¿Se puede aprender de la historia? ¿Es la historia una “maestra de vida”? La pregunta se plantea desde hace siglos, aunque nunca se ha llegado a una respuesta definitiva. El interrogante parece incluso más bizarro en nuestra época de puro presentismo, un rasgo que la induce a creer que todas sus experiencias son únicas y exclusivas.
Hay figuras del pasado, sin embargo, que el tiempo acerca en lugar de alejar. Maquiavelo es una de ellas. Aunque hijo de un contexto diverso al muestro, todo lo que ha escrito tiene para nosotros un poder anticipador. Como si fuera nuestro incómodo espejo.
En su Historia de Florencia (1520) refiere cómo una poderosa Génova, endeudada por la guerra, cede la aduana a sus acreedores, básicamente sus ciudadanos más ricos. Como eso no bastó, les entregó terrenos fiscales como garantía de nuevos préstamos. Finalmente, un consejo de cien acreedores instaló un gobierno paralelo en oficinas estatales junto a la aduana: un gobierno dentro del gobierno. Maquiavelo, que se sorprendía por pocas cosas, muestra estupor al ver que el pueblo terminó prefiriendo el gobierno de los privados en lugar de los funcionarios públicos.
Elon Musk podría reconocer allí a sus propios antepasados. En un rol inédito para un empresario, Trump lo eligió para desregular el Estado desde una oficina que funcionará dentro de la Casa Blanca. Otros multimillonarios hicieron política (Soros, Murdock, Bloomberg, Bezos), incluso varios en la era de Reagan. Pero todo fue entre bastidores.

Con total descaro, Musk juega en cambio bajo los focos: opina, presiona, insulta, actúa como si fuera un funcionario electo. Aunque no representa a nadie, salvo a su fortuna de US$ 450.000 millones. El hombre más rico del planeta encarna así la antítesis de lo público, lo contrario al interés general.
Con su análisis de la historia previa, Maquiavelo alertaba contra quienes, como los acreedores de Génova, usaban lo público como coto de caza. Toda la obra del florentino -y de allí su relevancia actual- es una meditación sobre los efectos de los negociados en la libertad general y en el cambio de cultura que genera la corrupción.
Bajo esa luz, conviene preguntarse si el arribo de Musk no implica un cambio de paradigma, el anticipo sin antecedentes de un avance profundo de los CEOs en el control abierto del Estado. Joe Biden, en su último discurso como presidente, alertó que “una oligarquía amenaza a la democracia”. Maquiavelo estaría de acuerdo.
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