Inteligencia Artificial, bots e invertir en compliance: protección legal 360°

La empresa debería implementar un mapeo de riesgos al confeccionar un inventario de bots, saber qué datos manejan y qué tipo de decisiones automatizan. Luego, supervisar y auditar.

Resuena aún una frase presidencial: “Es falso que sean 40.000 personas, habían muchos bots…” ¿De qué estaba hablando? ¿Qué son los bots? Un bot es un programa informático, un software, que realiza tareas automatizadas sin intervención humana constante. Esos bots pueden utilizar técnicas I.A o algoritmos más simples basados en reglas.  Existen diversas funciones que pueden introducirse a un bot. Por ejemplo:

1. Bots de redes sociales:  permiten Likes y comentarios falsos, empresas o influencers los utilizan para inflar de manera ficticia para generar la popularidad de una cuenta o generar discursos de odio, campañas de agresión masiva o de difamación. Ello genera una competencia desleal, imagen engañosa de éxito comercial, afectando a competidores que no recurren a tácticas fraudulentas.

2.- Bots de desinformación: que difunden fake news, especialmente sensible en periodos electorales o campañas de marketing hostil. Manipulan la opinión pública, generan confusión en la población.

3.- Bots en entidades financieras o telecomunicaciones: brindan servicios de atención automatizados que si tienen fallas de programación terminan ofreciendo información errónea a los clientes. O generan desinformación comercial con promociones inexistentes o planes equivocados.

4.- Trading bots y “sniper bots”: en base a algoritmos de alta frecuencia ejecutan miles de órdenes por minuto. Compran tokens o activos en el preciso instante de su lanzamiento, a veces bajo estrategias de “front-running” o “sandwich attacks”, lo cual puede considerarse una forma de manipulación de mercado, ya que ejecutan operaciones de extrema rapidez “cazando“ el token, aprovechan la subida inicial y luego con una técnica de “rug pull” (tirón de alfombra), los venden al valor más alto,  retirando la inversión de forma masiva y generando enormes pérdidas en los minoristas. A estos últimos hacía referencia la frase presidencial.

Consecuencias legales


Cuando el uso de bots provoca una ventaja competitiva engañosa nos adentramos en el terreno de la competencia desleal (Ley 27.442), con  maniobras de posicionamiento falso o publicidad encubierta. Por otra parte, la Ley de Defensa del Consumidor (24.240) protege a quienes contratan servicios o compran productos basados en información errónea proporcionada por bots.

El Código Civil y Comercial de la Nación contempla varias vías para exigir responsabilidad: Cuando hay un contrato entre la parte afectada y la empresa, si el bot forma parte del servicio ofrecido.

Un ejemplo concreto: un usuario que firma términos y condiciones con una app de inversión que usa algoritmos para ejecutar órdenes. Si el software falla y le ocasiona pérdidas, el afectado podría invocar incumplimiento contractual. Un punto esencial en este análisis son las previsiones del artículo 1710 del Código Civil, que consagra la “prevención del daño”. Las empresas deben tomar medidas razonables para impedir que sus herramientas causen perjuicios a terceros.

El valor del compliance


Frente a estos desafíos, las áreas de compliance surgen como el gran escudo para las organizaciones que adoptan bots e IA. Se trata de establecer políticas y procedimientos internos para cumplir con la ley y con los estándares éticos, generando un blindaje integral. ¿Cómo se traduce esto en la práctica?

La empresa debería implementar un mapeo de riesgos al confeccionar un inventario de bots, saber qué datos manejan y qué tipo de decisiones automatizan. Luego proceder a la supervisión y auditorías, revisando periódicamente el código y la actividad de los bots, detectando anomalías o conductas que puedan configurar competencia desleal.

Propender a la formación de personal, a fin de que entiendan las implicaciones legales, desde la Ley de Defensa del Consumidor hasta las normativas penales contra fraude. Informar al usuario cuando está interactuando con un bot y con qué fines se recopilan datos. Y por último debe crear un plan de contingencia, con un protocolo de respuesta inmediata si un bot genera daños masivos o se desvía de la funcionalidad prevista.

Prueba de diligencia


Este enfoque de compliance, además de prevenir denuncias por competencia desleal, manipulaciones de mercado o violaciones del consumidor, sirve como prueba de diligencia, colaboración  y buena fe en caso de litigios. Si la empresa demuestra que adoptó un sistema de control interno, le resultará más sencillo atenuar responsabilidades y hasta en algunos casos eximirla.

La transformación digital no se detiene, y el desarrollo de sistemas de IA más avanzados. Por lo tanto, las organizaciones deben adoptar un enfoque proactivo: cumplir las normas, proteger a sus clientes y usuarios, y minimizar el impacto reputacional de posibles incidentes con bots. La clave es no subestimar la capacidad de daño que puede ejercer un bot mal gestionado.

La visión de “protección 360” exige el compliance como la mejor estrategia para generar confianza en los mercados y en la sociedad: cumplir con la normativa y prevenir el daño antes de que ocurra. Invertir en compliance, entendida como un conjunto de controles y auditorías regulares, ofrece un blindaje integral que no sólo evita sanciones, sino que fortalece la reputación corporativa.

* Directora del Instituto de Derecho e IA del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén.


Resuena aún una frase presidencial: “Es falso que sean 40.000 personas, habían muchos bots…” ¿De qué estaba hablando? ¿Qué son los bots? Un bot es un programa informático, un software, que realiza tareas automatizadas sin intervención humana constante. Esos bots pueden utilizar técnicas I.A o algoritmos más simples basados en reglas.  Existen diversas funciones que pueden introducirse a un bot. Por ejemplo:

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