500 dólares prestados y mucho rock: un editor joven, el sótano de un comercio y la revista que se volvió ícono de una generación
Daniel Ripoll cuenta cómo surgió Pelo, la primera revista argentina dedicada exclusivamente al rock, que se publicó el 4 de febrero de 1970 y permaneció en el mercado más de 30 años
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Daniel Ripoll tenía apenas 23 años cuando fundó Pelo, la biblia del rock argentino. Armó la redacción en el sótano de la mueblería de su padre. La inversión inicial fueron 1000 dólares: 500 le prestó su madre y otro tanto juntó con quienes serían sus compañeros de trabajo. Sin un centavo para publicidad, para promocionar la revista ideó una red de distribución propia. El primer número de Pelo apareció en los quioscos el 4 de febrero de 1970 y desde ese momento, se publicó de manera ininterrumpida durante más de 30 años. Pelo detallaba cada nueva banda, disco o concierto, una fuente ineludible de consulta para los amantes de un género musical incipiente. Algunos la llamaron “la biblia del rock”.
“Yo quería una revista que compraran los jóvenes, no los padres a los chicos. Se llamó Pelo porque era lo que nos identificaba y por lo que te llevaban preso en ese momento. Además qué odiaban los padres: ¡el pelo! Pero tuve un problema: todos los quiosqueros eran tangueros, entonces la escondían, no la exhibían demasiado. Hasta que en un momento, la demanda fue muy fuerte y no les quedó otra que colgarla, exhibirla”, dice Ripoll.
-Daniel, creaste la primera revista de rock del país, te imagino un fanático o mínimamente un joven rockero
-Noo... para nada, era un chico de clase media a quien un día, alguien le regaló un disco de Los Beatles y trabajaba de periodista, aunque lo mío siempre fue la edición.
Como muchos periodistas de la época, Daniel dio sus primeros pasos en el periodismo como cronista de fútbol en La Razón. “La verdad es que el fútbol mucho no me gustaba entonces y tampoco ahora. Así que de ahí pasé a Primera Plana y mi jefe era Tomás Eloy Martínez. Yo hacía informes sobre la juventud porque yo era un chico. En 1968, se creo una revista para la juventud me llamaron. Tuve una entrevista y entré inmediatamente como Secretario de Redacción de la revista Pinap. Era una revista pop, de moda... un poco argumental y promocional. Tenía 21 años”.
-Una enorme responsabilidad para alguien muy joven
-Yo había estudiado periodismo, y había tenido la escuela dura del periodismo que era hacer deporte los domingos con 360.000 ejemplares de tirada, ponían la última línea y salía el diario. ¡Había que tener un training! Porque ponían la última línea con la máquina andando. Por eso, hacer la revista me resultó fácil. Desde chico tuve vocación por el periodismo y por la edición. Yo me considero más editor que periodista y terminé como presidente de la Asociación de Editores.
La antesala: de una revista de moda al mundo del rock
En la revista Pinap, Daniel tuvo su primer contacto con la música. “Estaban Sandro, Palito Ortega, Leonardo Favio pero también noté que había otros grupos que estaban surgiendo: Almendra, Los Gatos, Manal, sentí que la cosa iba por ese lado y empecé a incorporar eso que se llamaba música beat a la revista. Primero en notas, sueltos chiquititos. Recuerdo que Rodolfo García, el baterista de Almendra, un día me dijo: “Vos fuiste la primera persona que puso ‘Almendra’ en letras de molde”, eso me demostró que yo estaba ahí, viendo lo que pasaba, para mejor la redacción de la revista estaba en la esquina del Edificio Kavanagh a una cuadra del Instituto Di Tella, ahí estaba el caldo de cocción de todo ese movimiento modernista porque tenían un laboratorio de música de experimentación y sonidos musicales”.
