"El David marrón" se presenta este jueves en Tartagal y mañana y el sábado, en Salta capital. La alusión podría ser doble: a la obra de teatro y también al actor y autor del texto dirigido por Laura Fernández. Ocurre que David Ángel Gudiño, de él hablamos, es marrón y lo dice con su arte. Después de 5 meses a sala llena en Ciudad de Buenos Aires, el unipersonal se presentó en Jujuy y ahora en Salta. Gudiño obtuvo por este trabajo el Premio Trinidad Guevara 2023 como revelación masculina. Actualmente, está nominado a los Premios María Guerrero por mejor actuación unipersonal y también la obra recibió nominaciones en dirección, escenografía y fotografía. Fue producida con el apoyo del Centro Cultural 25 de Mayo, el INT e Identidad Marrón.
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"El David marrón" se presenta este jueves en Tartagal y mañana y el sábado, en Salta capital. La alusión podría ser doble: a la obra de teatro y también al actor y autor del texto dirigido por Laura Fernández. Ocurre que David Ángel Gudiño, de él hablamos, es marrón y lo dice con su arte. Después de 5 meses a sala llena en Ciudad de Buenos Aires, el unipersonal se presentó en Jujuy y ahora en Salta. Gudiño obtuvo por este trabajo el Premio Trinidad Guevara 2023 como revelación masculina. Actualmente, está nominado a los Premios María Guerrero por mejor actuación unipersonal y también la obra recibió nominaciones en dirección, escenografía y fotografía. Fue producida con el apoyo del Centro Cultural 25 de Mayo, el INT e Identidad Marrón.
David nació en Tartagal y, cuando tenía 7 años, su familia se fue al otro extremo del país, a Tierra del Fuego. En algún momento quiso entender por qué no se lo consideraba argentino en su propio país, e indagó sus raíces y comenzó a cuestionar situaciones que se aceptan como normales. Conoció al Colectivo antirracista Identidad Marrón, y empezó a nombrar, a darle letra a muchos recuerdos y situaciones cotidianas. Dialogó con El Tribuno sobre esas percepciones que quiere compartir en una pieza que escribió con las herramientas que le brindó la educación pública, su esfuerzo y talento.
¿Cómo nace "El David marrón"?
En el 2009 yo vivía en el exterior, trabajaba en un lugar turístico y tenía que dar algunas indicaciones para que la gente entrara y, a veces, me preguntaban de dónde era y yo decía argentino, y la gente se reía. Me decían "no parecés argentino, pareces de Vietnam o de Filipina". Y era muy chico en ese momento y me parecía una locura no parecer argentino, y me acuerdo que me sentía muy mal. Y varios años después, en ciudad de Buenos Aires, cuando estudiaba actuación en la universidad, siempre se trabaja con las cosas que uno hace o con las cosas que a uno le pasan y empecé a desarrollar un monólogo de humor que arrancaba con esta situación, eso de "vos no sos argentino". Lo mismo cuando me subía a taxis aquí... no entraba en mi cabeza, ¿qué pasa acá? A partir de esas anécdotas comienzo a desarrollar la historia de lo que implica eso: vivir en un país donde los rasgos indígenas son extranjerizados. En redes sociales aparece mucho esto de "andate a tu país, sos un boliviano, un peruano"... En el 2019 empecé a escribir, no se llamaba "El David Marrón", tenía otro nombre, porque la obra hablaba sobre un chico morocho, mestizo, trigueño... Y cuando conozco al colectivo Identidad Marrón en el 2020, empiezo a nombrar al personaje marrón. Y una compañera, Flora Nómada, hace la obra "La Venus Marrona", basada en el Nacimiento de la Venus, de Botticelli. Y entonces dije ¿qué obra hay para mí? Y me di cuenta: el David. Y, como si fuera un chiste, digo me llamo David como la escultura, y yo soy marrón y este David es reblanco. Y le puse: "El David Marrón". Todo lo que le pasa a este personaje se lo cuenta al David y se lo dice y se lo reclama, también; porque la blanquitud está ahí. Y mi personaje echa las culpas y chicanea a esta escultura que viene copando el mundo del arte desde el 1500.
