Llega agosto y las antiguas costumbres se hacen sentir. Se trata de la primera temporada agrícola en el mundo andino, según las comunidades originarias, y el momento en que la Madre Tierra o Pachamama “abre la boca” para alimentarse.
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Llega agosto y las antiguas costumbres se hacen sentir. Se trata de la primera temporada agrícola en el mundo andino, según las comunidades originarias, y el momento en que la Madre Tierra o Pachamama “abre la boca” para alimentarse.
Es así que la gente presenta sus ofrendas: manjares regionales y dulces, bebidas alcohólicas, hojas de coca y cigarrillos. A esto se suma un sinnúmero de sahumerios, destinados a limpiar lugares cargados de ondas negativas. Brindan además, según la creencia popular, protección y generan una buena relación entre las personas.
Pero hay una ofrenda muy poco conocida, al menos en las zonas urbanas. Se trata del feto de llama disecado. También llamado sullu, en aymara. En Bolivia sostienen, que debe usarse en los rituales en los que la gente agradece y también pide prosperidad, amor, trabajo, familia y especialmente salud.
Este particular sahumerio, señalaron diversas fuentes a El Tribuno, pude costar alrededor de 40.000 pesos en Salta. Se desconoce su origen, pero muy probablemente llegue a estas latitudes desde el altiplano. Puede que su uso cause polémica, pero se trata de una costumbre ancestral que se mantuvo hasta esta época.
Los fetos de llama y se usan en Bolivia como ofrenda para Pachamama. Algunos también los usan para hacer rituales para causar el mal, como los brujos. Estos suelen comercializarse en el Mercado de Brujas, de La Paz, Bolivia.
La gran duda es dónde y cómo los obtienen los fetos de llama disecados. Según cuentan, los extraen de las panzas de las llamas que mueren preñadas o de aquellas que se carnean para el consumo, sin saber qué están esperando crías. En lugar de enterrarlas, las usan como ofrendas para devolverle a la tierra eso que “le pertenece”.
Por extraño que parezca, forma parte de esa cultura milenaria cuyos rituales se extienden hasta nuestros días.