Rumbo a Yalta II
No se trata de personas, de presidentes loquitos. se trata de proyectos políticos y económicos, que nosotros llamamos proyectos civilizatorios de grandes imperios, antiguos y nuevos.

El tratado de Yalta, finalizada la segunda guerra mundial en 1945, suscripto entre los EE. UU., la Unión Soviética y Gran Bretaña, fue un acuerdo global entre las tres potencias triunfantes en la II Guerra Mundial. Allí, se asignaron sus respectivas áreas de influencia y si bien se dieron garantías de seguridad mutuas, en realidad fue el comienzo de la Guerra Fría. Más allá de la caída de la Unión Soviética en 1991, de su desintegración inducida por Occidente y el saqueo al país hasta el año 2000, año en el cual comienza a reconstruir su status de superpotencia, la Guerra Fría se ha mantenido hasta la fecha.
El 16/4/2024 afirmamos desde esta Columba (“Guerra o Yalta II “ ) que era necesario “que los diversos proyecto civilizatorios en curso (considero que Trump , Putin y Xi Jimping coinciden en su existencia) acuerden zonas de influencia que permitan estabilizar la situación global antes que sea demasiado tarde, como lo hicieron las potencias triunfantes mediante el tratado de Yalta de 1945” (sic)-
Por esa fecha era impensado que cualquier analista argentino o publicación nacional concibiera una idea como esa, dado que la mayoría de las personas ( lo repetimos con asiduidad en esta columna) son formadas desde la infancia – escuela , familia – con la visión que los hechos o las personas son buenos y malos, blanco o negro, Boca o River. Eso define para siempre la mentalidad infantil y superficial, que por cierto impide evaluar conceptualmente la realidad.
Hoy resulta patente que los proyectos civilizatorios aludidos están en plena marcha, a tenor de la revolución que ha implicado la llegada de Trump a la presidencia de los EE. UU. Es evidente que el hombre no es el mismo que aquel que gobernó entre 2021-2021 evidenciando mayor pragmatismo y una fuerte decisión de ejecutar cambios profundos en el sistema del “estado profundo “de los EE. UU. (burócratas en los organismos gubernamentales especialmente de inteligencia y defensa, contratistas del estado, entidades financieras y de inversión, etc. ) . La designación de Elon Musk con una agencia especial a su cargo no busca aplicar “la motosierra” (como ingenua y servilmente cree el presidente argentino al regalarle una; y al cual ellos consideran un payaso que les sirve para disponer de los importantísimos recursos naturales de la Argentina ) sino justamente para intentar debilitar esos estamentos que representan el proyecto civilizatorio que ha sido vencido, por ahora .
Trump, Putin y Xi Jumping está claro tenían un acuerdo aun antes de las elecciones en EE. UU. mediante el cual acordarían la asignación de sus nuevas esferas de influencia para cada uno.
Además, la reorganización de las instituciones internacionales que hoy se hallan colapsadas (ONU, Consejo de Seguridad , OMC, etc ) y la desactivación de grave riesgo de guerra nuclear que atravesamos durante los años 2022/2023 , y el abordaje de la crisis financiera que se avecina producto de un endeudamiento global desatado y la emisión descontrolada de dólares para solventar el déficit público de los EE. UU.. Elon Musk lo repite constantemente, incluso en las reuniones de gabinete: o bajamos el déficit o vamos a la quiebra. No les va a ser fácil.
El destrato a Europa, a la OTAN, al actor de comedias presidente de Ucrania que destruyó su país, la imposición de aranceles a todo el mundo (menos a Rusia, vaya paradoja) y el intento de apropiarse de Groenlandia, el canal de Panamá, Canadá, etc. no es una locura personal de Trump. Es necesario entender que no se trata de personas, no se trata de presidentes loquitos, no se trata de grupos terroristas que cortan cabezas. Se trata de proyectos políticos y económicos, que nosotros llamamos proyectos civilizatorios.
Y en ellos los grandes imperios antiguos (Rusia , China) y modernos (los EE.UU. ) son los que dirigen esos proyectos y deben definir su formato, su lenguaje, el tipo de acumulación del capital, las monedas nacionales y la global, las instituciones de gobernanza, etc. . Y así ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, aunque siempre han existido excepciones con algunos países (antes reinados, emperadores o jefes de tribus) que deciden ser soberanos, gestionando sus recursos y sus modelos de desarrollo. Argentina prácticamente durante toda su historia desde su nacimiento (salvo honrosos breves periodos) ha sido una república colonial que transfiere materias primas a valor mercado mundial, e importa esas mismas materias primas con valor agregado. Es el destino que las distintas generaciones y grupos económicos locales deciden asignarle a nuestro país. Hoy más que nunca.
En el caso de Europa, parece que EEUU – en forma sorprendente – la dejado librada a su suerte, desindustrializada y trasladando sus principales empresas a los EE.UU. para generar empleo y riqueza. Gobernada por gerentes ineptos y burócratas no elegidos por nadie, paga el precio de la sumisión al proyecto ultraliberal financiero anglosajón que ha sido derrotado. Inglaterra, que agoniza como actor global (vean el patético encuentro de Trump con el primer ministro Starmer hace unas horas) seguramente pretenda dominar al “parque de vacaciones” europeo. El mundo ya es otro.
*Abogado, docente de la Facultad de Economía de la Unco.

El tratado de Yalta, finalizada la segunda guerra mundial en 1945, suscripto entre los EE. UU., la Unión Soviética y Gran Bretaña, fue un acuerdo global entre las tres potencias triunfantes en la II Guerra Mundial. Allí, se asignaron sus respectivas áreas de influencia y si bien se dieron garantías de seguridad mutuas, en realidad fue el comienzo de la Guerra Fría. Más allá de la caída de la Unión Soviética en 1991, de su desintegración inducida por Occidente y el saqueo al país hasta el año 2000, año en el cual comienza a reconstruir su status de superpotencia, la Guerra Fría se ha mantenido hasta la fecha.
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