Hoy, a las 21, Centro Cultural Tartagal, avda. Alberdi 195, Tartagal; mañana y el sábado, a las 21.30, en el Centro Cultural América, Mitre 23, Salta capital. Entradas anticipadas al 54 9 11 6511 0448. Consultas [email protected]
Y es un arquetipo de la belleza en Occidente…
Sí, sí. Se emplazó hace poco en Chaco uno; entonces sigue siendo hasta hoy el David de Miguel Ángel el centro del arte, y la legitimación del arte en nuestros lugares. Y no aparece nada con la misma potencia desde lo marrón indígena, ¿no? Entonces, todo eso quiero mostrar. La obra cuenta una historia de amor de dos chicos que se conocen en el baño en un museo en Ciudad de Buenos Aires. Un chico marrón indígena y un chico rubio, blanco se conocen, se enamoran, tienen una historia de amor y hay un desamor. Y a partir de ese desamor el David Marrón decide destruir el David de Miguel Ángel. En escena, cuando la gente entra ve al David destruido...
Apuntás a un mundo simbólico muy presente: la identificación del argentino como blanco.
Hay un gran problema identitario que genera esta desconexión, desarraigo, desvío que hemos sufrido desde nuestra ancestralidad indígena; nada nos hace anclarla y nada en el sistema, en la cultura, en la política nos hace hacer pie en nuestra ancestralidad indígena... Requiere un gran trabajo personal quererla, apreciarla, abrazarla. Y sí, genera una gran distorsión en la identidad porque en el "ser nacional", en ese sujeto nacional argentino -la argentinidad-, lo marrón indígena no está. Es muy difícil en la urbanidad encontrar ese lugar, porque nadie que nació en la urbanidad puede decir soy indígena, ¿qué tierra tengo yo para reclamar? Ninguna, ninguna, pero la cara de indio la tengo, entonces, ¿qué hago?, ¿cómo accedo? Y yo que quiero ser actor y quiero estar en películas, ¿cómo accedo como argentino al mercado, a la industria, al trabajo? Ahí es donde se empieza a ver que desde el mercado del entretenimiento se vulnera el derecho de acceso al trabajo, y entonces las personas marrones indígenas tenemos que producir nuestras propias historias para generarnos trabajo, cuando el mercado sigue valorando y dándole más importancia y lugar a los rasgos del David de Miguel Ángel... Ese sigue siendo el sujeto elegido para protagonizar, para hablar, para ser político, para ser juez, para ser conductor de televisión... Yo no quiero causar una revuelta, solo me lo pregunto en términos ficcionales y desde lo que hago; desde lo artístico, me pregunto, ¿qué pasa si un día nos levantamos los marrones indígenas y decimos "che, ¿por qué votamos solo gente blanca?". Hay algo de este lugar que, me parece, habilita la diferencia para entender que somos distintos y construir desde ahí...
La obra recorrió muchos escenarios, ¿cómo le fue?
Sí, estuvimos en Barcelona, en Cataluña, nos invitaron a un festival de humor allá, había 250 catalanes, españoles, y se mataban de risa, pero no se hacían mucho cargo. La obra maneja mucho humor, y hablo de Colón y como que había una descarga mucho en la risa, y no sé cuántos se fueron pensando. Y la recepción acá, en Ciudad de Buenos Aires, fue muy buena. Agotamos todas las funciones desde junio hasta fines de octubre. A pesar de la situación económica tan difícil, la gente ha hecho el esfuerzo y me he sentido muy apoyado. Siento que la gente tiene ganas de ver nuevas caras y de dar nuevas oportunidades a nuevas personas. Me parece que la industria, la cultura, el mercado del entretenimiento en Argentina necesita nuevas caras, sin apellido, sin contactos. Creo que las redes sociales han habilitado ese lugar para que nuevas personas podamos aparecer...
... la cara de indio la tengo, entonces, ¿qué hago?, ¿cómo accedo? Y yo que quiero ser actor y quiero estar en películas, ¿cómo accedo como argentino al mercado, a la industria, al trabajo? Ahí es donde se empieza a ver que desde el mercado del entretenimiento se vulnera el derecho de acceso al trabajo, y entonces las personas marrones indígenas tenemos que producir nuestras propias historias".
¿Es la primera vez que traés una obra a Salta?
