Abrupta tendencia: el dato sobre la evolución de los nacimientos en el país que, según expertos, abre oportunidades
El promedio de hijos por mujer descendió de 2,3 en 2014 a 1,36 en 2023; se trata de una tasa similar a la de Suiza y, con una gestión eficiente, favorecería un escenario positivo
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A mediados del siglo pasado, cuando comenzó a registrarse el declive de la natalidad en nuestro país, las mujeres argentinas tenían en promedio un total de tres hijos. Para comienzos de 2000, el número se redujo a 2,5 y para 2014, 2,3. Desde entonces, año a año, las cifras cayeron de una manera tan estrepitosa que, tan solo nueve años después, la tasa de fecundidad bajó a su piso histórico: 1,36 hijos por mujer. Este dato corresponde a 2023, el último año del que hay estadísticas vitales, publicadas el mes pasado por el Ministerio de Salud de la Nación.
“Las estadísticas muestran que, solo de 2014 a 2023, la tasa de fecundidad bajó un 43%. Si miramos puntualmente la tasa de fecundidad adolescente, bajó inclusive más: un 66% en estos mismos años”, detalla Emanuel López Méndez, analista del Programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cipecc).
Además de analizar los últimos datos nacionales, los investigadores consultados destacan problemáticas y también posibilidades económicas y sociales únicas que se abren frente al nuevo panorama poblacional. “Hay oportunidades que hay que aprovechar y desafíos que, si no se afrontan, pueden generar problemas graves”, resume el demógrafo Rafael Rofman, investigador provincial del Cippec. Sostiene, a la vez, que al contrario de lo que muchos temen, este fenómeno no está llevando –y posiblemente no lleve siquiera en las próximas décadas– a que la población argentina se achique.
La tasa de fecundidad argentina es similar a la de Suiza (1,39), Alemania (1,35) y Chile (1,3), y está por debajo de la de la mayoría de los países de la región. Refleja una tendencia global que llega a todo el mundo en menor y mayor medida, salvo algunos países de África, donde el promedio de hijos por mujer se mantiene por arriba de 6, como es el caso de Nigeria, la República Democrática del Congo y Somalia.
Tanto los expertos del Cippec como los investigadores detrás del último informe de natalidad de la Ciudad coinciden en que el descenso de los nacimientos está vinculado, entre otros factores, a cambios sociales y culturales, que incluyen una mayor autonomía de las mujeres y cambios en las expectativas reproductivas, así como también a una disminución de la maternidad adolescente y un retraso general en el comienzo de la maternidad.
López Méndez destaca que es complicado ver una relación directa entre la natalidad y la situación económica nacional. “Con el factor económico, la tendencia siempre es un poco más difusa. Por lo general, los países, al igual que las familias, a medida que se hacen un poco más ricos tienen menos hijos. Y lo que vemos en la Argentina desde 2014 no es justamente una población que se está enriqueciendo, sino lo contrario. Entonces ahí la tendencia es más difusa, porque es cierto que la cuestión económica puede tener un peso a la hora de decidir cuándo ser madre o padre, o cuántos hijos tener. Pero en general la tendencia a nivel mundial suele ser al revés”, explica.
¿Llegamos al punto más bajo?
Al observar las estadísticas de otros países con trayectorias similares, Rofman considera que es probable que la tasa de fecundidad argentina no siga bajando de manera abrupta en los años siguientes, sino que, en cambio, se estabilice. En los últimos dos informes vitales argentinos ya se comenzó a notar una desaceleración en la caída de los nacimientos, lo cual alimenta la hipótesis de una estabilización.
“Mirando data de corto plazo, lo que se ve es que la Argentina entró en un proceso de baja acelerada a partir de 2014. Fue un proceso muy rápido hasta 2019, 2020. En los años que siguieron continuó, pero fue más suave, y entonces uno podría suponer que va a continuar más suave y va a tender a estabilizarse”, describe, a la vez que aclara que no hay manera de afirmar que vaya a ser así.
Sostiene que muchos de los países europeos que hoy tienen tasas de fecundidad similares a la argentina se encuentran desde hace años en fase de estabilización, con números de nacimientos que bajan y suben según distintos factores de un año al otro, pero orbitando alrededor de una línea base. “Si acá las cosas ocurren de una manera parecida a como se dieron en otros países con procesos parecidos, los números deberían tender a estabilizarse”, afirma Rofman.

