Asma al-Assad, la mujer del exdictador sirio, fue declarada persona non grata en Gran Bretaña
Asociada al régimen de su esposo, se le prohibió el ingreso a Gran Bretaña, donde vivió gran parte de su vida; a pesar de su educación y conexiones en el país, las autoridades británicas mantienen las sanciones que la vinculan a los abusos del gobierno sirio
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LONDRES.- Asma al-Assad, que fue la imagen glamorosa y moderna de Siria, para luego ser asociada a la dictadura de su esposo Bashar, pasó la mitad de su vida en Gran Bretaña, donde ya no es bienvenida pese a su pasaporte británico.
Mientras los partidarios de su esposo se refieren a ella como “el jazmín de Damasco”, algunos de sus enemigos la han apodado “la dama de la muerte”.
Según las agencias de noticias estatales rusas, Asma al-Assad, de 49 años, huyó de Siria con su marido para buscar refugio en Moscú, aunque el Kremlin se negó a confirmar la presencia de la pareja y sus tres hijos.
Esta mujer nacida en Londres se casó en 2000 con Bashar al-Assad, que acababa de suceder a su padre, Hafez, al frente del país. Desde marzo de 2012, Asma al-Assad está sujeta a una congelación de sus activos como parte de las sanciones europeas, mantenidas por Londres tras el Brexit. Una medida motivada por el hecho de que “se aprovecha del régimen sirio, al que está asociada”, aunque posee pasaporte británico y no tiene prohibida su entrada.
Interrogado este lunes en la Cámara de los Comunes, el jefe de la diplomacia británica, David Lammy, se mostró categórico. ”He visto en los últimos días hablar de la posibilidad de que Asma Al-Assad, con nacionalidad británica, podría intentar venir a nuestro país. Quiero confirmar que está sujeta a sanciones y que no es bienvenida”, dijo. ”Haré todo lo que esté en mi mano para garantizar que ningún miembro de esta familia pueda establecerse en Gran Bretaña”, insistió.
Anteriormente, un alto funcionario del gobierno laborista, Pat McFadden, aclaró que las autoridades “no habían tenido ningún contacto ni ninguna solicitud por parte de la esposa del señor Assad para venir a Gran Bretaña”.
Algunos británicos fueron despojados de su nacionalidad por unirse al grupo Estado Islámico, recuerda Bader Mousa Al Saif, investigador del grupo de expertos Chatham House, también conocido como Instituto Real de Asuntos Internacionales, una organización no gubernamental, con sede en Londres, fundada en 1920. ”Si esto pasó con desconocidos, lo mismo, o más, podría aplicarse al caso de Asma al-Assad”, añadió McFadden.
De la City londinense a Damasco
Nacida en 1975 en Londres, hija de un cardiólogo, Fawaz al-Akhras, y de una diplomática retirada, Sahar Otri, ambos sirios, Asma al-Assad vivió durante mucho tiempo en el barrio residencial de Acton, al oeste de la capital. Su familia todavía posee una casa allí, según los medios británicos. Asma asistió a una escuela primaria local, donde se hacía llamar Emma, antes de ser educada en el prestigioso centro privado Queen’s College.
Graduada en informática y literatura francesa en el King’s College, se dedicó a las finanzas, trabajando en Deutsche Bank y JP Morgan.
Asma, quien es musulmana sunita, conoció a Bashar al-Assad a finales de los años 1990, cuando él, graduado de medicina en Damasco, se encontraba en la capital británica estudiando una especialización de oftalmología.
En junio de 2000 murió el presidente Hafez al-Assad y Bashar, su hijo, asumió la presidencia. En noviembre de ese año, Asma viajó a Siria para casarse con Bashar en una boda que sorprendió a muchos ya que no se habían conocido informes sobre su relación ni su noviazgo.
Kim Ghattas, quien fue corresponsal de la BBC en Medio Oriente, afirma que “una fuente anónima de la familia sugirió que Al-Assad se casó con Asma sabiendo que ella sería muy valiosa para mostrar un rostro moderno en Siria”.
Los Assad incluso buscaron la ayuda de una compañía de relaciones públicas británica, Bell Pottinger, para promover la imagen de Asma y de Siria en el escenario internacional. En Damasco, Asma al-Assad, encarnaba para muchos una promesa de modernidad, lejos de la discreción de Anissa, su suegra.
Asma fue calificada como “muy elegante” y también como “la más original, magnética y glamurosa de las primeras damas”. Estos fueron algunos de los adjetivos usados por Vogue en 2011, en un artículo titulado “La rosa del desierto”, dedicado a la entonces primera dama de Siria. Sin embargo, poco después, la revista retiró el reportaje debido a la violenta represión del gobierno de su esposo contra los manifestantes que exigían más democracia y libertad.
Sus detractores la acusan de haberse enriquecido gracias al Syria Trust for Development, una organización benéfica que ella fundó. En 2020, fue objeto de sanciones estadounidenses (igual que sus padres y sus dos hermanos) y el entonces secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, la presentó como “una de las personas que más se beneficiaron de la guerra en Siria”.
La pareja tiene tres hijos, dos chicos y una chica. El mayor se graduó recientemente en matemáticas en la Universidad de Moscú. El pasado mayo, la presidencia siria anunció que Asma al-Assad padecía leucemia, después de haber sido tratada entre 2018 y 2019 de un cáncer de mama.
Agencia AFP
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