Sí, sí. La última vez que fui, fui a ver a mi abuela en Tartagal, en el 2013. Así que no voy hace 11 años a Salta. Sí, fui a Jujuy a grabar para una serie, conocí Purmamarca, pero no pude cruzar a Salta.
Naciste en Tartagal, y te fuiste con tu familia al sur, ¿es así?
Sí, Menem lo hizo, en el 93. Cuando se privatiza Gas del Estado, a mi viejo le dan la indemnización, nos alcanza un tiempo y después fue caer en la pobreza. De tener una vida habitual, normal, en términos económicos, empezamos a hacer flores de papel, que mi mamá iba y vendía en el cementerio, y vendíamos humitas, remeras... Y no hubo mucha salida, le ofrecieron un trabajo a mi papá en el sur, y él se fue a probar allá, dijo "acá vamos a comer", y nos fuimos. Fue como un "insilio", ¿no?, dentro de tu propio territorio tenés que emigrar para comer...
¿Qué edad tenías, David?
Yo tenía siete, y encima mis viejos con pocos recursos. No se sentaron y me dijeron: "vamos a un lugar frío". Yo me enteré cuando bajé del avión. Fue muy traumático, de ser un niño jugando en la calle, en la 25 de Mayo en Tartagal, de estar todo el día afuera, de repente tener que estar encerrado en un hotel, porque no teníamos casa, y vivíamos en una habitación todos juntos... fue algo muy traumático, pero mis viejos siempre trabajaron muchísimo. Mi viejo, maestro, mi mamá siempre precarizada, limpiando casas, y se preocuparon siempre por nuestra educación, que siempre fue pública, y por eso fui como progresando...
¿Llegaste a Buenos Aires a estudiar teatro?
Me recibí de profe de Biología en Río Grande, en Tierra del Fuego, entonces me dije con esto ya puedo trabajar, porque no tenía mucho apoyo de mis padres para ser artista. Y vine a Buenos Aires y empecé a dar clases de Biología, y pude estudiar la Licenciatura en Actuación en la Universidad Nacional de las Artes, empecé en el 2012 y me recibí en el 2018.
¿Y qué te aportó ese tipo de formación?
Todo... la universidad me dio todos los medios, toda la capacidad, no sólo para actuar, digo en términos técnicos, qué tenés que hacer cuando te parás a decir un texto, sino también en el entendimiento del mercado y de investigar la actuación. Investigar cómo se hace avanzar un lenguaje, así como la música, la pintura, cualquier rama del arte, el cine, que va progresando, también las artes escénicas. Y la universidad me preparó. Y conocí el Colectivo Identidad Marrón y dije "ah, claro, soy marrón indígena, acá nadie me va a venir a llamar, nadie me va a dar laburo, tengo que empezar a hacer las cosas yo". Y me puse a escribir, y la universidad me dio las herramientas para escribir, montar un espectáculo y hacerlo circular, las herramientas para entender el mercado en su totalidad. Un lenguaje. Sí, estoy muy agradecido, sin la universidad pública jamás hubiese podido pagar las maestras y maestros que tuve de actuación, de teatro.
Tenés las herramientas de la actuación, y estás expresando algo que tiene que ver con tu propia vida, tu identidad...
Sí. La universidad te prepara para ser un sujeto crítico, de la propia vida, del contexto político que te toca vivir. ¿Viste eso que se dice del adoctrinamiento en las universidades? Yo, como trabajaba, llegaba, cursaba y me tenía que ir corriendo a trabajar. Jamás formé parte de un centro de estudiantes, me decían vota, y yo "sí, voy a votar", porque sabía que habían luchado... Fui un estudiante bastante despolitizado. Pero con la formación y el entendimiento del gran esfuerzo que hace todo el pueblo argentino para sostener la única herramienta que nos permite el ascenso social, digo esto en videos: no demonicen la universidad pública, porque atrás, adelante, a los costados, hay familias enteras que pudimos salir de la pobreza. Es mi caso, como soy un sobreviviente de las políticas neoliberales de los 90, entonces jamás defendería estas políticas que repiten aquello. Y con los despidos y esas personas que pierden su trabajo, a mí me pasa que yo veo a los hijos de esas familias, no sé si pienso tanto en los adultos, ¿viste?, pienso en esos hijos, que tenés tu mamá y tu papá y llegan a la casa y no tienen más trabajo... a mí me pasó. Ese es el sufrimiento que a mí me parte el corazón. Y, a su vez, gracias a la universidad estoy donde estoy, que es algo muy del esfuerzo propio, porque nadie me aprobó los exámenes, ni me compró la fotocopia, ni me llevó en remis a estudiar. La universidad no solo te prepara en términos académicos, sino también en términos laborales.
