La salud mental es una pieza fundamental en el proceso de pérdida de peso, al igual que el bienestar físico y una nutrición adecuada. La obesidad es una enfermedad crónica y compleja que va mucho más allá de la alimentación y el ejercicio; requiere un abordaje integral que incluya la dimensión psicológica.
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La salud mental es una pieza fundamental en el proceso de pérdida de peso, al igual que el bienestar físico y una nutrición adecuada. La obesidad es una enfermedad crónica y compleja que va mucho más allá de la alimentación y el ejercicio; requiere un abordaje integral que incluya la dimensión psicológica.
A menudo, las personas que desean perder peso se enfrentan a obstáculos emocionales y mentales que, sin siquiera advertirlo, dificultan su progreso. Es posible que, a pesar de sus esfuerzos, sientan que nada funciona, y esto puede deberse a que su salud mental no atraviesa su mejor momento.
Tal como explica la licenciada en psicología Jessica Landogna, aspectos como la relación con la comida, el impacto negativo del estrés y la importancia del apoyo terapéutico son factores clave en cualquier proceso de pérdida de peso. La psicología, en este contexto, ayuda a entender que el sobrepeso no es solo cuestión de "comer mucho", sino que está influenciado por el estrés, patrones familiares y diversas patologías psicológicas que afectan los hábitos alimentarios.
Para alcanzar un peso saludable y sostenido, es necesario considerar y cuidar cada uno de estos aspectos de manera conjunta. Solo así se puede lograr un cambio duradero y una mejor calidad de vida.
¿Es necesaria la ayuda psicológica al intentar perder peso?
Iniciar un proceso de pérdida de peso no es sencillo; no basta con ponerse a dieta por unos meses y esperar resultados duraderos. Este camino implica un cambio profundo en los hábitos alimentarios, aprender a comer de manera consciente, y saber elegir los alimentos que realmente nutren el organismo. "Las personas van aprendiendo a desarrollar un 'autocuidado', y en ese proceso la parte psicológica es fundamental", afirma la licenciada en psicología, quien trabaja en la institución Dieta Club Salta, cuya sede central es dirigida por el reconocido doctor Alberto Cormillot.
Cambiar la relación que se tiene con los alimentos no es tarea fácil. Además, este nuevo enfoque en la alimentación debe estar acompañado de ejercicio regular, lo que representa un cambio de vida integral, de 180º para muchos.
La terapia puede ayudar no solo a modificar los hábitos, sino también a trabajar en otros aspectos clave como aprender a poner límites en las relaciones interpersonales y a generar nuevos espacios de disfrute. Estos elementos son esenciales para construir una relación más saludable y equilibrada con la comida.
El papel de las emociones
A lo largo de un solo día, podemos experimentar una amplia gama de emociones: alegría, tristeza, frustración, estrés, o enojo son solo algunas de las que se disputan la preponderancia en nuestra mente.
Muchas veces, estas emociones terminan canalizándose a través de la comida. ¿Alguna vez experimentaste una sensación de "tranquilidad" después de comer cuando te sentías estresado? ¿O sentiste deseos de comer algo dulce en un momento de tristeza? Esta es una respuesta natural del organismo y está relacionada con el papel que ocupa la comida en nuestra vida.
La licenciada Landogna afirma que es importante "trabajar en la identificación de las emociones, para que, cuando se presenten nuevamente, puedan ser gestionadas de otra manera de forma consciente".
Además, explicó que el estrés puede llevar a consumir alimentos más calóricos o, en otros casos, a dejar de comer. "La salud es un concepto integral", comentó la psicóloga.
Cómo superar la frustración
Al iniciar un proceso de pérdida de peso, es común experimentar diferentes etapas. Al principio, es posible notar un cambio significativo: la balanza muestra un descenso rápido, lo cual puede ser muy motivador. Sin embargo, este progreso suele estancarse, y en esa "meseta" surge la frustración.
Landogna explica que, por esta razón, "se trabaja en hacer foco en el cambio de hábito
más que en el peso, ya que eso es lo que realmente motiva". En estos momentos, es crucial no detenerse y recordar que el objetivo final es mejorar la salud, más allá de los cambios estéticos.
