Betty o Beatriz Pinzón Solano -el alma mater de la telenovela récord Betty, la fea- es una joven que no encaja con los estándares sociales de belleza que se enamora de un rico heredero de una empresa de moda.
Las características del personaje son imposibles de olvidar: el flequillo recto ondulado hacia abajo y tupido, los anteojos grandes, los brackets metálicos y la risa contagiosa.
Detrás de este personaje inolvidable está el talento fundamental de la actriz Ana María Orozco. Para ella, sin dudas, este rol fue un antes y después en varios sentidos. Por un lado, la llevó a la reflexión sobre la presión estética que pesa sobre las mujeres -y que era aún más fuerte en ese momento- y, además, fue un puntapié para el cambio de vida que definió sus siguientes años.
Como cuenta en una nota reciente para BBC Mundo, para ella resultó muy divertido embarcarse en esta novela.
“Ya llevaba muchos años actuando y me entusiasmó mucho ser convocada para hacer un personaje tan caracterizado. Ni bien leí el guion empecé a hacerme una idea de lo que podía ser. Me entusiasmaba pensar que el personaje iba a experimentar un cambio. Como si fuera el patito feo que alguna vez se convierte en cisne”, contó en esa entrevista.
Sobre las singularidades del personaje, Orozco aportó su visión e interpretó que la fisonomía no tenía que ser demasiado drástica. Así fue incorporó el flequillo, los anteojos y los brackets.
El éxito de la telenovela y de su personaje resultó abrumador. “Cualquier trabajo te impacta, siempre deja huella en uno. Con tanta repercusión, el caso de Betty fue más fuerte. Fue un antes y después en mi carrera”.
Además, la llevó a una fama explosiva. “Eso no fue lo más cómodo del mundo. Ni bien terminó, descansé porque las grabaciones fueron intensas. Después empecé a enfocarme en otras cosas. Hice teatro, cine, y me convertí en mamá. A partir de ahí seguí con mi carrera de acuerdo a lo que requerían mis hijas, que son lo más importante”.
En esos tiempos posteriores a Betty, Orozco se enamoró del músico argentino Martín Quaglia.
La relación se consolidó, se casaron y tuvieron a sus dos hijas, Lucrecia y Mía.
En 2004, decidieron instalarse en Buenos Aires, la ciudad que Ana María pasó a considerar su segundo hogar. "Llevo 20 años aquí. Soy muy admiradora de la cultura de este país, del teatro, sobre todo del independiente", expresó hace unos meses.
Quaglia y Orozco decidieron separarse en 2006. El año pasado, con el estreno de Betty, la fea, la historia continúa, ella dio a conocer públicamente su relación con el actor, director y político peruano Salvador del Solar.
Juntos presentaron en Buenos Aires y Arequipa, Perú, la obra de teatro independiente El árbol más hermoso del mundo.
"Es la primera vez que hago teatro en Argentina y estoy contentísima. Poder tener un espacio, una oportunidad de estar aquí, para mí es un privilegio. Estoy muy contenta y agradecida", dijo en el estreno porteño.
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