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Opinión |Panorama bonaerense

El quiebre en el corazón del kirchnerismo, preguntas y espejos donde se refleja Axel Kicillof

El quiebre en el corazón del kirchnerismo, preguntas y espejos donde se refleja Axel Kicillof
José Picón

José Picón
jpicon@eldia.com

19 de Octubre de 2024 | 20:51

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Los recuerdos van y vienen. Las figuras de los santacruceños Sergio Acevedo y Daniel Peralta se entrecruzan con Daniel Scioli. Todos ellos sufrieron, de una u otra forma, la ira del kirchnerismo cuando fueron gobernadores. Axel Kicillof parece, por estas horas, un integrante más de esa lista de dirigentes a los que el espacio que ahora lidera Cristina Kirchner terminó por bajarles el pulgar.

La ex presidenta acaba de tildar de traidor a Kicillof, el hijo político al que llevó primero al ministerio de Economía y luego hasta la Gobernación. Ha decidido romper con él. “Entre los dos hijos, el biológico y el político, se quedó con Máximo”, leen en estas horas de turbulencias funcionarios bonaerenses. Cristina Kirchner no toleró ciertos gestos de independencia política que el mandatario bonaerense ensayó en los últimos tiempos bajo el ala de su proyección nacional. En el kirchnerismo sostienen que la gota que rebalsó el vaso fue la falta de un apoyo explícito y contundente a la candidatura de la líder del espacio para presidir el PJ nacional.

Hay dirigentes del kirchnerismo duro que interpretan que el quiebre es mucho más profundo. “La pelea de Axel no es con Máximo, es con la propia Cristina”, dicen.

Las referencias bíblicas que utilizó la ex presidenta para referirse a Kicillof -habló de Judas y de Poncio Pilatos- no dejan lugar a dudas: decidió ubicar a su antiguo protegido fuera de los límites de su esquema político. Por poco, en el destierro.

El quiebre es notorio. Cerca de Kicillof reconocen que se los empuja fuera del kirchnerismo, pero al mismo tiempo dicen que no serán ellos los que se vayan. “En todo caso, será una ruptura unilateral”, sostienen. Y añaden: “somos kirchneristas”.

Buscan, además, quitarse responsabilidades por la reacción intempestiva de Cristina. “Hagamos lo que hagamos, esta es una decisión que ellos la tenían tomada desde hace un tiempo”, afirman. Creen que hay un punto de inicio de esa eventual decisión en el acto que Máximo Kirchner encabezó en el club Atenas de La Plata donde disparó un rosario de filosas críticas hacia la figura del Gobernador. Lo que llegó después, dicen en el kicillofismo, es parte de lo mismo.

Las acusaciones cruzadas, fluyen. El kirchnerismo sostiene que Kicillof trabajó en apuntalar a Ricardo Quintela para que el riojano llegue a la presidencia del PJ que ahora busca Cristina. En la Gobernación responden que lo hicieron mientras Quintela corría solo esa carrera.

“Acá no hubo traiciones. Quintela tuvo el OK del kirchnerismo a través de Parrilli y Máximo para empezar a recorrer el país. Incluso Parrilli y la senadora Juliana Di Tullio estuvieron junto a Axel en el acto de jura de la Constitución de La Rioja, que fue un empujón más robustecer esa candidatura”, retrucan desde la Provincia. “Ahora pretenden que se baje por un tuit. No lo pueden felpudear así”, añaden.

Kicillof decidió romper ayer el silencio luego de recibir la crítica metralla de la ex presidenta. Fue a través de un comunicado en el que, de alguna forma, terminó por reconocer el quiebre. Reclamó la unidad en el peronismo, es cierto. Pero también cuestionó la forma de construcción política que ensaya Cristina. “La lógica del sometido o traidor es una lógica que entró en crisis y que viene causando malos resultados. Pareciera que no se registra del todo lo que está pasando en el país y en nuestra fuerza política: hay enojos, diferencias y desacuerdos. Esos reclamos, esos enojos deben ser escuchados con humildad y de ninguna manera pueden ser descalificados como signos de traición”, retrucó.

Ese pensamiento público es la traducción prolija de lo que los funcionarios de confianza de Kicillof detallan en privado: “Antes de ser un presidente escribano, Axel se va a la casa”. El mandatario resiste ser un nuevo Alberto Fernández, electo por el dedo de Cristina. “Nosotros no somos Rodríguez Larreta o Massa que desde siempre quisieron ser presidentes”, añaden.

El escenario de quiebre ahora abre interrogantes centrales. ¿Cómo seguirá adelante el gobierno de Kicillof con una Legislatura en la que no tiene prácticamente espadas amigas? ¿Cómo gestionará proyectos clave como el Presupuesto que debería votarse antes de fin de año? ¿Y el gabinete donde La Cámpora tiene varios ministros? Cerca del Gobernador dicen que no correrá a nadie porque sostienen que la gestión va por el buen camino. Tampoco creen que habrá renuncias. “Los muchachos ya demostraron, en el gobierno de Alberto, que no sueltan los cargos”, dicen con ironía. Otra señal de la crisis desatada en el corazón del kirchnerismo.

 

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