Guardiana de la salud en Bariloche: Claudia siguió los pasos de su madre, se crió en hospitales y lleva 35 años como enfermera
El 12 de mayo es el Día Mundial de la Enfermería por el nacimiento de Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería moderna. Nació en 1820 en Italia y organizó el primer equipo de enfermeras para asistir a soldados heridos en 1854.
Claudia Ñañez lleva 35 años como enfermera y hoy es jefa del área de Neonatología del sanatorio San Carlos en Bariloche. Su madre había elegido la misma profesión y se crió en hospitales. «Entre cunas pasé mi infancia. Pero volvería a elegir esta camino una y otra vez», advirtió con un orgullo indisimulable.
«Mi madre trabajaba como enfermera en un centro de hemodiálisis en Comodoro Rivadavia. Fue sostén de familia con esa profesión. Éramos cinco hijos«, confió Claudia, cordobesa de 54 años que se radicó en Bariloche en 2008.
Su madre, recordó, siempre trabajó con niños: «Trabajó en el hospital infantil de Córdoba y en su día franco, nos llevaba a mis hermanos y a mí al hospital para hacer algunas visitas a los pacientes. Siempre andaba con algún chico ‘adoptado’ que dejaban los pacientes crónicos de áreas rurales por unos días en el hospital para que no estén solitos».
Recalcó «la vocación inmensa» de su madre. «Siento que nunca voy a poder alcanzarla. De hecho, quería a toda costa servir como voluntaria en la guerra de Malvinas, pero no la llamaron. Siempre había querido vivir en el sur del país y cuando le salió el trabajo en Comodoro nos fuimos para allá».
Cuando Claudia cumplió 18 años, su madre le sugirió rendir el examen para ingresar al hospital de Comodoro Rivadavia. «Se ve que, de alguna manera, ella intuyó mi vocación. Por mi parte, nunca pensé que me iba a resultar algo tan natural. Rendí y las prácticas fueron como si hubiera trabajado de esto toda lavida. Me recibí, en menos de seis meses me llamaron y nunca más dejé esta profesión», señaló.
Siguió el mismo camino de su madre y desde un primer momento, estuvo abocada al área crítica de Pediatría, trabajó en terapia de Neonatología en Comodoro Rivadavia, luego en Puerto Madryn hasta llegar a Bariloche. «Evidentemente mi mamá sabía que yo tenía este perfil. Simplemente me sugirió probar«, subrayó.
A Claudia aseguró que tanto le gustan los chicos que fue madre de seis niños. «Me resulta placentero trabajar con las madres, ayudarlas en sus angustias, dudas. Ser sostén. Ni te cuento cuando los chicos crecen y sus padres nos invitan a los cumpleaños o nos vienen a visitar o te reconocen en la calle», indicó. De hecho, el último fin de semana concurrió al primer cumpleaños de un nene prematuro: «Los padres te esperan y me encanta ir y ver qué la criatura crece sana. Cuando están dos o tres meses en la Neo se crea una afinidad o una familiaridad con la gente«.

Anécdotas, miles. Recordó que siendo muy joven, le enviaron al área de niños con cáncer. «Hace 30 años atrás, había una medicación que debía estar protegida de la luz solar y artificial porque, de otra forma, perdía las propiedades -hoy ya no existe- y teníamos que hacer un envoltorio con papel. Pero no nos decían cómo. Entonces, se me ocurrió cerrar las ventanas y pedí que nadie encienda la luz. Lo hacía y entregaba la medicación a oscuras también. No dejaba pasar a nadie. Hasta que las enfermeras viejas me explicaron cómo había que hacer», contó risueña.
Claudia destacó los avances tecnológicos. «Antes no teníamos bombas para pasar el suero, lo hacíamos a ojo, con control humano. Hoy tenemos muchos dispositivos para evitar las infecciones, hay gran cantidad de descartable. Antes mandábamos a esterilizar hasta jeringas«, precisó.
Consideró que trabajar en las terapias de Neonatología y Pediatría es tan difícil como la de adultos. «Pero no cabe en la cabeza que una criatura que recién nace padezca complicaciones o sea tan complicado sostenerlo. Hay bebés que pasan tres meses en la neo con avances y retrocesos todos los días hasta lograr el alta. Los chiquititos demandan mucho trabajo y es agotador. A veces, es frustrante para las familias y hay que contenerlos. Nosotros tampoco la pasamos bien», reconoció.
De hecho, hoy, los enfermeros cuentan con un psicólogo que los asiste. «Antes esto no existía. Pasaba que las enfermeras y los médicos se desbordaban al no tener contención. Tampoco asumíamos que necesitábamos ser escuchados. Pero somos seres humanos y tenemos estas angustias al igual que las familias. Está la idea de que no podemos demostrar sentimientos. Yo he llorado más de una vez y si necesito llorar no tengo por qué disimularlo. También he llorado de alegría», precisó.
Claudia Ñañez lleva 35 años como enfermera y hoy es jefa del área de Neonatología del sanatorio San Carlos en Bariloche. Su madre había elegido la misma profesión y se crió en hospitales. "Entre cunas pasé mi infancia. Pero volvería a elegir esta camino una y otra vez", advirtió con un orgullo indisimulable.
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