
Con sus tejas portuguesas y postigos verde agua, esta casa es un pasaje hacia fines de semana de pasto recién cortado y siestas tras largas sobremesas.
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Entrar ya es parte de la arquitectura”, dice el arquitecto Jorge Mazzinghi, alma pater de este proyecto al que se accede a través de un túnel de sombra perfumado por salvias y lavandas. Bien asentada, la casa se vislumbra a través del verde como si siempre hubiera estado aquí, pero no.

Quedan las ideas
El proyecto se inició con un loteo del que los actuales dueños seleccionaron esta fracción por sus buenos árboles y un precario galpón para guardar tractores.

¿Qué se pudo preservar de aquello? Muy poco, según el arquitecto. “Tomamos la construcción preexistente como idea; nos gustó la implantación al fondo del terreno con orientación Noreste, rodeada de frutales".

La vivienda actual se configuró, entonces, con un concepto simple pero cargado de sentido: diseño y materiales imperecederos en armonía con el entorno y con la idea de un refugio capaz de evocar la fantasía de detener el tiempo, al menos por un fin de semana.
Como antes
“Como arquitecto, me gusta ir al otro extremo y experimentar una propuesta distinta, como una casa a la que parece que ya le pasó el tiempo”, comparte Jorge Mazzinghi sobre este proyecto de carácter rústico inspirado en las casonas de provincia.

El acceso principal se da a través de esta cocina con pocos muebles y sol de mañana que contiene también el comedor.


Aprovechando la orientación de la cocina, se generó una expansión con contrapiso de ladrillos cuadrados encargados especialmente a medida.

Un quincho fuera de lo común
En vez de una galería tradicional, se optó por varios lugares para estar afuera según el plan y una pérgola bien retirada que se abre o se cierra de acuerdo al clima.

A 20 metros de la casa y recostado sobre la pileta, el quincho con cerramiento de vidrio repartido tiene un deck de pino tratado que conecta este espacio con el solárium, por un lado, y la parrilla, por el otro.

En la parrilla, como ya se vio en la cocina, un cartel rutero convoca miles de imágenes y sensaciones argentinas con su simple presencia.

¿Vamos al living?
Pensada como un respiro de los paisajes y el confort citadinos, la arquitectura de esta casa conecta con un sentido de aventura y la magia de las viejas casas-quinta. “Buscamos que los espacios fueran relajados, por eso recurrimos a materiales que no requieren mucho mantenimiento y pueden atravesar con nobleza el paso de los años”, nos dice el arquitecto.



“La sombra de los árboles, el canto de los pájaros y las abejas en las flores no solo son parte del paisaje: tienen un rol protagónico en este proyecto”, dice Mazzinghi.
Cuartos de chicos
En los cuartos de los hijos, se aprovechó la altura de 4,5m para hacer entrepisos donde sumar camas para cuando vienen amigos.



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