El 27 de abril de 2025, el Vaticano vivirá un acontecimiento histórico: la canonización de Carlo Acutis, quien se convertirá en el primer santo milenial de la Iglesia Católica. Este joven, conocido como “ el ciberapóstol de la Eucaristía“, representa un nexo entre la espiritualidad tradicional y el uso de la tecnología para difundir la fe.
Un santo de vida breve pero intensa
Nacido en Londres el 3 de mayo de 1991 en una familia italiana, Carlo se trasladó a Milán siendo aún un bebé. Aunque criado en un hogar no practicante, mostró desde pequeño una profunda devoción religiosa que desconcertó a sus padres.
A los siete años, pidió recibir la comunión, describiéndola como “mi autopista hacia el cielo”. Desde entonces, asistió diariamente a misa, rezó el rosario y se confesó semanalmente.
Carlo combinó su fe con una fascinación por la tecnología. Aprendió programación de manera autodidacta y, a los 14 años, creó un sitio web para catalogar y documentar milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia.
Esta obra, que recopiló más de 130 milagros de todo el mundo, se transformó en una exposición itinerante que llegó a los cinco continentes, incluyendo destacados santuarios como Lourdes (Francia), Fátima (Portugal) y Guadalupe (México).
Pero su compromiso no se limitó a la informática. Carlo dedicaba tiempo a ayudar a los necesitados, desde ancianos hasta personas sin hogar, con quienes compartía su dinero y tiempo.
En una ocasión afirmó: “La tristeza es mirarte a vos mismo. La felicidad es mirar a Dios”. Su ejemplo influyó incluso en su entorno escolar, donde motivó a compañeros y docentes con su espiritualidad.
Su camino hacia la santidad en la Iglesia Católica
En octubre de 2006, Carlo fue diagnosticado con leucemia fulminante. A pesar del sufrimiento, ofreció su enfermedad por el Papa y la Iglesia, diciendo: “De aquí ya no salgo, pero voy directo al cielo”.
Falleció el 12 de octubre de ese año, a los 15 años, en Monza. Su deseo de ser enterrado en Asís, ciudad natal de San Francisco, se cumplió, subrayando su conexión espiritual con el santo que inspiró al Papa Francisco a adoptar su nombre.
Desde su muerte, la fama de santidad de Carlo se ha extendido rápidamente. Su funeral reunió a personas de diversos orígenes que lo consideraban un ejemplo de amor y solidaridad.
Su legado inspiró conversiones y oraciones en todo el mundo. En 2020, fue beatificado en Asís tras la aprobación de un milagro atribuido a su intercesión: la curación inexplicable de un niño brasileño.
En mayo de este año, el Vaticano anunció un segundo milagro, abriendo el camino para su canonización.
Un santo milenial para una nueva era
La figura de Carlo Acutis tiene una relevancia particular en la era digital. Su capacidad para unir tecnología y fe lo convierte en un modelo para los jóvenes católicos.
A menudo se lo menciona como un posible “patrono de Internet”, una idea que intenta resaltar su papel como precursor del uso de las tecnologías de la información en el ámbito religioso.
El Papa Francisco, quien beatificó a Carlo en 2020, ya subrayó su capacidad para “evangelizar con herramientas modernas”.
Para el Sumo Pontífice, Carlo es un ejemplo de cómo vivir la fe en el mundo contemporáneo sin perder el enfoque en lo esencial. La decisión de canonizarlo durante el Jubileo de 2025 da más argumentos a esa importancia que le otorga la Iglesia actual.
La conexión de Carlo con San Francisco de Asís establece un vínculo simbólico con el Papa. Jorge Bergoglio adoptó el nombre Francisco en honor al santo de la pobreza y la humildad, buscando revitalizar valores que se vieron compartidos con Carlo. La elección de Asís como lugar de descanso final del joven profundiza esta conexión espiritual.
Un legado para el futuro
La historia de Carlo Acutis y su breve vida deja un impacto duradero. Su canonización no solo lo convertirá en el primer santo milenial, también intenta ser un símbolo de cómo la fe puede adaptarse a los tiempos modernos sin perder su esencia.
Con su rostro juvenil y su mensaje de esperanza, la Iglesia ve en Carlo Acutis una inspiración para generaciones venideras. Su canonización en 2025 marcará un hito en la historia de la Iglesia, intentando demostrar que la santidad es accesible para todos, incluso en la era digital.