El periodista Guillermo Panizza narró en sus redes sociales y también en su página web personal un dramático episodio que sufrió mientras viajaba en avión junto a su familia rumbo a unas esperadas vacaciones. “El 23 de julio de 2024 a las 4.32 quedará grabado en mi memoria”, destacó en la publicación en la que relató en detalle lo que vivió.
El cronista de Telefe Noticias partió desde el aeropuerto de Ezeiza con su esposa, Giselle, y sus dos hijas, Magui y Lola. Allí, según contó, se encontró con algunos colegas, como el periodista deportivo Gastón Edul y Diana Deglauy. Pero a las tres horas de que saliera el avión tan esperado, se desató en sí un episodio cardíaco.

“Habrán pasado poco más de tres horas cuando, dormitando, empiezo a tener sensaciones extrañas. Mucho calor, palpitaciones, náuseas. En pocos segundos, sentí como si me hubiera apagado, todo se puso negro, no puedo calcular cuánto tiempo, los recuerdos desde ese momento se tornan difusos”, comenzó contando Panizza.
“Mis movimientos convulsivos y los gritos despertaron a Giselle, mi pareja, y desde acá toda la referencia a la situación parte de su relato. El pedido de ayuda, un pasajero a mi lado que asiste —luego supe que era conocido de Rodolfo Barili—, la desesperación de mis hijas, dos médicos que acuden a mi asistencia. Me quejaba de un fuerte dolor en el pecho, me faltaba el aire. Atentas y eficaces, las azafatas acercan un tubo de oxígeno. Dos pasajeros médicos ordenaban el panorama e intentaban tomar una decisión. Personal de a bordo pide la presencia del comandante: había que resolver”, detalló a continuación.

“Erik Manuel Cabrera Castedo es un reconocido neurocirujano recibido en la UBA; Sergio Papier un prestigioso especialista en medicina reproductiva. Los dos acudieron de inmediato al llamado de las azafatas. Los dos me asistieron, contuvieron a mi familia, nos ayudaron en la urgencia. Fueron ángeles de la guarda, apariciones benditas en un momento dramático. Un Dios aparte que ellos viajaran en el mismo vuelo y acudieran como lo hicieron, solidarios, ejemplares, enalteciendo su profesión, poniendo sobre todo el valor de ayudar a los demás”, narró Panizza.

 

“Erik no dudó en pedir el aterrizaje de emergencia en el aeropuerto más cercano. El médico boliviano estampó su firma y aportó su matrícula profesional para avalar el aterrizaje. Los pilotos de Aerolíneas pusieron todo lo suyo: acabábamos de pasar Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, dispusieron el giro en 180 grados, pidieron prioridad a la torre de control y en solo 15 minutos lograron aterrizarme”, continuó el periodista.

“Me dolía el pecho y me faltaba el aire. Cuentan que mi hija menor lloraba desconsolada y la mayor se descompuso. Estaban en shock. Aterrizamos. No tengo mucha noción del tiempo. Sí, supe que Erik le dijo a Gise que me lleven ‘sí o sí’ a la Clínica de las Américas, la más cercana al aeropuerto. Ella me acompañó en la ambulancia, mis hijas detrás en un taxi gestionado por el personal de Aerolíneas Argentinas, con las cuatro valijas de mano. A la situación desesperante se le agregaba la incertidumbre de encontrarnos en un país extranjero”, contó también. “4.32 de la madrugada del martes 23 de julio, mi nueva fecha de cumpleaños”, sintetizó acerca de lo vivido.