-Era un movimiento perseguido en esos tiempos
-Un día cayeron en el Di Tella y se llevaron a todos presos, 200 personas en fila india hasta la comisaría para averiguación de antecedentes. Eran gobiernos militares y la juventud y la modernidad eran sospechosas. El flower power solamente tenía mala prensa en los diarios, todo era un enorme prejuicio. Y al atisbo de un pelo largo o camisa floreada o minifalda ya eras sospechoso y te llevaban preso. Así que con Pinap, organizamos el primer festival de música masivo y al aire libre porque se necesitaban espacios para esta música que era muy perseguida. Y el festival fue rockero, ahí debutaron Almendra y Manal. Fue en el Anfiteatro Municipal Rio de la Plata que estaba al lado de la Facultad de Derecho (Figueroa Alcorta y avenida Pueyrredón).
Aquel noviembre de 1969, entre las bandas tocaron, además de Almendra y Manal, Los Gatos, La Barra de Chocolate, Los Mentales, Litto Nebbia, Conexión Nro.5 con Pappo y La Cofradía de la Flor Solar, entre otros. “Había un mito urbano que decía que Charly García había tocado, pero el otro día me lo desmintió Nito Mestre, y yo aproveché y le desmentí a él eso que decían que Sui Generis no había sido tapa de la revista Pelo, fue más de dos veces... nos reímos mucho”, cuenta.
-¿Y que repercusión tuvo el festival?
-Fue un éxito, pero a mí me despidieron. A la directora de la revista no le gustó el festival porque sintió que estaba muy volcando a la música rockera y me echaron con otros dos chicos. Yo ahí dije “voy a hacer una revista” y ellos dijeron que venían conmigo.
El nacimiento de un ícono del rock
-¿Cómo lograste armar una redacción?
-Yo sabía cómo hacer una revista, cómo se distribuía, sabía todo, solo me faltaba algo de dinero y el lugar. Así que le pedí 500 dólares a mi vieja, que no eran los quinientos dólares de hoy, y mi viejo me prestó el sótano de un comercio que él tenía en la calle Independencia, mi familia tenía mueblerías. Entre todos los chicos se juntaron otros quinientos dólares y el 4 de febrero de 1970 salió la primera edición de la revista Pelo.
-¿Cuántas revistas hicieron para la primera tirada?
-Salieron 12.000 ejemplares. Para tener una idea, Primera Plana sacaba 45.000. Pero los primeros números no se vendieron muy bien... de hecho, no se vendió casi nada.
-¿Cómo lograron incrementar las ventas?
-Inventé un truco. Cuando trabajé en Pinap me habían escrito muchos chicos y yo tenía esas cartas, entonces les envíe una carta a cada uno contándoles de la revista que iba a salir y les dije que si contestaban mi carta con la dirección de 10 amigos, le íbamos a enviar un regalo como respuesta y a los pocos días tenía un montón de direcciones... Era una época distinta, teníamos una dinámica diferente, yo no sé cómo lo hice. No teníamos plata para publicidad, todo lo hicimos con el boca a boca.
El primer BA Rock
Ese año, a la par que salió Pelo a la venta, Daniel sintió que era el momento de sacar a la luz a ese movimiento que crecía entre los jóvenes, marginado por la sociedad. “Teníamos mala fama. Mucho prejuicio con el tema de los hippies y las drogas. Y nos faltaba un espacio, un lugar, porque capaz que las bandas conseguían un teatro un domingo a la mañana o trasnoche. Así surgió la idea de hacer un festival e hicimos BA Rock en el velódromo municipal con 30 bandas”, cuenta. El título oficial fue Festival de la Música Progresiva de Buenos Aires, duró cinco días y comenzó el sábado 7 de noviembre de 1970, el mismo día que Carlos Monzón fue coronado como nuevo campeón mundial de boxeo tras vencer a Nino Benvenuti por nocaut en el Palazzo dello Sport, en Roma.
-¿Cómo lograron juntar 30 grupos para que tocaran durante los cinco días que duró el festival?
