Una mujer denunció la aparición de la Llorona en la zona de la ruta provincial 21, Camino a San Agustín, departamento Cerrillos.
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Una mujer denunció la aparición de la Llorona en la zona de la ruta provincial 21, Camino a San Agustín, departamento Cerrillos.
El hecho no solo quedó en una simple anécdota sino que, la protagonista de la macabra experiencia, expuso formalmente el tema en una dependencia policial, por lo que tomó a intervención la fiscalía de turno.
De acuerdo a los relatos, la testigo caminaba a la vera del camino. La noche estaba apacible y hasta algo cálida, a consecuencia del Viento Norte. Eran las 20.30 la última vez que miró el reloj de su celular. De repente sintió un grito espeluznante y vio la figura de una mujer vestida de blanco. Fue espantoso, señaló. Y huyó rápidamente del lugar. Piensa que pudo tratarse de un espectro, aunque no pudo definirlo de forma clara.
Los alaridos eran como los de una persona asustada.
La justicia habría instruido a los efectivos para realizar averiguaciones acerca de si alguien más vio o sintió los mismos gritos, en la zona mencionada, a fin de descartar que pudiera tratarse de otro tipo de hecho. También se realizaron patrullajes preventivos.
Según la tradición, la Llorona es el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos, que luego, arrepentida y maldecida, los busca por las noches, asustando con sus llantos y lamentos a quienes tienen la desgracia de toparse con ella.
En Cerrillos
Hace dos años, aproximadamente, Arnaldo “el Negro” Guevara aseguró haber sido protagonista tiempo atrás de una experiencia que calificó como paranormal.
El hombre vive a unos 4 km del casco urbano de la localidad de Cerrillos, camino a Rosario de Lerma, en una zona rural conocida como Tres Acequias.
Como todos los días, al terminar sus tareas en el pueblo, montado en su bicicleta rumbeó por la orilla de la ruta en una noche bastante oscura. “La verdad, no se veía nada, para qué le voy a mentir. De repente, una moto se me puso detrás. Pasaron más de 200 o 300 m y no me sobrepasaba. Me puse nervioso. Cuando me di vuelta el conductor me dijo que no me preocupara, que iba a alumbrarme un tramo más para facilitarme el camino”, describió Guevara.
“Pasando la entrada del camino a Las Blancas, en plena curva, sentí que el hombre se cayó, así que paré y lo ayudé a levantarse. Estuvo por unos minutos tratando de hacer funcionar la moto, que con el golpe se había parado. Una vez que la puso en marcha nos despedimos y siguió su camino. Hasta ahí todo normal”, contó el lugareño a El Tribuno.
Guevara detalló que se trataba de una persona de entre 40 y 50 años de edad, muy amable, que no le llamó demasiado la atención en aquel momento. Sin embargo, la mañana siguiente, como es habitual llegó a su lugar de trabajo, preparó un café, le echó un sobrecito de edulcorante y comenzó a hojear el diario del día. “Luego de recorrer las diferentes secciones, le ‘pegué’ una mirada al obituario. Es algo normal en los pueblos. Al dar vuelta la segunda hoja quedé helado. Se me erizaron los pelos. Había un recuadro bastante generoso con una foto, en el que se recordaba el primer aniversario del fallecimiento de un hombre. Era la misma persona que el me había alumbrado camino a Rosario”, aseguró en aquel momento el cerrillano, quien aún se muestra consternado cada vez que recuerda el episodio.
Guevara dijo que miró una y otra vez la fotografía, intentando en vano buscar una explicación racional a los hechos. Pero no la halló. Se trataba del mismo hombre, no había duda. La imagen era clara. “Mire -dijo el Negro Guevara- yo soy hombre de campo, acostumbrado a la oscuridad y al peligro. Ando tanto de noche como de día por todos lados. He lidiado con caballos bravos, vacas empaconas, toros malos y hasta con gallos de riña, y no le tengo miedo a nada, pero ese espanto todavía me hace estremecer”, aseguró.
La cosa no quedó allí, según acotó. Durante las noches siguientes Guevara pasó con recelo por la “bendita” curva, mirando de reojo a todos lados. Pero una tarde divisó en la banquina una grutita que le llamó la atención y se acercó. “Creer o reventar, era el mismo nombre publicado en el obituario. Era el hombre que me acompañó aquella noche y al que ayudé a levantarse. Fue una experiencia que nunca olvidaré”, concluyó Guevara.
Otros antecedentes
En el mismo lugar de Cerrillos, el dirigente político salteño y ex diputado nacional Javier David, vivió también una experiencia paranormal.
Tiempo atrás, cuando regresaba una noche de la ciudad de Rosario de Lerma por la ruta 23, poco antes de llegar al cruce con el camino a Las Blancas vio la imagen fantasmagórica de una mujer vestida de blanco sentada sobre un poste, en plena banquina. Fue una experiencia espeluznante, recordó David en un programa de televisión.