza de la música clásica en Bariloche. Desde ese momento, muchísimos niños y jóvenes se han formado en violín, viola, violoncello y contrabajo.
Iván destaca especialmente el período que lo involucra, a partir de 2010, con la formación “de muchísimos músicos jóvenes”. “Mariano (Videla) tomó la posta de Kyôko y Diego y llevó el proyecto a un ámbito más municipal, más público. Formó generaciones de músicos en Bariloche. Por eso, da mucha tristeza ver que programas como el Bicentenario, que funcionaban y acercaban a los chicos a la música clásica, estén desfinanciados”, dice.
El muchacho sonríe al pensar en sus raíces, con dos padres científicos: “Mi hermano que estudió cine y yo fuimos por carreras artísticas. Es gracioso porque, de hecho, fuimos a un secundario con una orientación científica tecnológica”.

El joven sabe que logró su objetivo como así también también que el camino recién comienza. “Tengo en claro que quiero aprender a disfrutar del proceso. Porque esto de aprender un instrumento es algo que no termina nunca. Es una carrera difícil con mucha competencia”, considera. Y va más allá: “Uno, como artista, quiere esforzarse en sobresalir individualmente, pero la música clásica se consigue en grupo. Es es lo que me enamoró. Es un trabajo muy social”.
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