Casi cinco ciclos lectivos enteros sin clases desde 1983 por los paros docentes

La educación pública argentina, que no puede perder más días de clase, podría iniciar el ciclo lectivo 2025 con dos jornadas de paro docente, anunciados por los gremios del sector.

Una de las referencias que circuló el jueves pasado indicó que desde 1983 a la fecha hubieron unos 1.000 paros docentes. Traducido a datos concretos, esto significa que en estos 42 años corridos desde el 83 se perdieron algo más de cinco años de clases –cinco ciclos lectivos enteros-. Otras estimaciones hablaron de unos 900 paros docentes en ese lapso.

En cuanto a la próxima protesta, la Ctera, con más peso en la Provincia, se sumará el primer día, según se informó. En muchas otras provincias del país, los gremios docentes que integran la CGT resolvieron iniciar el año con dos paros nacionales, en demanda de una paritaria salarial a la que, en respuesta al anuncio gremial, convocó el Gobierno. La protesta anunciada responde a que las paritarias, según consideran los gremios, están “planchadas” desde agosto del año pasado, con un piso salarial que permanece en 420.000 pesos.

No se trata de poner en discusión el nivel salarial de los docentes, que resulta ser muy bajo. La jerarquización de los maestros va de la mano con los urgentes cambios que debe experimentar la educación en nuestro país, degradada hasta niveles inconcebibles.

Hace menos de tres décadas la Argentina se encontraba en segundo lugar entre los países de América latina y ahora ocupa -siempre en base a parámetros objetivos- la décima posición. ¿Hasta cuándo se permitirá que el sistema educativo argentino siga haciendo agua por sus cuatro costados? ¿Cuándo las autoridades y la clase dirigente pondrán el ojo en la formación de las jóvenes generaciones, hoy desprovistas de conocimientos elementales para competir con un mundo cada vez más exigente?

Circularon por varios canales oficiosos datos que debieran ser puestos en la balanza. Que tienen algunos de ellos, claro está, connotaciones partidistas, pero que eso no debiera importar en los análisis. Se indicó que a lo largo de las últimas tres presidencias, los días de protesta difirieron enormemente: así, a Mauricio Macri le habrían hecho más de 25 paros generales docentes, a Alberto Fernández uno y ya irían más de 5 en lo que va del turno de Javier Milei. Esta inexplicable disparidad también se registró durante las presidencias de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, que sufrieron numerosas medidas de protesta, respecto de lo que ocurrió en los turnos de Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

LE PUEDE INTERESAR

Milei y la criptomoneda liberal

LE PUEDE INTERESAR

Una madre y sus hijos martirizados por la locura de un grupo de fanáticos

No se trata de hundir ningún bisturí en zonas delicadas, sino de advertir que el salario docente no mejoró cuando se hicieron paros ni, tampoco, cuando no los hicieron. ¿Qué real sentido tienen entonces las protestas? ¿No existen otras fórmulas que sean más eficaces para mejorar las escalas salariales, sin obligar a millones de chicos a que se pierdan días y días de clases?

Tenga o no una salida favorable la paritaria convocada para estas horas, persistirán igualmente influyendo sobre la calidad de la enseñanza estas reiteradas medidas de protesta que a nada conducen, más que a deprimir en forma sostenida la calidad de la educación pública, que hace décadas fue ejemplo en el mundo y que, ahora, al verse deteriorada tan gravemente, está colocando al país en los últimos y más penosos lugares de los rankings internacionales.

Es difícil absorber datos que hablan de una verdadera deserción institucional, a la hora de cumplir con el derecho al aprendizaje que tienen todos los niños. A un aprendizaje integral, que les enseñe a leer y a escribir con fluidez, que los impulse con rigor a estudiar y a entender lo que significa no hacerlo, a que comprendan los textos y adquieran conocimientos no sólo en lenguaje y matemática, sino en las nuevas materias que hoy revolucionan al mundo y sirven para agrandar conocimientos. La Argentina no puede permitirse un día más sin clases en las escuelas.