El juicio contra el cirujano Joël Le Scouarnec, uno de los mayores depredadores sexuales de la historia reciente de Francia, entró en su fase final. El caso dejó al país entero en estado de shock, revelando una trama de abuso y violación que abarca dos décadas e involucra a casi 300 víctimas de agresión sexual, en su mayoría niños y adolescentes.
Le Scouarnec, un cirujano de 74 años de la región francesa de Vannes, admitió haber agredido sexualmente a 299 pacientes. La mayoría de ellos fueron menores de 15 años, entre 1989 y 2014, en diversos hospitales del oeste de Francia. "No pido clemencia (...) sino el derecho a ser una mejor persona", declaró Le Scouarnec en su alegato final, en medio de abucheos de los familiares de las víctimas, este lunes 26 de mayo.
A lo largo del juicio, cuyo veredicto se conocerá el miércoles 28 de mayo, testigos dieron cuenta de las atrocidades cometidas por el excirujano ocurridas en circunstancias aberrantes. Tanto durante las operaciones como cuando los pacientes estaban bajo anestesia o al despertar de los procedimientos. De las víctimas, 256 eran niños, lo que elevó el caso a uno de los más graves de pederastia en la historia del país.
"El diablo de bata blanca": alegatos finales del juicio al cirujano francés
Le Scouarnec está imputado por 111 casos de violación y 189 de agresión sexual. El juicio, que duró varios meses y dio cuenta del nivel de los crímenes, concluyó con la declaración final del acusado, quien sorprendió al afirmar que no pedía "clemencia" al tribunal, sino una oportunidad de mejorar como ser humano. "Simplemente, concédame el derecho a ser una mejor persona", pidió el excirujano al tribunal.
Estas palabras fueron un intento de mostrar arrepentimiento, sin embargo, la sinceridad de sus disculpas fue puesta en duda por muchos, incluidos los abogados de las víctimas. A lo largo del juicio, Le Scouarnec repitió su arrepentimiento de manera casi monótona, lo que generó escepticismo sobre la autenticidad de sus sentimientos.

A pesar de sus intentos de pedir perdón, la fiscalía solicitó la pena máxima de 20 años de prisión, y exigió que, tras su liberación, sea retenido en un centro de tratamiento y supervisión, dado el peligro que representa para la sociedad.
Por su parte, el fiscal Stéphane Kellenberger fue tajante al calificar a Le Scouarnec como "el diablo", señalando que, en muchos casos, vestía una "bata blanca" mientras cometía sus actos de abuso. Esta descripción, que capturó la atención de los medios y la opinión pública, fue un intento de mostrar el carácter despiadado del acusado pero también la traición de sus víctimas, quienes confiaban en él como profesional de la salud.
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Los antecedentes de Le Scouarnec
El proceso contra Le Scouarnec fue particularmente largo y desgarrador, no solo por la naturaleza de los crímenes, sino por la revelación de las múltiples fallas del sistema judicial y médico que permitieron que el exprofesional de la salud siguiera operando durante años, a pesar de sus antecedentes.
En 2005, el cirujano ya había sido condenado por posesión de imágenes de abuso infantil, pero siguió trabajando hasta su jubilación en 2017. Este detalle ha generado indignación en muchos de los que participaron en el juicio, que consideran que la justicia tardó demasiado en actuar.
Además, el caso develó una serie de omisiones por parte de las autoridades que, según las víctimas y sus abogados, contribuyeron a que Le Scouarnec pudiera seguir cometiendo sus crímenes. "Es una vergüenza que este hombre haya podido seguir trabajando en hospitales después de su condena anterior", expresó una de las abogadas de las víctimas.
Por otro lado, la defensa del cirujano, encabezada por su abogado Maxime Tessier, fue un factor controvertido en el juicio. Tessier subrayó que su cliente ha mostrado un "arrepentimiento sincero" y que se presentó durante todo el proceso "de manera respetuosa" con la justicia. Sin embargo, muchos cuestionan la autenticidad de esta actitud, señalando que las disculpas de Le Scouarnec se han repetido de manera casi automática.
El abogado defensor también argumentó que Le Scouarnec nunca culpó a otras personas por sus actos y que asumió plena responsabilidad por sus crímenes. A pesar de esto, las víctimas y sus abogados fueron contundentes al cierre de los alegatos: la gravedad de los hechos es tal que la pena solicitada debería ser la más severa posible.
Protestas contra el sistema judicial
El juicio al excirujano pedófilo abrió un intenso debate en Francia. A lo largo del proceso, hubo manifestaciones en apoyo a las víctimas, y muchas de estas fueron de gran intensidad. Un grupo de manifestantes, que se agruparon frente al tribunal en Vannes el 19 de mayo, llevaron carteles con mensajes contundentes como "¿A eso le llaman sanación? Fue una violación".
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Las protestas, en tanto, reflejaron el profundo malestar social y la frustración social por el hecho de que, aunque el caso de Le Scouarnec es uno de los más impactantes, sigue siendo solo una gota en un mar de problemas estructurales dentro del sistema judicial y médico del país galo.
Manon Lemoine, una de las víctimas que fue abusada cuando tenía 11 años, expresó en una entrevista con los medios que si Le Scouarnec no recibe una pena que incluya supervisión incluso después de su liberación, sería una "vergüenza". Lemoine insistió en que el cirujano sigue siendo un peligro y que la sociedad no puede permitirse el lujo de ignorar el riesgo que representa.
El juicio de Le Scouarnec no solo ha puesto en evidencia la monstruosidad del acusado, sino también las fallas del sistema que permitió que alguien con antecedentes de abusos siguiera operando en hospitales durante años. Mientras se espera el veredicto, las víctimas y sus familias han solicitado una "comisión interministerial" que ayude a aprender lecciones de este caso para evitar que tragedias similares se repitan.
"Este monstruo fue creado por la sociedad", afirmó Lemoine, "y si no aprendemos de este caso, seguiremos permitiendo que otros Le Scouarnec sigan existiendo". En medio de este juicio, la sociedad francesa se enfrenta a un dilema moral y ético sobre su responsabilidad colectiva y la necesidad de una verdadera reforma en el sistema judicial y médico para proteger a las futuras generaciones.
cd / Gi