Cartas de lectores: memoria activa

Cartas de lectores: memoria activa

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25 Marzo 2025

Ingresé a la Administración pública en el año 1972, en la Inspección Obra Dique el Cadillal -que acababa de recibir el Dique recién construido por los ingleses- bajo el gobierno de Amado Juri. Todos los días íbamos a las 6 de la mañana y tomábamos una vieja Trafic desde la Plazoleta Dorrego. Todo iba bien hasta que se armó la gran hecatombe: revolución, bombas, atentados , secuestros, toque de queda, ley marcial, asesinatos, militares y policías por todos lados, estado de sitio y controles. En una oportunidad se nos quedó al frente del Arsenal el vehículo y nos hicieron ráfagas de disparos al aire, llegó una guardia que nos identificó y hasta que vino el auxilio nos tuvieron detenidos . En una de esas negras noches hubo un operativo cerrojo en toda Villa San Cayetano y con un listado confeccionado por los “azules” (Policía) y el Ejército,  se llevaron a 40 jóvenes. Algunos volvieron, otros desaparecieron. Derribaron la puerta de la casa de mis padres buscando a los tres hermanos Díaz por ser peronistas, en especial al “Barba” Alberto, mi hermano menor, que acababa de llegar en un auto chico y se lo llevaron en el mismo vehículo; Evaristo trató de resistirse y lo masacraron a golpes y a mí no me llevaron porque me había casado hacía poco y me había cambiado de barrio. Mi madre, al ver la situación, reaccionó y de un culatazo la tiraron al piso. Ya casi al amanecer llegó llorando a mi casa; salí en busca de mis hermanos caminando hasta la Escuela de Policía, Av. Sarmiento y Muñecas, y allí me informaron que todos los detenidos de esa noche habían sido ejecutados y tirados al Cadillal. No conforme y con los ojos hinchados de tanto llorar me fui hasta la temida Brigada de Investigaciones en Av. Sarmiento y Junín y me volvió el alma al cuerpo cuando veo a un policía robándole la óptica del auto de mi hermano. Fui a averiguar por la avenida, el agente me pidió documento, vio un listado y me dijo “¡Vos sos el que faltaba, andá a esa esquina!” Eran las 10 de la mañana, estuve de plantón hasta las 12 de la noche. Al cambiar la guardia pude decirle que mi jefe en El Cadillal era el Coronel Stura y me dejaron ir. Antes le averigüé de mis hermanos: ¡sí estaban allí! , solo que al “Barba” lo largaron como a los dos meses, con su salud quebrantada de tanta tortura y malos tratos; no aguantó por mucho tiempo y hoy lamentablemente lo perdimos y lo lloramos. Esta es una de las tantas historias reales que vivimos y soportamos pensando que ese ¡Nunca más! iba a ser eterno. Que llegue mi relato para que se tome conciencia y sea realmente Nunca jamás.

Francisco Amable Díaz  

Franciscoamablediaz@gmail.com

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