Murió Beatriz Sarlo a los 82 años
La periodista, ensayista, autora y crítica fue una figura clave en el debate cultural y político nacional
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La periodista, escritora y ensayista argentina Beatriz Sarlo falleció este martes por la mañana a sus 82 años. Estaba internada en el Sanatorio Otamendi desde hace semanas a causa de un accidente cerebrovascular. Desde la muerte de su pareja, el cineasta Rafael Filippelli, en marzo del año pasado, su salud y su ánimo habían decaído. Como había dicho a LA NACION, trabajaba en su libro de memorias. “Es una autobiografía centrada en el hecho de no entender, que es mi experiencia constitutiva -dijo en 2022-. Uno podría decir que solo me he interesado por aquello que no entiendo, con lo cual también se podría decir que no he terminado de entender nada. Va a ser mi último libro. A fin de mes cumplo ochenta años y en algún momento me voy a morir”. En el último año, estuvo casi ausente de la vida pública. Intelectual de izquierda comprometida, sofisticada y rigurosa, fue crítica de los gobiernos kirchneristas, del macrismo y de La Libertad Avanza. Había nacido en Buenos Aires el 29 de marzo de 1942.
Se esperaba la llegada al país desde Chile de su exmarido, el arquitecto Alberto Sato, para informar el lugar donde hoy será despedida: el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDinCI), Rodríguez Peña 356, desde las 19 hasta la medianoche. El cortejo fúnebre saldrá del CeDinCI mañana a las nueve de la mañana al cementerio de Chacarita, donde también descansan los restos de Filippelli.
Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), se destacó en el ámbito de la literatura y la cultura, publicó varios libros de ensayos, y a partir de la recuperación democrática dio clases de literatura argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y, como profesora invitada, en varias universidades de Estados Unidos como Berkeley, Columbia, Minnesota, Maryland y Chicago; durante la dictadura, como otros intelectuales, dio clases privadas y clandestinas en la “universidad de las catacumbas”. Sarlo enseñó a leer literatura a generaciones de profesores, críticos y escritores, además de influir con sus ensayos y clases en la conformación del canon literario local.
Colaboró en los diarios LA NACION, Clarín, Perfil y en las revistas Viva y Noticias. Algunas de sus columnas se publicaron en Tiempo presente. Notas sobre el cambio de una cultura. “Todos los buenos ensayistas son escritores, en el sentido que Barthes dio a esa palabra -se lee en el primer texto del volumen, que ahora podría leerse en clave autobiográfica-. El ensayo escribe (y describe) una búsqueda”. Por la trascendencia de sus ideas y acciones, para muchos Sarlo se convirtió en la “Victoria Ocampo de la cultura” en la posdictadura y el relevo democrático. Escribió el libreto de la ópera V. O., con Martín Bauer.
Fue parte del consejo de redacción de la revista Los Libros, hasta su clausura en 1976. Desde 1978 hasta 2008 dirigió la revista de cultura y política Punto de Vista, un prestigioso ámbito de discusión y difusión intelectual. También trabajó en el Centro Editor de América Latina, con Boris Spivacow. Era cinéfila, melómana y aficionada al tenis: jugaba en el Club Ferro Carril Oeste, del barrio de Caballito, donde vivía. Colaboró en algunos guiones de películas de Filippelli, como No va más y Secuestro y muerte (sobre el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu a manos de Montoneros, temática que abordó en La pasión y la excepción).

Sus primeros libros -Literatura y sociedad (1982) y Ensayos argentinos: de Sarmiento a la vanguardia (1983)- fueron escritos en coautoría con el sociólogo y ensayista Carlos Altamirano, que fue su pareja. También dieron a conocer Conceptos de sociología literaria. Ambos pusieron en circulación conceptos y teorías para comprender el peso de la literatura en la historia.
