IA: CEOs cholulos y las chances para el país

“Señor presidente, le puedo pedir un favor: tengo a mi novia acá afuera, ¿le puedo pedir que entre así nos sacamos una selfie?”.

Eso fue lo que le dijo Jeff Bezos -el fundador de Amazon y una de las personas más ricas del mundo- a Javier Milei, cuando terminaban una reunión (de apenas cinco personas) que mantuvieron en el marco de la Conferencia de Sun Valley, en junio de este año.

Así lo contó Demian Reidel -jefe de asesores del Presidente y uno de los candidatos más firmes a ser el próximo embajador en EE.UU.-, en una reciente conferencia sobre Inteligencia Artificial.

Reidel, Milei y el Gobierno se entusiasman con las oportunidades de negocios que puede abrirle al país la nueva revolución productiva y económica que promete la IA.

Cada vez son más los expertos que ven a esta tecnología como la “bala de plata” que tiene el país para dar el salto, resolver históricos problemas de atraso y salir de más de una década de recesión.

La Argentina tiene unas cuantas fortalezas como para poder aprovechar esta chance. El “cholulismo” con la figura de Milei por parte de los CEOs de las grandes tecnológicas es una de ellas.

El liderazgo excéntrico del Presidente (y su discurso anti regulación) es visto con interés por los multimillonarios ejecutivos que podrían definir inversiones en la industria tecnológica.

Otra fortaleza es la generación de talentos que surgen de las carreras técnicas y científicas de las universidades argentinas, que son muy valorados y observados en el mundo.

Pero así como Argentina tiene esas fortalezas también tiene debilidades, que se pueden transformar en “cuellos de botella” para el pretendido salto productivo de la mano de la IA.

La principal debilidad es la persistente crisis de la educación básica, donde chicos y adolescentes desarrollan las capacidades mínimas para incorporarse al mercado laboral. Solo 13 de cada 100 alumnos que entran hoy a la primaria terminan la secundaria en tiempo y forma (con nivel aceptable en Matemática y Lengua).

A ese deteriorado sistema el Gobierno le aplicó un recorte de 40% este año, que no planea recuperar en 2025. También hay un brutal ajuste en los institutos y laboratorios científicos, donde se forman los talentos que la industria tecnológica valora.

La IA es una chance inesperada que se le presenta a la Argentina, pero a la suerte hay que ayudarla. Bienvenida toda gira que abra puertas, pero no las cerremos descuidando uno de los principales activos para la revolución de la IA: el capital humano.