La suerte le fue esquiva a Central Córdoba. En la última jugada del partido ante Estudiantes de La Plata, encaró Agustín Morales, uno de los que ingresó para darle aire al equipo, y pisando el área sacudió un derechazo bajo, esquinado, que superó la estirada del arquero Matías Mansilla. Parecía gol y muchos lo gritaron, pero el palo se interpuso. Merecía ser gol, claro, pero no. Rebotó en la base del vertical derecho y salió. Así el partido, jugado en una tórrida tarde (¿a quién se le habrá ocurrido programar el cotejo a las 16?), finalizó uno a uno.
Alexis Manyoma, a los 13 minutos, luego de una mala salida del local (Abascia quiso habilitar a Cabrera por el medio y ahí nació la contra...), el “pincha” aprovechó la velocidad del colombiano para tomar desarmada a toda la defensa local y aprovechar la floja reacción del golero Luis Ingolotti, para poner en ventaja al visitante.
Antes de ese gol, el “ferro” pudo ponerse adelante a través de Cabral, tras un buen desborde de Meli por izquierda, en combinación con Varaldo; pero el ex-Mitre no llegó para empujarla.
Después del uno a cero, el infernal calor y el buen retroceso de Estudiantes, achicando espacios hacia atrás, no le permitió al local generar peligro. El “ferro” tocaba y tocaba, la mayoría de las veces sin la velocidad necesaria, llegaba hasta tres cuartos y ahí morían sus intentonas. El “pincha”, con poco, ganaba y casi se pone 2 a 0.
A los 43, Palacios puso un centro pasado, el paraguayo Arzamendia elevó la pelota por sobre el cuerpo de Ingolotti y por el medio, entrando completamente solo, Tobio Burgos cabeceó de pique al suelo afuera. Increíble.
En la jugada siguiente, trepó Barrios por derecha, cedió a Rodrigo Atencio, quien encaró de la derecha al centro en diagonal y sacó un zurdazo inatajable para Mansilla, para estampar el 1-1.
En el complemento, poco para destacar. Solo aquel remate de Agustín Morales, en el que el palo le negó el gol; pero para ser honestos, el empate fue lo más justo, por lo hecho por uno y otro.