En 1985, publicó El imperio de los sentimientos: narraciones de circulación periódica en la Argentina, 1917-1927 (sobre los folletines y la literatura sentimental) y en 1988, Una modernidad periférica: Buenos Aires, 1920 y 1930, enfocada en los años de las vanguardias del siglo pasado. A este ciclo de ensayos lo completó La imaginación técnica: sueños modernos de la cultura argentina, de 1992. Gran parte de su obra forma parte del catálogo de Siglo XXI en la Biblioteca Beatriz Sarlo, al cuidado de la profesora y escritora Sylvia Saítta. A comienzos de año, se lanzó Las dos torres. ¿Puede la cultura contemporánea pensar algo nuevo?
Beatriz Sarlo hizo básicamente dos cosas en la vida: leer y enseñar literatura. Con ello, cambió la forma en que entendemos nuestros libros y nuestras sociedades. El sello de la casa era una inteligencia luminosa y erudita. Sin ella, hoy, el mundo es un lugar un poco más idiota. pic.twitter.com/hPfcyZ8uOI
— Federico Guzmán Rubio (@feguz77) December 17, 2024
Su primer best seller fue Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, de 1994, que prosiguió con Instantáneas: Medios, ciudad y costumbres en el fin de siglo, de 1996. Resultado de sus conferencias sobre Jorge Luis Borges en la Universidad de Cambridge es el ensayo Borges, un escritor en las orillas, de 1993.
“Durante cuatro años recorrí la ciudad tratando de ver y de escuchar, pero sin apretar las teclas de ningún grabador -se lee en el prólogo de La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana, de 2009-. Llevaba, cuando llevaba algo, una libretita y una cámara digital, y tomaba centenares de fotografías, algunas de las cuales se publican acá sin epígrafes. Me propuse un conocimiento visual de algunas manifestaciones evidentes de la nueva pobreza, confiada en la potencia significativa de los pormenores”.
Le dedicó un ensayo al expresidente Néstor Kirchner: La audacia y el cálculo: Kirchner 2003-2010, de 2011. También a uno de los intelectuales que perfilaron su obra: el filósofo y crítico literario Walter Benjamin (Siete ensayos sobre Walter Benjamin); otro a la obra de su amigo, el escritor Juan José Saer (cuya literatura ella ayudó a encumbrar en el panorama literario local e internacional), Zona Saer, y otro al crítico literario francés Roland Barthes (Escritos sobre Roland Barthes). En Plan de operaciones. Sobre Borges, Benjamin, Barthes y Sontag, sumó a la intelectual estadounidense Susan Sontag con quien, en ciertos aspectos, se la podría comparar por sus intervenciones sobre estética, política, literatura y sociedad. Ficciones argentinas. 33 ensayos, de 2021, reúne críticas y reseñas de libros (muchos de ellos óperas primas) de autores argentinos.
Se fue Beatriz. Nos vamos quedando cada vez más solos. Nos supo pensar desde todos los ángulos, desde los rincones alejados del poder, desde la resistencia, desde la intelectualidad, desde la academia y la cultura.
— FlayDaniPittella💚🌟🌟🌟 (@flaviapittella) December 17, 2024
Gracias por dodo, Beatriz Sarlo. Nos quedan tus ideas.
Por pedido del editor Alberto Díaz, publicó en 2014 el libro de crónicas Viajes: De la Amazonia a Malvinas. Con La intimidad pública, de 2018, ahondó en las relaciones entre tecnología y cultura y el relieve de lo mediático a partir de dos “figuras”: el escándalo y la maternidad. Como ella misma se encargaba de recordar en entrevistas y columnas, concurría a actos políticos, marchas y manifestaciones para tomar el pulso de “la calle” y conversar con los asistentes. También se jactaba de usar el transporte público -una práctica que, remarcaba, la mayoría de los políticos esquiva- en sus recorridas por el circuito cultural de la ciudad de Buenos Aires: salas de cine y teatros, museos, editoriales, librerías y el Centro de Experimentación del Teatro Colón.
Entre sus muchos reconocimientos están la beca Guggenheim, el Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes, el diploma al mérito Konex, la Orden do Merito Cultural, grado Gran Cruz, de la República de Brasil, y la Pluma de Oro de la Academia Argentina de Periodismo.

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