-Eran todos los que habían y si no los inventamos (risas). Armamos grupos entre los conocidos para hacer el festival, uno se llamaba Bola de Ruido y estaba Héctor Starc.
-BA Rock fue el primer festival de música rock del país, ¿cómo fue la experiencia?
-Esperábamos un poco de gente, pero cuando empezamos a ver las tribus que bajaban del ferrocarril San Martín que venían de Quilmes, Bernal, Lanús, gente que capaz era la primera vez que venían a los bosques de Palermo, no lo podíamos creer. Hubo como 20.000 espectadores, fue un éxito. Fue el poder de la difusión subterránea.
-Y lo más importante es que ya nadie podía negar la existencia del movimiento.
-Claro, me acuerdo que la revista Gente hizo una nota que firmó Rolando Hanglin que era hippie. También salió en la revista 7 días. Fue nuestro Woodstock y al año siguiente lo repetimos.
-¿Cobraban la entrada? ¿Ganaron algo con el festival?
-Muy poco, pero a mí como revista me servía producirlo porque me abría el espectro de lectores, y a los músicos les servía para difundir su música. Ganamos todos.
“Nos volvimos un poco fundamentalistas del movimiento”
-¿Cuánto tiempo funcionó Pelo en el sótano de la mueblería?
-Un par de meses. De ahí nos fuimos a Tucumán 141 y luego pasamos por otros lugares hasta que en los 80 compré mi propia redacción.
-Y siempre dedicada solo al rock.
-La revista se dedicó primero a la música beat, música beat es por el latido: bom.. bom... dicen que está relacionado con el latido del corazón de la madre cuando el bebe está en el vientre y por eso resulta familiar. No sé, tiene lógica. De la música beat pasamos al rock y dejamos de lado toda toda la otra música que era complaciente con el sistema como el Club del Clan o Palito Ortega, esto era algo que sentimos que teníamos que defender y nos volvimos un poco fundamentalistas.
-¿Por qué sentían que tenían que defender el rock nacional?
-Porque en esa época, además de toda la movida hippie, empezaron a decir que éramos extranjerizantes y justamente el rock nacional fue el único movimiento en el mundo que fue auténtico con su país, solo podía cantarse en castellano y los músicos eran cantautores, es decir ellos componían y cantaban lo que escribían. No había una ley escrita sobre eso, pero era así, y todos los que cantaban otra música eran intérpretes. Así surgió el rock nacional y se extendió así en el mundo por años, el rock nacional que se escuchaba en Colombia no era nacional porque era de ahí, era nacional haciendo referencia a la Argentina. Y todo esto surgió bajo la bota militar, por eso fue muy difícil para los chicos del rock. Ellos querían componer bien, grabar bien, no querían hacer un disco en una semana y todo eso costaba mucho dinero, entonces les cerraron muchas puertas. En ese tiempo se abrieron algunas editoriales independientes como Mandioca o Jorge Álvarez que también dejó la edición de libros para dedicarse a la música... yo creo que desde mi lugar fui uno de ellos.
-¿Cuáles fueron los dos representantes por excelencia del movimiento?
-Creo que el escalón más alto en la lírica lo puso Luis Alberto Spinetta y en la música Nito Mestre, los dos son músicos compositores muy buenos... no sé si hoy hay de ese nivel.
-¿Cuál era el criterio para decidir qué grupo salía en la revista Pelo?
-Se empezó a hacer como una cofradía. Era una especie de filosofía artística cultural que estaba entrelazada entre, vamos a decir, “100 agitadores culturales” que eran los músicos, los editores de discos independientes, yo y los periodistas. Éramos un grupo que se dedicaba al tema porque la radio no te pasaba un disco, en la televisión no te llamaban nunca, los diarios hablaban solamente mal, las productoras te cerraban las puertas y no había un lugar donde hacer los conciertos, entonces el embudo era la publicación de Pelo. La redacción de Pelo se convirtió en la guarida donde los músicos iban a enterarse de las novedades del mundo y a la vez, era un lugar de encuentro.
