David Lebón: “El rock no ha muerto: recién empieza”

“La banda está bien, estamos de buen humor, a pesar de todo lo que pasa en el mundo”, dice David Lebón, antes de su visita a La Plata. “Hay que siempre tratar de estar feliz, para darle esa felicidad a ustedes y que ustedes me la devuelvan a mí, así estamos a mano”.

Con esa misión llega Lebón al Teatro Argentino el viernes, con los clásicos de su cancionero y con un disco nuevo bajo el brazo, “Herencia Lebón”.

Es un buen momento, confiesa. Un momento productivo, de disfrute y creación: es su cuarto disco en ocho años, después de un silencio discográfico de 13 años. “Los silencios suceden solos, no es una cuestión que uno piensa”, cuenta en diálogo con EL DIA sobre ese parate. Aunque esboza una explicación: “Yo estaba en Mendoza, estuve 12 años allá, y no había nada, no había compañía, no había estudio, no había cómo hacer. Yo soy cabeza dura, vasco francés, me seguí quedando porque hice amigos, formé una banda… Pero me di cuenta que era porteño, que tenía que volver a la ciudad, y a partir de ese momento empezó a pasar de todo”.

Parte de la historia grande del rock nacional, Lebón tocó con todos, Spinetta, Charly, Pappo (de las suyas, su banda favorita, dice, es Pescado, “por edad y por conocer a Luis -Spinetta-, con quien fuimos más que amigos: a veces siento a Luis rondando cuando toco”), pero con esa seguidilla de discos le llegó un reconocimiento, en términos de premios, una visibilidad, que quizás llega con años de retraso. El guitarrista concuerda, pero no sabe bien qué decir al respecto: “El destino no lo podés dibujar, viene sola. Así que trato de no meterme en mi destino: que sucede lo que suceda. Y estas cosas que pasan por algo pasan… No sé bien por qué, quizás por las ganas que tengo”, dice.

De todos modos, el afecto de la gente siempre estuvo, sigue Lebón. “La gente te quiere, se acuerda, te perdona todo mientras seas una buena persona. Yo, además, nunca me fui de Argentina, ni siquiera en los 70, cuando me dijeron que si no me iba me iban a hacer esto y aquello… Y me hicieron esto y aquello, pero igual me quedé, no tenía dónde ir, y no tenía por qué irme. Después me di cuenta que era peligroso”, se ríe. “Y yo abrí para Clapton, fenómeno, pero a mí me encanta mi gente, es tan educada, tan buena onda, a pesar de todos los quilombos que tenemos”.

“Este es un país muy rico, tenemos una mina de oro en el corazón. A veces tenemos las bolas llenas de las boludeces que vemos: un chico de 10 años te arregla el país en 10 minutos”, se queja Lebón. “Yo a veces dejo la tele prendida, y veo que pasó esto, aquello… pero hay otras cosas en la vida... No hay que discutir: Boca y River son equipos, no es Argentina contra Argentina. Ya lo vimos con lo de Malvinas: yo abrazaría a algunos de los ingleses que vistieron a los pibes, los bañaron, les dieron de comer, porque se dieron cuenta que no sabían tirar un tiro. Mi vieja estuvo en la Guerra Mundial, y ella me contaba ‘hijo, la guerra es la guerra: no hay una línea, donde te encuentran te pegan un tiro’”.

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Lebón elige seguir, y de hecho, ya prepara otro disco, que será “otro Lebon, otra cosa. Un Lebón abuelo”, anuncia. Los años no vienen solos, pero para bien, cuenta: “Se ha vuelto natural componer: no es que lo haga rápido, es que sin esfuerzo puedo componer un tema que le gusta a la gente, me sale naturalmente, desde adentro”.

Un adentro, dice, donde resuena, asoma, respira lo sagrado: “Siento que Dios está dentro mío, viaja conmigo, cuando yo compongo compone conmigo: por eso me regaló lo que tengo. No creo que sea casualidad, creo que dijo ‘a este chico le vamos a dar esto porque no va a trabajar’”.

El Lebón abuelo se siente bárbaro: compone, sube al escenario, acaba de participar del nuevo disco de otro veterano, Charly, “mi amor, mi hermano”. De “La lógica del escorpión” y de Charly dice que “él pasó por un momento complicado, y está subiendo la escalera todavía: lo más complicado es no poder cantar y componer, es horrible. Es como perder una pierna, sabés que vas a tener que hacer un esfuerzo para caminar. Pero lo hizo, caminó. Y la gente lo ama, porque conoce toda su historia: es un familiar nuestro, Charly es nuestro”.

Lebón, además, se reunirá con otros de sus hermanos en mayo, cuando en el marco del Quilmes Rock sea parte del homenaje a Serú Girán que apareció por sorpresa en la grilla del festival. “Todos dijimos que sí. La última iba a ser la que fue”, dice, sobre aquel “Serú 92”: “después de esa, Pedro empezó a viajar por otros países, Moro falleció… pero va a estar Juancito, que es el hijo. Y, bueno, creo que la gente que se merece uno más”.

¿Otra vuelta nostálgica que confirma la tan mentada agonía del rock? “El rock no ha muerto: recién empieza”, disiente Lebón. “Charly dice que Los Beatles inventaron a la juventud y estoy de acuerdo: fue una manera de decirle a los chicos que salgan a buscar. Y los chicos van a seguir buscando: yo veo buenas bandas todo el tiempo, pibes que ponen todo, inventan cosas. Así que esto sigue, y va a seguir por muchos años”.

“Se ha vuelto natural componer, sin esfuerzo puedo componer un tema que le gusta a la gente, me sale de adentro”