OPINIóN
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El rey del desierto

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Lectura. El voto bronca faltó a la cita del domingo en CABA. | NA

En otro lugar y allá por marzo de 2024, caractericé a Milei como un “rey desnudo”. El dueño absoluto del escenario político está hoy mucho más desnudo que antes: si ayer se sospechaba que había llegado sin ningún plan y que había comprado uno de ocasión, hoy se nota que solo hay un rumbo general, al cual las cosas se van acomodando como se puede. “Todo marcha de acuerdo al plan” es la frazada con la que se encubre el frío intelectual e ideológico que asoma detrás de cada contradicción. Si no hubiera sido por el amigo americano que lo rescató, hoy estaríamos hablando de otra cosa. Milei fracasó. ¿Cómo es entonces que reina sin restricciones?

Las elecciones recientes en CABA son un ejemplo de esa fortuna que lo acompaña y le permite ese ejercicio de inventada coherencia retrospectiva. Por un lado, ganaron Milei y el PRO y perdieron Macri y LLA. Lo que hacía interesante la experiencia libertaria era la épica que le había permitido encumbrarse con el voto de las villas y barrios pobres de CABA y conurbano. Esa cuota de poder electoral sustraído al peronismo era el plus que Milei le agregaba a JxC. Bullrich y Larreta se probaban anticipadamente la banda presidencial mientras la motosierra ascendía con la marea de la bronca urbi et orbi. El que Adorni triunfara con los votos de la zona norte, es decir, del PRO, y perdiera contra el peronismo en la zona sur, demuestra que la elección se ganó con las bases del partido hasta ayer dirigido por Macri y que, aquello que LLA había aportado a la derecha a costa de Cristina y los suyos, se perdió. La victoria señaló que el jefe de ese aparato ya no era “Mauricio”, sino “Javier”. Que esto es así lo demuestra el concurso de salto de garrocha que se desarrolla desde el domingo a la noche, mediante el cual dirigentes de todo nivel de la antigua coalición buscan desesperadamente vestir de violeta. Ganó el PRO, perdió LLA; ganó Milei, perdió Macri. La derecha tiene nuevo jefe.

El que Milei haya podido fagocitarse a sus dos mentores, Sergio Massa y Mauricio Macri, no se explica solo por sus errores y una peculiar situación política. Tiene que ver también con esa épica hoy perdida y con que enfrente no tiene a nadie. El peronismo está destruido y ni la buena-mala elección de Santoro le permitió insuflar algo de vida al moribundo. Un pasado inmediato que lo condena, la disputa Axel-Cristina, la ausencia de Massa, el oportunismo ilimitado de gobernadores e intendentes, dan cuenta de la crisis. ¿La izquierda? No sabe, no contesta, no existe. Milei, el hombre sin aparato, es el dueño del único aparato político en pie. Lo que la elección de CABA agrega, además, es la confirmación de un ausentismo sin precedentes y mayor donde supo ponerse en pie la épica libertaria. Dicho de otro modo: la bronca faltó a la cita. Una situación que, detrás de la apariencia de un poder incontestable, se sostiene sobre bases extremadamente débiles: dólar planchado e inflación relativamente baja. Alfileres. Con eso le alcanza, porque el otro vacío que se hizo visible en las elecciones fue el vacío programático: ninguno de los “opositores” tiene ninguna idea o, si la tiene, no es demasiado distinta de las que encarna el presidente. Vacío de aparatos, vacío de gente, vacío de ideas. El rey de un desierto.

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Esta situación es la mejor para cualquiera que tenga una idea y un poco de audacia: tiene un universo por conquistar a la izquierda del orbe libertario. De eso se trata: de una izquierda real, que deje de mirar el pasado, que deje de discutir procesos y treintamiles, géneros y cupos, subsidios y protecciones, e imagine una Argentina económicamente viable, industrial, exportadora, tecnológica y capaz de ganar la batalla en el mercado mundial. Es la hora de la imaginación al poder. ¿Hay combustible? Esa bronca que una vez hizo avanzar “la libertad” y ahora, seguro, comienza a sentirse decepcionada y empezará, en breve, a buscar otro horizonte.

* Dr. en Historia. Investigador del Ceics.