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    • Miércoles, 2 de abril de 2025
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      La “diplomacia libertaria” y su conectividad 5G

      La dinámica actual de las relaciones internaciones hace cada vez más necesario revisar las transformaciones de la diplomacia tradiciona.

      La "diplomacia libertaria" y su conectividad 5GDaniel Roldán

      Si miramos hacia atrás y nos enfocamos en la definición clásica de lo que la diplomacia ha significado para la historia de la humanidad, seguíamos entendiéndola como una disciplina que tiene como objetivo representar y velar por los intereses de un Estado y de su nación en relación con otro u otros actores internacionales.

      Sin embargo, la dinámica actual de las relaciones internaciones, sus instrumentos y la velocidad de las decisiones que se toman nos permite revisar cómo esa propia diplomacia clásica y sus escenarios, han ido transformándose hasta llegar a los que podríamos definir una “diplomacia 5 G” , es decir, una nueva disciplina adaptada a la quinta generación tecnológica, al mundo bilateral y a las formas digitales para su resolución.

      Lo que antes un cable cifrado representaba para una información confidencial y de alto compromiso nacional e internacional, hoy ha sido sustituido por un mensaje en X que impacta con más fuerza y determinación sobre un hecho ocurrido o una posición adoptada. Si bien la experiencia manejada en los últimos años ha sido adaptar los mecanismos digitales a la diplomacia clásica, la pregunta y lo estamos viviendo con la posición que está tomando el presidente Milei en su visión de las relaciones exteriores y de su cancillería, es el alcance del camino directo a la constitución de una diplomacia digital en todos sus sentidos.

      Desde el inicio de esta administración la visión del nuevo gobierno ha sido definir muy claramente dónde está parada la política exterior argentina, sus aliados, su posición ante los organismos internacionales y su crítica frontal hacia esos países donde las libertades políticas, económicas e individuales afectan directamente a su crecimiento.

      Bajo esa premisa, también se encuentra definiendo el cómo optimizar el mejor funcionamiento de sus embajadas, consulados, representaciones en organismos internacionales, fusionar sedes, para representar al país y a su gobierno de la mejor manera posible, a partir de una revisión muy profunda de su papel en el exterior y que se convierta en una usina generadora de ventas de todo el potencial comercial de oportunidades que podemos ofrecer al mundo.

      Si bien en nuestra ley del servicio exterior jamás se ha contemplado, creo que sería interesante estudiar y analizar la posibilidad de incorporar dentro de la diplomacia argentina la figura de los cónsules honorarios que, como bien lo contempla la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, del 24 de abril de 1963 es utilizada en la mayoría de los países de la Europa occidental.

      Los cónsules honorarios no son funcionarios de carrera, no siempre tienen la nacionalidad del país por el que actúan y dentro de su actividad sólo pueden ejercer un número limitado de funciones consulares. Suelen ser personas civiles, de pleno reconocimiento y respeto por la comunidad donde están establecidos, no reciben un sueldo por sus funciones, aunque el Estado puede compensarles por gastos derivados de su actividad

      La principal diferencia entre un cónsul de carrera y un cónsul honorario es que los cónsules de carrera pueden ejercer todas las funciones consulares, mientras que los cónsules honorarios sólo pueden ejercer un número limitado de ella, entre las que podemos mencionar y quizá la que más interese en este momento, el promover las relaciones bilaterales, apoyar a los ciudadanos del país representado, facilitar los intercambios comerciales y culturales.

      Los cónsules honorarios han jerarquizado la posición de muchos de los países a los que representan. Muchas veces su labor ha superado con creces la propia tarea diplomática y consular en ciudades donde no necesariamente se justifica gastar tanto presupuesto. Estoy consciente que esta propuesta puede generar posiciones encontradas, pero en estos tiempos de querer sacudirse todo lo que no ha funcionado, considero interesante analizar estas alternativas para tener más presencia en el exterior sin generar mayores gastos.

      Quienes hoy representen al país en el exterior deben convertirse en los lideres de los nuevos tiempos de la Argentina que abraza las ideas de la libertad, para poner al país de pie. No es una cuestión de rangos, sino de amor y compromiso por la patria.

      Gustavo Ferrari Wolfenson es Doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales es consultor para organismos internacionales en temas de fortalecimiento de gobiernos y miembro del Centro de Estudios internacionales de la Universidad de Harvard.


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