Esta semana Pepe visitó Salta, como un argentino más que busca recorrer su país y visitar a los amigos. Pero además, este director de teatro ya está trabajando en una mega obra, como tiene acostumbrado a su público, que llegará a Salta en junio.
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Esta semana Pepe visitó Salta, como un argentino más que busca recorrer su país y visitar a los amigos. Pero además, este director de teatro ya está trabajando en una mega obra, como tiene acostumbrado a su público, que llegará a Salta en junio.
Una visita única en la redacción de El Tribuno, Pepe Cibrián. ¿Qué tal, Pepe?
Muy feliz, te agradezco mucho esta invitación. Este lugar es divino, bellísimo, lleno de paz y vegetación. Yo amo esto, me recuerda a mi casa en Pilar, que es enorme, con 130 palmeras y muchos árboles, una jungla. Me conecto mucho con la naturaleza, llego acá y digo: "Wow, las conozco, son amigas". Es maravilloso.


¿Cómo te recibió Salta?
Siempre bien. Estoy muy orgulloso de mi país y Salta es una ciudad que me encanta. De hecho, cada vez que vengo pienso en comprar un terreno. Una vez casi compro uno en el cerro San Bernardo, cerca de un arroyito. Me lo mostraron y me pareció divino, pero después fui a Mendoza y me ofrecieron otro. Al final, no compré ninguno, pero el amor por mi país sigue intacto.
¿Sos de llevarte recuerdos de cada lugar que visitás?
¡Sí! Me fascina la artesanía. Me acuerdo que una vez fui a un artesano acá en Salta que hacía cerámicas y barro, y le compré fácil 40 cosas. No las quería regalar, eran verdaderas obras de arte. Colecciono todo: cuadros, muebles, objetos. Mi casa es enorme, tiene más de 400 metros cuadrados y está llena de arte. Hay 120 cuadros en el techo, literalmente.
Amás el arte en toda su expresión...
Sí, y además soy muy barroco. Pero en el teatro, en mis últimas puestas, me inclino por la sencillez: buenas luces, buen vestuario, pero cada vez menos objetos y muebles. Sin embargo, mi casa sigue siendo un museo. Para algunos, puede ser un exceso, pero a mí me encanta.
En esta oportunidad, visitás Salta por un motivo especial...
Así es. Vine por dos razones. Primero, porque mi cuñado Alejandro Frezzotti, que jugó en Gimnasia y Tiro, está viviendo acá con su esposa y es su cumpleaños. Y segundo, porque quería volver a ver el Circo Rodas. Yo vengo de una familia de "circo", entre comillas. Mis abuelos paternos eran actores muy famosos y ricos, pero los de mi madre eran muy pobres, "actores de la legua", que viajaban en carromatos de pueblo en pueblo. Mi madre y mi tía Carmen dormían en una valija con una madera para que no se cerrara. Crecí escuchando esas historias, y por eso el circo me fascina.
¿Cómo sigue tu trabajo en el teatro? ¿Volveremos a verte en Salta?
Sí, en junio. Voy a traer "Calígula", una obra que estrenamos en 1983, en plena dictadura, y que habla sobre el poder de una manera particular. A lo largo de los años, ha seguido siendo actual porque, aunque la dictadura terminó, ciertas cosas se repiten. La música es maravillosa, de Martín Bianchedi, y tengo actores espléndidos. Estamos ensayando todos los días, siete horas, incluso con 43 grados de calor y sin refrigeración. Pero el teatro es así: no te importa el calor, porque la pasión lo supera todo. Es como hacer el amor. En ese momento no pensás que hace calor, quedás liquidado, transpirás eso es el teatro. De abril a octubre vamos a hacer gira con "Calígula", incluyendo Salta, Tucumán y Jujuy.
Además, el año que viene voy a estrenar "Resurrección", que es la historia de Drácula, pero 30 años después de su muerte. Mina sigue viva, y han pasado muchas cosas en ese tiempo. Es una historia muy bella.
