
Con el inicio de la zafra azucarera los productores cañeros de Tucumán deben tener presente que las pérdidas de cosecha deben ser minimizadas al máximo,. Para ello, deben ser eficientes en un proceso tan importante como es la cosecha de caña de azúcar.
La pérdidas de cosecha en caña de azúcar alude a aquellos tallos molibles que no fueron recolectados para industria y quedaron en el campo. Según las recomendaciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), las pérdidas deben mantenerse por debajo de un 3% del rendimiento cultural.
La metodología para evaluar las pérdidas de cosecha, desarrollada por técnicos del INTA Famaillá, incluye las instrucciones precisas para realizar los muestreos y para clasificar las pérdidas, asegurando resultados consistentes y comparables.
Los especialistas de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Famaillá del INTA, liderados por Ricardo Rodríguez, realizaron una simulación basada en valores de pérdidas de un 5,5% -porcentaje habitual en monitoreos previos-. Esto significa que, en un lote de 65 toneladas por hectárea (t/ha), con un rendimiento fabril de un 9%, una pérdida de un 5,5% se traduce en:
• Materia prima perdida: 1,625 t/ha.
• Azúcar perdido: 146 kg/ha.
• Impacto económico: $ 73.277 por hectárea, considerando un precio del azúcar de $ 25.095 la bolsa de 50 kg.
Sin embargo, si esas pérdidas se corrigen en tiempo real y se reducen a un 4%, esto implica:
• Materia prima perdida: 1,18 t/ha.
• Azúcar perdido: 58,5 kg/ha.
• Impacto económico: $ 29.361 por hectárea.
Por lo tanto, bajar las pérdidas de un 5,5% a un 4% mediante buenas prácticas y calibración adecuada genera un ahorro económico de $ 43.916 por hectárea.
Debido a ello resulta importante atender las recomendaciones para una cosecha eficiente:
• Mantener la velocidad de avance entre 4,5 km/h y 5,5 km/h.
• Mantener las RPM del extractor primario entre 900 y 1100.
• Hacer mantenimiento de las cuchillas de base y troceadoras, verificando el afilado y ajuste periódico.
• Capacitar al operario es clave para realizar ajustes en tiempo real según las condiciones del lote.
Las pérdidas superiores a un 3% no sólo representan un impacto económico inmediato, sino que también afectan la longevidad del cañaveral y su potencial productivo a mediano y largo plazo.