La relación entre Elon Musk, el hombre más rico del mundo, y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, pasó de ser una alianza estratégica a una fractura pública con implicaciones políticas significativas.
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SUSCRIBITEDerrotado en la interna republicana, Elon Musk, el ministro de la motosierra de Donald Trump abandonó el gobierno de Estados Unidos.
La relación entre Elon Musk, el hombre más rico del mundo, y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, pasó de ser una alianza estratégica a una fractura pública con implicaciones políticas significativas.
Musk, quien apoyó la campaña de Trump en 2024 con millones de dólares y la plataforma X, renunció a su rol en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), con abiertos cuestionamientos a la reforma fiscal impulsada por el presidente.
En 2024, Musk emergió como un aliado clave de Trump, invirtiendo millones en su campaña y utilizando X para amplificar mensajes republicanos.
Según The New York Times, Musk apoyó a Trump a cambio de un rol influyente en el gobierno como era liderar el DOGE, una entidad creada para recortar gastos y regulaciones federales. Lo que en la simbología de Javier Milei era la motosierra.
La amistad política de Trump y Musk, sin embargo, generó preocupaciones por conflictos de intereses, ya que las empresas de Musk (Tesla, SpaceX, X) se beneficiaban de la desregulación promovida por el DOGE.
Durante la transición presidencial, Musk apareció junto a Trump en la Casa Blanca, explicando su misión de reformar el gobierno.
La ruptura se hizo evidente en abril de 2025, cuando Trump confirmó que Musk dejaría el DOGE en “unos meses”.
La Casa Blanca informó a su círculo cercano que Musk abandonaría el cargo tras cumplir objetivos como reducir el déficit en un billón de dólares.
Sin embargo, la salida se aceleró por desacuerdos públicos: Musk criticó duramente el proyecto fiscal republicano aprobado en la Cámara de Representantes, argumentando que aumentaba el déficit y contradecía los objetivos de austeridad del DOGE.
En una entrevista con CBS, Musk expresó: “Estuve decepcionado de ver el proyecto de ley de gasto masivo, que aumenta el déficit presupuestario, socavando el trabajo del equipo DOGE”.
Varios factores explican la ruptura.
Primero, los intereses comerciales de Musk chocaron con las políticas de Trump. La política arancelaria de Trump afectó a Tesla, cuyas ventas cayeron, atribuidas parcialmente a la asociación de Musk con el gobierno.
Musk abogó por un “mercado con aranceles cero” en contraste con el proteccionismo de Trump.
Segundo, Musk enfrentó limitaciones en el DOGE, donde los legisladores bloquearon recortes propuestos, frustrando sus objetivos de austeridad.
Tercero, el economista Robert Reich calificó la influencia de Musk como parte de un “golpe oligárquico” que beneficiaba a las corporaciones a expensas de la seguridad y los derechos laborales, generando críticas que dañaron su imagen.
El alejamiento de Musk debilita la agenda de Trump en varios frentes. El DOGE, su proyecto estrella, pierde credibilidad sin su figura principal, y los recortes propuestos, como el despido de miles de funcionarios y la eliminación de USAID (la agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional) enfrentan resistencia del Partido Demócrata, que se fortalece ante la percepción de desorden interno.
La salida de Musk también afecta la narrativa republicana de eficiencia gubernamental, ya que sus críticas al proyecto fiscal exponen divisiones en la base de Trump.
Además, la influencia de Musk en temas como la inteligencia artificial y las criptomonedas, donde abogaba por desregulación, queda en suspenso, lo cual genera incertidumbre en sectores tecnológicos.
La renuncia de Musk impacta a sus empresas y al mercado. Tesla, afectada por una caída en ventas, podría beneficiarse si Musk se enfoca en sus negocios, como él mismo anunció: “Volveré a pasar 24/7 en Tesla, SpaceX y X”.
Sin embargo, la desregulación impulsada por Musk y Trump, como la inhabilitación de la Junta Nacional de Relaciones Laborales, ha generado protestas en EE.UU. y Europa por su impacto en los derechos laborales.
Además, la salida de Musk podría frenar la agenda de recortes fiscales que beneficiaba a los más ricos, aunque el proyecto fiscal criticado por Musk sigue avanzando, aumentando el déficit.
En conclusión, el distanciamiento entre Musk y Trump marca el fin de una alianza que prometía transformar el gobierno estadounidense, pero que chocó con intereses divergentes y tensiones políticas. La renuncia de Musk al DOGE y sus críticas a la política fiscal debilitan la cohesión republicana y generan incertidumbre sobre el futuro de la desregulación y el gasto público.
Mientras Musk retorna a sus empresas, Trump enfrenta el desafío de sostener su agenda sin uno de sus aliados más poderosos, en un contexto de crecientes protestas y división interna. El “idilio” que alguna vez unió al magnate y al presidente, como lo describió Ethic, parece haber llegado a su fin.