Siempre que se habla del impacto de la Inteligencia Artificial en la educación se hace referencia a la posibilidad de personalizar la enseñanza. Aparecen en escena entonces los “agentes”, capaces de seguir -a medida- la evolución del aprendizaje de cada alumno.
Es un tema recurrente de conversación, pero ahora un experimento, hecho en las aulas de la Universidad de Harvard (Estados Unidos)- muestra no solo cómo se puede implementar la IA en educación, sino también los resultados que puede tener. Son muy promisorios y la noticia tuvo un fuerte impacto entre los expertos en tecnología y educación.
El profesor Gregory Kestin, de Física 2 para estudiantes de Ciencias de la Vida de esa universidad, diseñó -junto a la profesora Kelly Miller-, la investigación que llevaron a cabo con los 194 estudiantes que cursaron la materia en 2023.
Usando el motor de ChatGPT, Kestin diseñó un tutor de IA para ayudar a los alumnos, capaz de responderles asuntos relacionados a la materia a toda hora y en cualquier lugar. Dividió a los 194 estudiantes en dos grupos, y fue aplicando, en forma alternativa, el bot de IA o el método de aprendizaje activo de la universidad, que es el más avanzado entre los que no están mediados por tecnología.

El método activo incluye la instrucción entre pares, actividades en grupos pequeños o clases invertidas (los alumnos estudian en casa y luego deben aplicar los conocimientos en el aula). Se diferencia del método pasivo, que son las clases más tradicionales -con el profesor al frente del aula- que todos conocemos.
El resultado del experimento con el bot -volcado en un paper preliminar- fue que los alumnos aprenden más del doble en menos tiempo cuando usan el tutor de IA, en comparación con la clase de aprendizaje activo. Además, se sienten más comprometidos y motivados.

“Estos hallazgos ofrecen evidencia empírica de la eficacia de una pedagogía impulsada por IA y presenta un caso convincente para su amplia adopción en entornos de aprendizaje”, escribieron en el paper.

Los autores sostienen que si la IA se usa para enseñar material introductorio fuera de clase, se puede dedicar “un valioso tiempo de clase” a desarrollar “habilidades de orden superior, como la resolución avanzada de problemas, el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo en grupo”. Así le dijeron a The Harvard Gazette.
También marcaron algunas advertencias con respecto al bot. “No debería ‘pensar’ por los alumnos, sino ayudarlos a desarrollar el pensamiento crítico. No debería reemplazar la instrucción en persona, sino ayudar a todos los estudiantes a prepararse mejor para ella”.
El experimento de Kestin y Miller merece ser estudiado por todos los docentes y confirma, de algún modo, que la IA no viene necesariamente a reemplazarlos. Es cierto que la IA presenta riesgos cuando se la aplica en educación -como no fomentar el pensamiento crítico, generar cierta dependencia o ampliar brechas entre quienes tienen acceso a la tecnología y quienes no lo tienen-, pero empieza a haber evidencia. Y son para tener en cuenta.
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