Valentina Raposo tiene 21 años y ya sabe lo que es representar al país en lo más alto. Campeona Panamericana, medallista olímpica en Tokio y pieza firme en la defensa de Las Leonas, la jugadora salteña está atravesando un momento de madurez deportiva en Europa, más precisamente en la primera división del hockey femenino de Países Bajos (Holanda), considerada la mejor liga del mundo.
inicia sesión o regístrate.
Valentina Raposo tiene 21 años y ya sabe lo que es representar al país en lo más alto. Campeona Panamericana, medallista olímpica en Tokio y pieza firme en la defensa de Las Leonas, la jugadora salteña está atravesando un momento de madurez deportiva en Europa, más precisamente en la primera división del hockey femenino de Países Bajos (Holanda), considerada la mejor liga del mundo.
Embajadora indiscutida del deporte salteño, Raposo se convirtió en un ejemplo de superación y talento joven que cruza fronteras. Desde Países Bajos, dialogó con el programa Alto Rendimiento, de D-Sports Radio, y dejó definiciones que reflejan su compromiso con el crecimiento personal y profesional.
“Desde chica soñaba con jugar en Holanda y, cuando se me dio la oportunidad, no lo dudé ni un segundo”, expresó con entusiasmo. “El hockey se vive con un gran profesionalismo en esta tierra y, por suerte, me pude adaptar muy bien a lo que es la mejor liga del mundo”, agregó sobre su experiencia en Europa.
Formada en Popeye, club tradicional del hockey salteño, Raposo dio el salto a la Selección con apenas 17 años. Hoy, su vida cotidiana transcurre a miles de kilómetros de Salta, entre entrenamientos de altísima exigencia y un proceso de adaptación a una nueva cultura.
“Me estoy sintiendo cómoda y estoy aprendiendo mucho. Estoy muy abierta al aprendizaje permanente”, contó. “He crecido mucho como jugadora desde que estoy acá”, reconoció, al tiempo que remarcó la importancia del entorno que la recibió: “Me han tratado muy bien y me he podido integrar muy bien al grupo”.
Sin embargo, como suele pasar en la vida de todo deportista argentino que emigra, el desarraigo también se hace sentir. “De a poco voy agarrando la costumbre de estar viviendo acá, aunque se extrañan las raíces, se extraña Salta y la Argentina”, cerró con la sensibilidad que siempre la caracteriza.
Valentina no solo lleva la camiseta celeste y blanca con orgullo, también lleva a Salta en el corazón. Su figura crece dentro y fuera de la cancha, reafirmando su lugar como una de las embajadoras más destacadas del deporte salteño a nivel internacional.
“A veces me pongo a pensar y digo ‘hace cinco años estaba en Salta’ y no tenía idea que iba a estar viviendo todo esto ahora. Tal vez en la vorágine del día a día nos olvidamos de dónde estamos paradas y es un orgullo, un privilegio, un sueño que lo tenés desde chica y trato de valorarlo todos mis días”.