Brain rot: decadencia mental en la revolución de la IA
El término en inglés resurgió para describir el deterioro de capacidades cognitivas por el abuso de tecnologías digitales.
En plena Revolución Industrial y ante la devastadora Gran Hambruna Irlandesa por la plaga de la papa que también afectaba a Inglaterra con una gran crisis agrícola y social, el filósofo estadounidense Henry David Thoreau lanzó una advertencia: mientras el mundo buscaba curar la potato rot “podredumbre de la papa”, nadie parecía preocuparse por la brain rot “la podredumbre del cerebro”.
Utilizó la expresión en su libro Walden, en 1854, allí critica la vida superficial, mecanizada y conformista de la sociedad de su tiempo, la dependencia de tecnologías y medios que atrofiaban la mente en una sociedad sin reflexión, absorbida por el trabajo mecánico, el materialismo y la obediencia ciega. Generó un paralelismo crítico: más peligrosa aún que una plaga vegetal es la decadencia intelectual causada por una vida sin reflexión, ni sentido.
Hoy, 170 años después, esa frase se vuelve inquietantemente actual. La editorial Oxford University Press eligió “brain rot” como palabra del año 2024, en medio de otra revolución: la de la inteligencia artificial. El término resurgió para describir el deterioro de nuestras capacidades mentales -atención, creatividad, memoria y pensamiento crítico- provocado por el consumo excesivo de contenido trivial, repetitivo y automatizado en plataformas digitales.
¿Qué es brain rot? Es una expresión coloquial que se refiere al deterioro mental progresivo causado por la sobreexposición a estímulos digitales vacíos: desde videos absurdos hasta la dependencia de IA para tomar decisiones. Aunque no es un diagnóstico médico, engloba síntomas muy reales: niebla mental, ansiedad, pérdida de creatividad y desconexión emocional. Oxford lo define como “la degradación de las facultades intelectuales producto del consumo prolongado de actividades cognitivamente pasivas”.
Hoy, el “progreso” no pasa por el ferrocarril o el telégrafo, sino por el scroll infinito, los videos virales y los algoritmos que moldean nuestras decisiones. El resultado es el mismo: una cultura que reemplaza la pausa por la productividad, el pensamiento por la automatización, y la introspección por estímulos incesantes.
Brain rot en infancias y adolescentes, los más vulnerables. Investigaciones revelan que los niños expuestos a contenido mediado por IA presentan menor inteligencia emocional, déficit de atención y dificultades para resolver problemas. Memes italianos brain rot como Tralalero Tralala, Bombardiro Crocodilo, “Frigo Camelo”,“Ballerina Cappuccina”, “Chimpanzini Bananini” o “Tung Tung Tung Sahur”, son ejemplos virales de contenido generado por IA: surrealista, sin sentido, adictivo. Encandilan con absurdo pero deseducan con superficialidad. La exposición constante a decisiones automatizadas y contenidos diseñados algorítmicamente puede interferir con procesos fundamentales como la concentración, la memoria activa y el pensamiento crítico.
Brain rot en adultos, se manifiesta como fatiga mental crónica, disminución de la productividad, dificultad para sostener una conversación o leer textos largos. En el ámbito laboral, puede frenar el crecimiento profesional, generar malas decisiones y contribuir al burnout. No se trata solo de sentirse cansado/a, es el deterioro progresivo de la concentración, la creatividad y la capacidad de adaptación, provocado por hábitos como el exceso de pantalla, el mal descanso y la falta de estimulación mental.
El brain rot es tan potente en el imaginario colectivo que empresas globales como Samsung lo utilizan en sus campañas publicitarias. En 2024, la marca lo incorporó visualmente en el lanzamiento de su Galaxy Z Flip, aludiendo con humor a los efectos del exceso de pantalla, como parte de una estética saturada y absurda que interpela directamente a las generaciones más jóvenes, se puede observar un video viral en TikTok, en que Samsungino Ultracino salvó el día del planeta y a Ballerina Cappuccina. Incluso una aerolínea europea , Ryanair, llegó a diseñar una aeronave customizada con personajes del universo brain rot, buscando capitalizar su viralidad como símbolo de identidad cultural.

Propiocepción e interocepción: sentidos que transforman el bienestar humano… y la IA
No se trata de anécdotas aisladas: es la expresión de hasta qué punto estos conceptos logran infiltrarse en la mente, al punto de ser elegidos por marcas líderes para representar el presente. ¿Qué dice eso de nuestra relación con la tecnología? ¿Y qué impacto tiene cuando lo que antes nos preocupaba como posible patología, hoy se convierte en estrategia de marketing?
¿Quiénes son los culpables? Los algoritmos y nosotros. La inteligencia artificial no solo “ayuda”, también dirige. Algoritmos entrenados para maximizar la atención nos empujan a consumir contenido adictivo, repetitivo, polarizante. Nos informan, pero también nos distraen, nos fragmentan, nos moldean. En palabras simples: la IA no nos está reemplazando, en parte nos está reprogramando.
¿Cómo prevenir la “podredumbre mental”? A nivel individual: establecer límites diarios de pantalla, hacer detox digitales intencionales, revalorizar el ocio analógico, la lectura y el arte, fortalecer los vínculos cara a cara, dormir bien, moverse más, comer mejor, desarrollar pensamiento crítico y alfabetización mediática, elegir calidad sobre cantidad de contenido. Con pequeños cambios intencionales, renovar tu mente, mejorar tu desempeño y recuperar la motivación. Cambios simples como paseos, meditación, rompecabezas, conversaciones profundas y tiempo sin pantallas pueden revertir este deterioro. Ahora bien, a nivel institucional, podría mejorarse esta condición, con reformas en la educación para incluir pensamiento crítico e independencia frente a la IA, promover legislación que limite la injerencia algorítmica en decisiones sociales, exigir responsabilidad a las empresas tecnológicas para que sus herramientas promuevan hábitos digitales saludables.
El brain rot no es solo una moda ni una exageración. Es el nombre de un fenómeno que ya experimentamos en el aula, en la oficina, en casa , en nuestros propios cuerpos y mente. La sobreestimulación digital, el contenido vacío y la automatización de nuestras decisiones están afectando nuestra forma de pensar, sentir y relacionarnos. Como advirtió Thoreau en pleno siglo XIX, “quizás alguien debería intentar curar la podredumbre del cerebro”. Hoy esa advertencia resuena más fuerte que nunca: es hora de defender lo vital por sobre lo viral.
(*) Directora del Instituto de Derecho e IA del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén.
En plena Revolución Industrial y ante la devastadora Gran Hambruna Irlandesa por la plaga de la papa que también afectaba a Inglaterra con una gran crisis agrícola y social, el filósofo estadounidense Henry David Thoreau lanzó una advertencia: mientras el mundo buscaba curar la potato rot “podredumbre de la papa”, nadie parecía preocuparse por la brain rot “la podredumbre del cerebro”.
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