Además, plantearse objetivos a corto plazo sirve como una fuente constante de motivación y ayuda a prevenir la frustración. Establecer pequeñas metas alcanzables permite disfrutar el proceso y mantener la constancia a largo plazo.
Cómo afecta la autoestima
La autoestima, es decir, el conjunto de percepciones y pensamientos que una persona tiene sobre sí misma, se empieza a construir desde la infancia y se moldea a lo largo de la vida. En personas con sobrepeso, la autoestima puede verse afectada por factores sociales, familiares y personales, lo que puede generar inseguridad y una visión negativa de su propia imagen. Por eso, al iniciar un proceso de pérdida de peso, el acompañamiento terapéutico es clave no solo para trabajar en los cambios físicos, sino también para fortalecer el bienestar emocional y mental.
La terapia puede ayudar a una persona a entender y mejorar su autoimagen, promoviendo una relación más positiva con el propio cuerpo. A través del tratamiento psicológico, es posible identificar y transformar creencias limitantes o pensamientos negativos que afectan la valoración personal. Este cambio de perspectiva también permite que la persona valore el progreso de su salud, más allá de los aspectos estéticos.
Landogna recalca la importancia de enfocar el proceso en "mejorar la salud por sobre lo estético". Comprender que el objetivo principal es el bienestar integral y no solo el aspecto físico ayuda a fortalecer la autoestima y a mantener la motivación a largo plazo.
¿Y si tengo ganas de darme un "gustito"?
Restringir o prohibir un alimento nunca es una estrategia efectiva ni saludable. Un cambio en la forma de alimentarse implica un cambio de vida que debe poder sostenerse a largo plazo y, por ello, no debe basarse en la privación constante.
¿De qué sirve prohibirnos un chocolate, por ejemplo, si en la vida cotidiana es común encontrarnos en situaciones donde alguien nos ofrece uno? Un cambio alimentario no significa eliminar por completo las comidas que disfrutamos, incluso si no son tan saludables. Más bien, se trata de aprender a integrarlas de manera equilibrada en nuestra vida.
La licenciada Landogna sostiene que esos "gustitos" deben ser "planificados y medidos; la clave está en organizarse para que no nos desborden". Esto significa incorporar estos alimentos de manera consciente, como parte de una alimentación flexible que permita disfrutar sin exceso. Además, agrega que "la persona debe aprender a tener una relación saludable con la comida para evitar la frustración y para que comer no genere un sentimiento de culpa".
De esta manera, el objetivo es construir un enfoque alimentario que permita vivir sin restricciones extremas, logrando un balance que contribuya tanto al bienestar físico como emocional.
El rol del entorno
El círculo de contención que rodea a una persona que comienza a transitar por el camino de un cambio alimentario es fundamental para su éxito. La manera en que cada individuo desea ser acompañado puede variar; algunos pueden necesitar apoyo emocional, mientras que otros prefieren orientación práctica. La psicóloga Jessica Landogna enfatiza que "es importante ser empáticos; el sobrepeso es una enfermedad crónica y afrontar este desafío puede ser extremadamente difícil".
Para brindar un apoyo efectivo, es crucial ponerse en el lugar del otro y hacer la pregunta: ¿cómo te gustaría ser ayudado? Este enfoque no solo fomenta una comunicación abierta, sino que también permite que la persona se sienta comprendida y valorada en su proceso de cambio. La empatía puede ayudar a construir un ambiente de confianza donde el individuo se sienta seguro para expresar sus inquietudes y logros.
La relación con la comida es compleja y está profundamente arraigada en todas las culturas. Con ella, las personas generan recuerdos, sensaciones y momentos únicos que forman parte de su identidad. Modificar esta conexión no es una tarea sencilla y no se logra de un día para otro. Sin embargo, el simple deseo de implementar un cambio es ya un paso significativo hacia adelante. Es importante reconocer que este proceso puede incluir recaídas y momentos de duda, y que contar con un círculo de apoyo puede ser determinante para mantener la motivación y la constancia.
"Una persona con sobrepeso no se cura; se recupera", concluyó Jessica Landogna. Esta afirmación subraya la importancia de entender la pérdida de peso como un proceso continuo que implica no solo cambios físicos, sino también una evolución en la salud mental y emocional. La recuperación es un viaje que requiere paciencia y el apoyo de quienes rodean a la persona en su camino hacia una vida más saludable.