¿Valen 20 mil pesos tus datos biométricos? La venta del alma al diablo

En un escándalo que pone en tela de juicio la protección de nuestra privacidad y derechos fundamentales, a pocos kms. un kiosquero en Zapala, Argentina, ha sido acusado de comprar datos biométricos de los vecinos por tan solo 20 mil pesos. Este hecho, que podría parecer un incidente aislado, revela un problema mucho más profundo: la falta de conciencia sobre el valor y los riesgos asociados a nuestros datos personales. ¿Qué estamos vendiendo realmente cuando entregamos nuestra información biométrica? ¿Estamos, en esencia, vendiendo nuestra identidad?


¿Qué es un dato biométrico y por qué es importante?

Los datos biométricos son información única e irrepetible que identifica a una persona, como huellas dactilares, patrones faciales, iris o retina. Estos datos no solo son personales, sino que también son altamente sensibles porque permiten verificar nuestra identidad con precisión. La Ley Nº 25.326 de Protección de Datos Personales en Argentina considera a los datos biométricos como una subcategoría especial de datos personales que requieren protección estricta debido a su naturaleza. Cuando entregamos voluntariamente o por negligencia estos datos, nos exponemos a múltiples riesgos.


La externalización de la venta: ¿Un puente hacia empresas internacionales?

Lo ocurrido en Zapala podría ser solo la punta del iceberg. Una vez vendidos, estos datos pueden acabar en manos de entidades sin escrúpulos, aumentando los riesgos de su mal uso.
Los peligros de vender nuestra identidad.Cuando cedemos esta información, estamos entregando parte de nuestra identidad de manera irrecuperable. Los riesgos incluyen:

  1. Delitos virtuales: Suplantación de identidad para cometer fraudes financieros, abrir cuentas bancarias o pedir préstamos a nuestro nombre.
  2. Acusaciones falsas: Alguien podría usar nuestros datos para actividades ilegales, como el hacking, o identificarnos en escenas de crimines en que nunca estuvimos, lo que podría atraer la atención de organismos internacionales como la DEA o Interpol. Estamos preparados para demostrar que fuimos incorrectamente identificados, ¿que no somos quien el sistema dice ser? Cómo limpiar nuestro nombre?.
  3. Vigilancia no consentida: podríamos ser monitoreados constantemente, ser rastreados y detenidos como manifestantes en protestas políticas. Identificados sin nuestro consentimiento.
  4. Errores judiciales: un falso positivo podría llevarnos a enfrentar consecuencias legales injustas, a perder beneficios sociales por supuestas “identidades duplicadas”. Arrestos injustos al identificarse como un criminal buscado. Aunque sea liberado el daño emocional y social será significativo.
    Estos no son solo riesgos hipotéticos, ya han sucedido en otros países, y ponen en evidencia una cuestión moral y legal: ¿Es menos grave vender nuestros datos biométricos que vender un órgano? Al final del día, los datos biométricos representan nuestra esencia digital, y su mal uso podría tener consecuencias devastadoras.

    Regulación y concientización: ¿Qué podemos hacer como sociedad?

    A nivel individual, es crucial tomar conciencia del valor de nuestros datos y evitar venderlos por dinero fácil. La educación y la información son nuestras primeras líneas de defensa. Como ciudadanos de una democracia, tenemos el derecho y el deber de proteger nuestra identidad.
    En el plano legal, Argentina necesita reforzar su marco normativo. Las leyes existentes deben actualizarse para abordar los desafíos de las tecnologías biométricas y la inteligencia artificial. Incorporar medidas como evaluaciones del impacto de los riesgos para los derechos individuales; consentimiento informado, entender claramente qué datos están compartiendo, con quién y para qué. Transparencia y auditoría para garantizar seguridad y cumplimiento legal. Como así también prever la aplicación de sanciones severas para disuadir malas prácticas.

    ¿Estamos dispuestos a vender nuestra identidad por unos pocos billetes?

    La venta de datos biométricos no es solo un tema de seguridad, sino también una cuestión de dignidad y libertad. Vivimos en un país democrático en que lo que no está prohibido está permitido, ahora bien tenemos responsabilidades. Proteger nuestra información es un acto de resistencia frente a quienes buscan explotarla por beneficio propio.

    Vender el alma al diablo puede sonar como una figura literaria, pero en este caso, es una realidad preocupante. La identidad no tiene precio. No podemos permitir que nuestra esencia sea comercializada, porque hacerlo significa perder el control sobre quiénes somos y qué podemos llegar a ser.

    Como sociedad, debemos exigir regulaciones más estrictas, mayor transparencia y un compromiso firme con la ética en el manejo de tecnologías biométricas. La venta de datos personales no es solo una transacción; es un acto que nos pone en peligro a todos. Reflexionemos antes de tomar decisiones que podrían comprometer nuestra libertad y seguridad para siempre.

(*) Directora del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados de Neuquén.


En un escándalo que pone en tela de juicio la protección de nuestra privacidad y derechos fundamentales, a pocos kms. un kiosquero en Zapala, Argentina, ha sido acusado de comprar datos biométricos de los vecinos por tan solo 20 mil pesos. Este hecho, que podría parecer un incidente aislado, revela un problema mucho más profundo: la falta de conciencia sobre el valor y los riesgos asociados a nuestros datos personales. ¿Qué estamos vendiendo realmente cuando entregamos nuestra información biométrica? ¿Estamos, en esencia, vendiendo nuestra identidad?

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