La tasa de fecundidad argentina de 2023 (1,36) está por debajo de la tasa de reemplazo, es decir la fecundidad mínima necesaria para que una población cerrada –sin contar la migración– se mantenga, fijada en 2,1. Sin embargo, la población sigue creciendo año a año y se estima que va a seguir creciendo durante, al menos, las dos próximas décadas.
“Esto se explica porque tenemos mucha población de mujeres en edad fértil. Las mujeres que hoy están teniendo hijos son las que nacieron hace 20, 30 o incluso 40 años, y en esas épocas nacían muchas. Si la tasa de fecundidad que tenemos hoy se mantiene de forma estable, nuestra población va a seguir creciendo muy suavemente durante los próximos 20 o 25 años, más o menos hasta el 2050. Después va a empezar a declinar muy suavemente, al punto que, de aquí a 50 años, deberíamos tener una población parecida a la que tenemos ahora”, proyecta Rofman.
Oportunidades y desafíos
Pese a que la baja natalidad no afecte al crecimiento de la población en el corto plazo, los investigadores sostienen que sí abre oportunidades y también desafíos, ante los que es importante actuar a tiempo para evitar problemas.
“Bajó mucho la maternidad adolescente. En la Argentina hay cerca de 80.000 chicas menores de 20 años que hace diez años tenían un hijo, y hoy no tienen hijos. Ser madres adolescentes seguramente les complicaba mucho terminar su educación y empezar una carrera laboral exitosa, y hoy pueden hacerlo”, resume Rofman.
Define este cambio como “una oportunidad tremenda para ellas” y, a la vez, como una gran oportunidad para el país. “Todas esas mujeres hoy pueden entrar en el mercado de trabajo en mejores condiciones, y entonces suman a que haya más personas que pueden aportar a que la sociedad se haga más rica y más próspera”, define.
La disminución de las tasas de fecundidad es especialmente pronunciada entre las mujeres que anteriormente tenían tasas de fecundidad más altas, en particular aquellas de grupos socioeconómicos más pobres y las adolescentes. En cambio, las mujeres de clase media con mayor nivel educativo en lugares como la zona norte de Buenos Aires ya tenían tasas de fecundidad más bajas y no experimentaron una disminución significativa. Esta tendencia hace que disminuya la brecha de cantidad de hijos entre los diferentes estratos socioeconómicos.

“Hay que sentarse a pensar cómo, con lo que tenemos, a nivel presupuesto, infraestructura y recursos humanos, podemos mejorar los servicios que estamos proveyendo, aprovechando que baja la cantidad de niños que los demandan”, plantea López Méndez. Subraya especialmente oportunidades en el ámbito de la salud y en el de la educación.
Dice, por ejemplo, que en el futuro cercano habrá menor demanda de vacunas infantiles, lo que podría liberar recursos, y que se descongestionarán los hospitales especializados en niños, así como también el sistema educativo. “La oportunidad implica empezar a prestar atención y planificar el sistema de salud y el educativo, teniendo en cuenta que vamos a tener menos niños y vamos a empezar a tener una población más envejecida”, advierte. Sostiene también que, al tener menos chicos en el sistema educativo, se puede aumentar la inversión en educación por alumno, redistribuyendo los recursos de una manera más eficiente.
En cuanto a los desafíos, los investigadores mencionan principalmente el problema que enfrentan todas las sociedades envejecidas: la necesidad de readecuar el sistema previsional.
“Desde Cippec venimos trabajando duro en pensar una readecuación del sistema previsional. Hoy el sistema tiene muchos problemas que lo hacen mucho más caro de lo que debería. Hay que ordenar varias cosas para hacer que el sistema que sea más eficiente y que, a la vez, dé buenos beneficios. Si logramos eso, como lo han logrado muchos países, podemos tener un sistema previsional que funcione bien en una sociedad más envejecida. Pero si no lo logramos, vamos a tener problemas serios”, sintetiza Rofman.
Y agrega: “Como un colega suele decir: ‘Las sociedades son como las personas, se tienen que hacer ricas antes de hacerse viejas porque después es demasiado tarde’. Si vos querés ser rico a los 80 años, tendrías que volverte rico a los 30, 40 o, como mucho, a los 50 años. A la sociedad le pasa lo mismo. La sociedad argentina todavía es joven, pero está envejeciendo, entonces tiene que hacerse rica ahora. Y hacerse rica quiere decir tener más capital humano, más educación, más inversiones, más tecnología y tener sistemas públicos que funcionen mejor. Si entramos en la etapa de ´vejez’ con una sociedad con niveles de educación malos y sin recursos, vamos a tener un problema serio”.
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