¿Podés resumir la obra en pocas palabras?
Es una obra de humor que cuenta un amor interracial, que dice mucho de cómo siempre uno piensa lo interracial en relación con lo afrodescendiente y lo blanco, pero entre lo marrón indígena y lo blanco también se dan las familias y las parejas interraciales...
No demonicen la universidad pública, porque atrás, adelante, a los costados, hay familias enteras que pudimos salir de la pobreza".
¿Cómo llegaste al colectivo Marrón?
En el 2020, cuando fue el asesinato de George Floyd, todos los medios decían racismo, racismo, racismo. Y sí, por supuesto que lo fue, pero Identidad Marrón decía ¿por qué los medios se van tan lejos? A Luis Espinosa, un peón, en Tucumán, más o menos en la misma época, lo mataron las fuerzas policiales, y nadie fue a decir racismo, racismo, racismo. Identidad Marrón puso un collage con muchas caras de chicos iguales a mí, con mi misma cara, y yo me acordé cuando me paró la policía, que me revisó absolutamente todo, al mediodía, acá, en Jujuy y Moreno, pleno Balvanera, y dije "¡ah, claro, soy marrón!". Me acordé que a los 7 años me dijeron no le pongás tanta azúcar al té porque nunca vas a ser blanco. Y empecé a decir soy marrón, y empecé a escribir, empecé a hacer videos, monólogos, a algunos les fue bien, participé en un concurso en Cannes con un cortometraje que se llama "Argentina no es blanca", y a partir de ahí me fui sumando, fui participando en todas las actividades del Colectivo, que tienen que ver con el arte y la educación.
Con la obra, ¿te dijeron "me pasa a mí"?
Todo el tiempo... Un ingeniero que subió una foto con la novia, la novia súper blanca y él súper marrón, tucumano, y comentaron personas que él desconocía "cómo vos siendo tan linda podés salir con alguien tan feo", y borró ese comentario de la vergüenza de él mismo que sintió. Después, una chica me mandó un mensaje y me dijo "yo de chica no quería tomar Coca-Cola ni chocolate porque no me quería hacer más marrón, y si el racismo estructural no existiese yo no tendría por qué sentir eso". Miles... Hace poco me escribió una chica también contándome que tuvo un novio marrón que falleció en un accidente de moto, y después de ver la obra entendía todas las cosas que le pasaban y que él no las podía poner en palabra, porque es muy difícil para un chabón heterosexual decir sufro racismo... Creo que es un lugar de desconstrucción para los varones marrones decir "voy a la farmacia y no me quieren vender porque no tengo la receta, pero anda vos porque sos blanco". Eso también me lo contaron. Todo el tiempo me llegan mensajes que a veces son tan profundos que no sé qué contestar. Cosas que se dicen y que uno las guarda y que es muy difícil contestar porque es muy grande la humillación y el dolor, y no entendés por qué alguien diría algo así. Me parece que la existencia del Colectivo Identidad Marrón hace que podamos ponerle palabras a eso. Cuando alguien me insulta "boliviano, peruano, cara de colla"... todos esos no son insultos, la gente está siendo racista. Y nosotros desde nuestra responsabilidad hablarlo y exigir tratamiento igualitario, porque el racismo es eso: es tratamiento diferencial por tu etnia que te impide acceder a un derecho. Y es ignorancia también, no es solo culpa de las personas, hay un sistema que lo sostiene, hay una estructura que ya viene así. ¿Dónde están los jueces Mamaní, Condori, Choque? Necesitamos que se abran espacios y nosotros mismos los tenemos que abrir...
Y nosotros desde nuestra responsabilidad hablarlo y exigir tratamiento igualitario, porque el racismo es eso: es tratamiento diferencial por tu etnia que te impide acceder a un derecho".
¿Qué se va a encontrar la gente que vaya al teatro?
Se va a encontrar con un David de Miguel Ángel destrozado, y un chico marrón indígena salteño, contándole por qué decidió romperlo todo.