El futuro del federalismo es su reformulación
Hay fragilidad política federal, facultades constitucionales licuadas y barrios privados con autonomía municipal. La miopía política puede traer nuevas provincias y municipios.

Presupuesto y licuación de autonomías provinciales:
1 Aceleracionismo y federalismo
El Gobierno entrará en una nueva etapa en estos meses. Intentará una aceleración sostenida que puede ser impulso de su éxito -o fracaso- en el año electoral. La oposición no hizo sino simular frenos a un Gobierno que realmente avanza, desarma y transforma. El único límite de Milei es, en todo sentido, Milei. Veremos cómo termina la dura negociación del presupuesto y si Papá Noel trae dos jueces supremos por decreto.

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Los actores federales deben estar preocupados porque las transformaciones serán concentradas y cada vez más vertiginosas. Sin acción colectiva a nivel regional habrá más debilidad institucional.
Milei licuará los cánones de la rivalidad entre puerto y provincias. Tanto la Provincia de Buenos Aires como CABA son el epicentro de una necrosis política y una entropía social muy fuerte aunque no las únicas. El vacío de inversión federal provoca diferentes dinámicas.
Una política pública se debilita cuando se vuelve un ícono sectorial de “bienpensantes” en una sociedad polarizada. Así sucederá con la educación superior, la ESI o la política ambiental.
Axel Kicillof entró en modo “Joe Biden” jugando a las guerras culturales que está destinado a perder. Como el partido demócrata, encerrado entre elites universitarias y figuras de Hollywood, el aislamiento político puede abrir un cambio esperado por décadas -o siglos- en el sistema político federal: la división constitucional de la Provincia de Buenos Aires.
El gobierno podría explorar ese tema irresuelto, hasta tabú. Puede amenazar la integridad del Tótem federal con la motosierra.
Transversalmente, a nivel político y territorial, se identifica a la histórica Provincia de Buenos Aires, junto a varios municipios de estratégico valor electoral en el conurbano, como una distorsión federal, como un desequilibrio a calibrar.
Además, el kirchnerismo aporta en la actualidad su guerra autodestructiva, su debilidad judicial y su miopía institucional. La extraña sociedad entre kirchnerismo y mileísmo puede tener frutos a largo plazo.
El macrismo intentó impulsarlo torpemente, sin consenso y con propuestas inconstitucionales. El oficialismo tiene a muchos actores fundamentales de la reforma de 1994 en su centro de asesoría, gestión y negocios.
Muchos de esos protagonistas saben que la reforma se gesta con paciencia. En el caso de 1994, entre 1983 y 1993. Una década de intercambios partidarios dando frutos y gestando sociedades varias durante los últimos treinta años.
Uno o dos mandatos de restricción económica, disputas por recursos y batallas mediáticas pueden impactar críticamente en el conurbano. Ya lo está haciendo silenciosamente y esto recién comienza. Para un nuevo mapa federal se requiere modificar la Constitución pero el Gobierno tiene silencios supremos a su favor.
2 Nuevas autonomías municipales
La reformulación del federalismo y la destrucción de las capacidades estatales eran una tendencia previa al Gobierno que éste aceleró hacia un futuro que es una incógnita existencial para todas las provincias desunidas. Sin embargo, una pregunta podría ayudar a enfocarnos: ¿Qué tiene más potencial de crecimiento, estabilidad y desarrollo: la Provincia de Buenos Aires o Nordelta? Kentucky Club de Campos, a las afueras de Rosario, solicitó un dictamen para fundamentar su salida del partido de Funes. Más allá de las simpatías de su dueño, de ser el barrio privado de Lionel Messi y de la elite empresaria rosarina, el debate tiene un potencial constitucional único. Instituciones privadas transmutando en instituciones públicas. Lo mencionamos anteriormente: mega-empresarios con contratos claves en EE. UU. pasando a ser ministros de desregulación estatal. Es tendencia global.
No sería extraño ver a un empresario tecnológico como líder político de una nueva provincia o municipio.
Esos serían los caudillos federales del siglo XXI y los nuevos tecno-barones feudales de un conurbano rediseñado. Así un nuevo federalismo podría tomar fuerza de la larga desintegración de la hipertrofiada cabeza de Goliat.
* Abogado, profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.

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