-La revista se público durante más de 30 años, ¿hubo algún momento en el que dijiste ‘no va más’?
-En el año 72 o 73 la justicia me cerró la revista. Ese día yo estaba en la redacción. Y la cerraron porque debía un pagaré al fotocromista que hacía la portada... Me atrasaba en los pagos, andaba a los tumbos. Ese día dije se terminó, esto no es “hippismo” tengo que hacerlo de manera profesional y me puse al día con todas la cuentas, porque me pregunté de qué vale que haga una buena revista si después no la voy a poder sacar. Con esa premisa la revista duró 35 años, la hice profesional y también saqué otras revistas de salud, psicología, fascículos de historia...
-¿Pelo también se publicó en otros países?
-Sí, en México, Uruguay, Bolivia, Perú, Chile y Venezuela. La misma que salía acá salía en esos países, a veces hicimos alguna edición especial, pero era la misma.
En la tapa del primer número de la revista Pelo aparecieron los hermanos McCartney, Paul y Mike, el menor del músico de The Beatles, integrante del grupo The Scaffold originado de Liverpool. Daniel recuerda que la edición número ocho, con “un informe completo” sobre Creeadence Clearwater Revival y el anuncio de la separación de Almendra, vendió 40.000 ejemplares y fue la más vendida. “Pelo fue una revista de registro, durante mucho tiempo dio cuenta de todo lo que pasaba en el mundo del rock, cada recital, cada disco, cada armado de grupo, cada fallecimiento... toda la historia del rock”, explica.
“No quisimos ser una revista complaciente”
-En una entrevista, Pappo supo decir que a él en la revista Pelo le daban “con un caño” y se mostró enojado, ¿qué sucedió?
-Con Pappo éramos íntimos amigos, la revista está llena de publicaciones sobre él y Pappo participó en todos los festivales, Riff, el grupo de Pappo, debutó en BA Rock. Él hasta me recomendaba músicos. No puedo entrar en detalles, pero yo con él no tuve ningún problema... yo hasta lo auspiciaba en los autos y cosas así.
-Entonces, ¿cómo se explica lo que dijo?
-Yo venía de un periodismo de los años 60 y 70 donde el periodismo de revista era complaciente, sobre todo el de espectáculos y yo no quise hacer una revista complaciente... Pelo nunca fue una revista complaciente, si estaba mal estaba mal y si estaba bien estaba bien, y si te parecía que estaba mal lo decías y a lo mejor te podías equivocar, pero no porque hablara de un artista tenía que hablar bien siempre. La revista tenía una posición, una opinión, una ética y una conducta. Seguramente lo de Pappo fue un mal entendido, hubo centenas de malos entendidos. Pero también hubo enfrentamientos como ocurre con cualquier diario o revista cuando dice lo que tiene que decir. Porque cuando vos decís lo que tenés que decir algunos huevos rompés.
-Pasaron más de 50 años de la primera edición de Pelo y aquella premisa de un periodismo “no complaciente”, ¿cómo ves hoy al periodismo?
-Hoy el periodismo es promocional, excepto que se peleen por cosas de bambalinas, chismerío, pero nunca hay peleas porque la obra estuvo mal contada o que la escenografía era deficiente...Si no escuchemos las críticas de los conciertos o festivales... ¡son todos bárbaros! Nosotros, en ese festival internacional que se hizo en el país -cuando vinieron a compadecerse por lo que nos había pasado-, estuvimos en contra y lo criticamos del primero al último porque nos pareció ofensivo para la Argentina que dejaran subir un minutito a Leon Gieco y tres segundos a Charly García. Y si venían artistas internacionales no por el hecho de que lo fueran les íbamos a lustrar los zapatos. Nosotros hacíamos periodismo, no promoción. Así como Vargas Llosa hace la pregunta ¿En qué momento se jodió el Perú?, yo me preguntó ¿Cuándo se jodió el periodismo? Creo que fue cuando empezaron a tallar las agencias de prensa. El periodismo es complaciente por el papel de las agencias de prensa que hicieron que las notas sean pactadas, todo edulcorado como ellos quieren y no como los periodistas tienen que ver...
