Policías y militares realizan un operativo contra líderes del Comando Vermelho (CV), una de las bandas narcotraficantes más poderosas del país, este martes en Río de Janeiro (Brasil). Las autoridades brasileñas desplegaron una gran operación contra líderes del Comando Vermelho (CV), con un balance parcial de diez detenidos, varios heridos y disturbios en la zona. EFE/ Andre Coelho
Lo ocurrido el sábado por la noche en Río de Janeiro es la última pieza de una escalada de violencia que está haciendo que Brasil se parezca cada vez más a México. Después de la detención de Rodolfo Manhães Viana, de 34 años, también conocido como “Topo” (“Rato” en portugués), importante miembro del Comando Vermelho (CV), sus hombres asaltaron a tiros la comisaría donde estaba encarcelado. Un policía resultó herido. Unos días antes, también en Río, unos narcotraficantes habían disparado contra un helicóptero de la policía.
Estos incidentes se produjeron en un momento muy delicado para la seguridad del país. Según el fiscal de San Pablo Lincoln Gakiya, que vive escoltado desde hace años por sus procesos contra el Primer Comando de la Capital (PCC), y un informe de inteligencia de la Secretaría Nacional de Políticas Criminales, las dos principales organizaciones criminales, el PCC y el CV, llegaron a una tregua y firmaron una alianza sin precedentes.
“La unificación de los abogados del PCC y del CV fue formulada por miembros de alto rango de las dos facciones. El objetivo sería fortalecer los grupos criminales para, sobre todo, defender las reivindicaciones de sus líderes presos en el sistema penitenciario federal”, señala el informe. “Esta tregua ya existe en Río de Janeiro y San Pablo. La unión de las dos mayores organizaciones criminales del país podría provocar un aumento del tráfico internacional de cocaína, pero también del tráfico de armas hacia Brasil. Se trata de un reparto de rutas y, sobre todo, de un fortalecimiento aún mayor de estas organizaciones criminales”, afirmó Gakiya.