El nombre de la soprano estadounidense Nadine Sierra es uno de los que domina hoy el panorama internacional de la ópera, acercándose a la estatura de una verdadera diva a sus 36 años. Sierra cantó La Marsellesa en la reinauguración de la Catedral de Notre Dame y, hace pocos días, triunfó con La Traviata en el Liceu de Barcelona, donde regresará este año para las puestas de La Sonámbula y West Side Story. “Sierra –describió El País- encarnó a la perfección esas tres cualidades demandadas por Verdi. Su Violetta partió de la homogeneidad vocal, el tono bellísimo y la gran musicalidad del virtuosismo belcantista, pero enriquecido a nivel dramático con múltiples destellos de personalidad”.
Sierra comentó que “cuando canto Violetta tengo la suerte de no pensar en ella técnicamente, solo en el personaje, en la música y en mi propia vida, en mis experiencias, mis desengaños amorosos, en el hecho de que no me he casado y no tengo hijos todavía, y en que me siento vieja y tal vez necesito bótox. No pienso en la voz, sencillamente me abandono al personaje”.
Y en los próximos días estará junto a Juan Diego Florez y otras estrellas como una de las animadoras del Baile de la Opera de Viena, con un programa dedicado a Johan Strauss.
Nadine Sierra cantó en Buenos Aires durante el invierno del 2022. Además de ofrecer un recital lírico, fue la protagonista –junto al tenor mexicano Javier Camarena y al barítono italiano Ambrogio Maestri- de inolvidables funciones del Elixir de Amor, de Donizetti. Las atronadoras ovaciones de quince minutos que se le tributó a Sierra después de cantar el aria “Prendi, per me sei libero”, con todo el elenco aplaudiendo, el público en pie resultan momentos inolvidables de la sala. Pocas veces como aquella fue tan certero aquel lugar común del “teatro que se vino abajo”.
En Clarín, Margarita Pollini escribió que aquel acto “quedará en la historia del Teatro Colón como uno de los momentos más memorables en lo que va de este siglo”. Y describió su actuación: “Sierra fue una protagonista soñada, teatralmente desenvuelta y juvenil, y a nivel vocal un ejemplo de línea, rubato, declamación, agilidad y por sobre todas las cosas una musicalidad que lleva marcada a fuego”.
Sierra nació en Fort Lauderdale, Florida, y ahora tiene residencia en Nueva York. Su padre trabajó como bombero, era de una familia que llegó de Puerto Rico y con raíces italianas. La madre de Nadine era portuguesa y era bancaria.
Desde chica le inculcaron pasión por las artes y recuerda que “Lo que el viento se llevó” como la película que marcó su vida. La veta operística también le llegaría desde muy chica, después de ver La Bohéme, con puesta de Zeffirelli, en una cinta VHS. “Mis padres, ahora jubilados, vivieron ese sueño americano del que tanto se hablaba. Nos dieron a mis hermanas y a mí todo lo que tenían. Pero también con un aprecio por las artes. Mi madre específicamente por la ópera. Fue ella quien me introdujo a los diez años”, recordó.
La guía del maestro Kamal Khan, sus triunfos desde muy joven en distintos concursos –incluyendo el Metropolitan- y su admiración por las figuras de la ópera marcaron sus primeros pasos: “Mis mentores me criaron para ser lo que soy hoy. Así que cuando estoy en el escenario y veo esta reacción del público, conozco esa emoción. Y, lo digo con humildad, siento que lo que Teresa Strata, José Carreras, Maria Callas o Renata Scotto hicieron por mí siendo joven, puedo hacer lo mismo por otras personas. Ese es mi objetivo: realimentar la energía y la emoción para que siga e inspire a la generación Z o incluso Alpha, para que se interesen en la ópera”.
Proveniente de una familia de inmigrantes, Nadine Sierra afirmó que “por mis venas corre sangre de todas partes del planeta”. Es una firme defensora de la “multiculturalidad” y, como tantos, está afectada y preocupada por la ofensiva de Trump sobre los inmigrantes. “Los mensajes discriminatorios de Trump y las palabras ofensivas sobre la inmigración son muy dañinos. Ese hombre en el poder alteró el equilibrio y la armonía de convivencia que se daba en mi país”, expresó en un reportaje. El primer álbum de Nadine también puede interpretarse en esa línea: “There is place for us” (Hay un lugar para nosotros). Y hace pocos días, en una entrevista con La Vanguardia, también lamentó la polarización política y el dogmatismo que se apoderaron de las discusiones en su país.
“Si tuviera la oportunidad de hablar con Trump le diría esto, que sea un poco más abiertos de mente sobre las cosas, o simplemente inspirarle algo positivo... Hasta le diría, Donald, ve a la ópera, ve a escuchar algo de música clásica. O tal vez tendría una conversación con él sobre la importancia de la educación artística y cómo cambió mi vida, y con suerte, él lo consideraría…”.
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