
Cada año, miles de personas se inscriben en un gimnasio con la esperanza de mejorar su salud, bajar de peso o simplemente sentirse mejor consigo mismas. Pero la motivación inicial muchas veces se encuentra con obstáculos que no tienen que ver con la fuerza de voluntad, sino con errores típicos de los principiantes. Falta de planificación, exceso de entusiasmo o simplemente desinformación pueden convertir una buena intención en una experiencia frustrante. Acá, una guía con los fallos más comunes al iniciar en el gimnasio —y cómo evitarlos sin rendirse en el intento.
1. Querer resultados inmediatos
Es uno de los errores más universales. Muchos llegan al gimnasio esperando ver cambios visibles en pocas semanas. La realidad es que el progreso físico es un proceso lento y constante. “Los primeros resultados se notan más en cómo uno se siente que en cómo se ve”, explica Florencia Ramos, entrenadora personal. La clave está en la paciencia: los cambios reales ocurren con la continuidad.
2. Hacer todo el mismo día
Empiezan con una rutina intensa, prueban todas las máquinas, hacen cardio y pesas... todo junto. El cuerpo necesita adaptarse. El sobreentrenamiento puede causar lesiones, fatiga y frustración. “Lo mejor es empezar con una rutina básica, diseñada por un profesional, e ir ajustándola cada dos o tres semanas”, sugiere Ramos.
3. Ignorar el calentamiento y el estiramiento
Muchos lo ven como una pérdida de tiempo, pero el calentamiento previo y el estiramiento posterior son esenciales para preparar al cuerpo y prevenir lesiones. Dedicarle cinco minutos antes y después de cada sesión puede marcar una gran diferencia.
4. Copiar rutinas de internet (sin supervisión)
YouTube y TikTok están llenos de rutinas “milagrosas” que prometen abdominales en una semana o glúteos firmes en 15 días. Pero lo que funciona para una persona no necesariamente es adecuado para otra. “Las rutinas deben adaptarse a cada cuerpo, historia clínica y objetivo”, remarca Ramos.
5. Descuidar la técnica
El ego juega malas pasadas: levantar más peso del que corresponde o hacer mal un movimiento por apurarse no solo reduce la efectividad del ejercicio, sino que puede derivar en lesiones serias. Es preferible levantar menos peso pero con una técnica correcta.
6. No prestar atención a la alimentación
El entrenamiento es apenas una parte del cambio. Una alimentación adecuada y equilibrada es fundamental para que el cuerpo responda. Saltarse comidas, eliminar grupos enteros de alimentos o seguir dietas de moda sin asesoramiento profesional son caminos inseguros.
7. Compararse con los demás
Nada desmotiva más que mirar al de al lado y pensar que uno “nunca va a llegar a eso”. Cada cuerpo tiene su propio ritmo. Lo ideal es establecer objetivos personales y celebrar cada pequeño logro propio.
8. No descansar lo suficiente
El descanso también es entrenamiento. Dormir bien y respetar los días de recuperación muscular son fundamentales para mejorar el rendimiento y evitar el agotamiento físico y mental.
Empezar en el gimnasio es un acto de valentía. Significa elegir moverse, salir del sedentarismo, desafiar la incomodidad inicial. Pero hacerlo bien es igual de importante. Informarse, buscar ayuda profesional y ser amables con el propio proceso puede ser la diferencia entre abandonar en el mes uno o convertirlo en un hábito duradero.