Tus obras siempre han sido espectaculares, pero además das mucho trabajo a la gente...
Siempre. Desde que empecé, trabajé con jóvenes y en cooperativas. Nadie apostaba por mí al principio, así que fui haciendo mi camino hasta que apareció la magia de Tito Lectoure y el Luna Park, que me abrió un mundo. Eso me permitió recorrer el país muchas veces y dar oportunidades a gente de las provincias. A propósito, odio la palabra "interior". La inventaron en la capital para joder a las provincias. Es "provincias", no "interior". ¿Por qué no decimos "Martín Fierro del interior"? ¡No! Es "Martín Fierro". Habría que hacer un premio en Salta que se llame "Premio Güemes", en lugar de usar nombres porteños.
¿Qué consejo les darías a los jóvenes que quieren dedicarse al teatro?
Que no se vayan de su ciudad pensando que Buenos Aires es la única opción. Muchos me dicen: "Me quiero ir a Buenos Aires". ¿A qué? ¿A ver si te contratan en TN? ¿A ser panelista? Si en tu ciudad tenés tu lugar, tus amigos, tu identidad, ¿por qué irte? Dios no atiende en Buenos Aires, o si atiende, atiende mal. No es fácil vivir del teatro, pero hay que encontrar la forma. Si no podés vivir de esto, buscá un trabajo que te sostenga y que a las cinco de la tarde te permita encontrarte con tu amante: el teatro. Es como en un matrimonio que no funciona. Si no vivís del teatro, que sea tu pasión y complementalo con otra cosa.
¿Y qué opinás de la obsesión por la fama?
Hay quienes solo quieren ser famosos. Para eso, metete en Gran Hermano. Pero ser famoso es fácil, lo difícil es mantenerse. El problema no es que te vaya bien, sino seguir en carrera hasta los 96 años. Yo nunca trabajé para ir a Broadway. No me interesa. Prefiero estar en Salta, en Jujuy, en Tucumán. Esto es lo importante - que es lo que yo también le diría a los jóvenes y a los grandes que tengan hacer algo- hacélo. A mí, por ejemplo, no me conocen en Bolivia. Conocen a Madonna, a Hoffman y eso nunca me importó. Y trabajé y estuve en Madrid, en Barcelona, en México, en Brasil, en Uruguay, en Chile. A mí me importa venir es Salta y no es demagogia. Yo soy Argentina con todas las limitaciones que tenemos. Con las faltas tecnológicas, económicas. Con la sangre que tenemos los argentinos. Los que laburamos y ustedes lo saben. Esto es Argentina. Los médicos de operar sin gasas, ¿verdad? Todo esto sucede en el país. Luego las políticas, los gobernantes tienen que entender que pasan. Todo pasa, ¿verdad? No pasa el arte. Y hasta que no te morís, no te vas. Todo lo demás, pasa. Pasa en la vida. Pasa uno, ¿no? Yo tengo 77 años y trato desde mi filosofía barata quizás, que la gente me salude, que me saquen selfie, me encanta.
Ya que venís en junio, ¿porqué no hacer un taller en Salta?
¡Sí! En junio, cuando vuelva, me comprometo a dar un taller. Me encantaría trabajar con jóvenes y transmitirles la historia del teatro. Que entiendan lo que nos costó llegar, la lucha que significa mantenerse. Yo no soy millonario, he tenido épocas de mucho dinero y otras de nada. Empeñé lo que tenía que empeñar, vendí casas cuando no tuve, compré cuando pude. En mis talleres, lo importante no es cantar bien o mal, sino saber cuándo uno puede mostrar su talento. No hay que suicidarse por vanidad. Si sabés cantar, levantá la mano; si no, mejor esperar.
Entonces, en junio te esperamos con un taller y con "Calígula".
Exactamente. Nos vemos en julio en Salta.