En este convulsionado y complicado mundo que estamos transitando ya es hora que de una vez por todas la totalidad de los responsables que les toca gobernar los destinos de los pueblos se haga eco de su voluntad, que fue el mandato que recibieron al ser elegidos. Es imprescindible que todos sin excepción, sin distinción de raza, credo y ubicación geográfica, reemplacen el “odio” por el “amor“ y erradiquen definitivamente la destrucción para construir el mundo que todos deseamos y merecemos vivir. Nuevamente debo felicitar y agradecer al Dr. Juan L. Marcotulio por su pluma brillante del 15/05 (carta “Takuo Aoyagi y el oxímetro de pulso: de Japón al mundo”) trasladada a tan positiva enseñanza, digna de ser tomada como ejemplo por todos los hombres de buena voluntad que amamos la Paz.
Federico Yurcovich
chachoyur@gmail.com