-Desde 1970 y durante 30 años Pelo estuvo en el mercado, aún en los momentos más complicados del país, ¿nunca se dejó de imprimir?
-No, a pesar de que era una Cultura Alternativa no la cerraron, pero había censura previa. En el tiempo de la dictadura, todas las revistas tenían que ir, antes de su publicación, a la Secretaría de Prensa, en la Casa Rosada. Inclusive, yo un tiempo estuve exiliado y la revista siguió saliendo.
El exilio
Además de Pelo, Daniel estaba a cargo de la revista Mad Magazine, una revista de humor norteamericana que cerró en 2018. Cuando apareció en la Argentina vendía tres millones de ejemplares en los Estados Unidos. En la tapa salía una caricatura de un joven llamado Alfred Neuman. “Un día salió un chiste sobre la iglesia y la puja entre los curas progresistas y los conservadores y por eso me llevaron detenido. Vinieron a buscarme con un Falcón a la redacción. Me llevaron y cuando se enteraron que era el director de Pelo fue peor. Después por controversias entre la iglesia y el ejército me liberaron. Me llevaron a la alcaidía de Policía y me pusieron con Jacobo Timerman, el director de la revista Primera Plana donde yo había trabajado. Por supuesto que él no me conocía, pero me dijo: “Cuidate pibe, porque cuando te liberan por derecha, te van a chupar por izquierda”. El día que me dijeron “Ripoll afuera” se me congeló el corazón porque yo no sabía ni por qué estaba. Después me enteré todo y que había sido el Monseñor Laguna quien levantó el teléfono, el que se decía democrático, y llamó a Harguindeguy, el ministro del Interior”.
-¿Qué hiciste cuando saliste?
-Fui a un bar que está en Santiago del Estero y Medrano, al que recién pude volver hace dos años a tomar un café porque lo tenía cruzado, y llamé a mi vieja. Me llevaron a un departamento donde estuve unos días, me consiguieron un pasaporte y me fui a los Estados Unidos a agradecer a William Games el director internacional de Mad porque me habían puesto abogados que, obvio, no les dieron ni bola. En Nueva York me recibió Jorge Álvarez (productor discográfico) que ya se había ido. Me acuerdo que cuando me vio me dijo “¿Saliste de la jaula y querés volver a entrar? ¿Trajiste solo esta valijita?” Estuve exiliado dos años, entre Nueva York, París y Brasil, ahí saqué una revista. Mandaba cosas de allá para acá y trabajé para un diario mexicano. La pasé muy mal en el exilio porque había muchos rumores de las cosas que ocurrían en el exterior con los argentinos y a pesar de que yo era un perejil éramos todos sospechosos.
-¿Cómo logró Pelo permanecer más de 30 años en el mercado?
-Yo sí que se la debo al público porque teníamos poca publicidad. Siempre que me encuentro con alguien que me reconoce y me cuenta que compraba la revista le digo: “te debo varios cafés” porque fue gracias a la gente, a su fidelidad que la revista estuvo tanto tiempo en el mercado. Y además, se convirtió en un ícono del periodismo de cultura, que aún hoy, después de tantos años, sigue siendo fuente de consulta.
-¿Cómo fue final de la revista?
-Yo llevé mi barco al desguace. Había estado editando en España y me di cuenta de cómo venía la ola del tsunami, que acá iba a llegar más tarde, pero también me iba a llevar puesto. Así que dije: “muchachos el papel no va más”. Cerré todo ordenadamente, la desactive sin conflictos. Al principio lloraba y me encontraba con gente que capaz eran profesionales y me decían que habían empezado a “pensar” leyendo la revista y eso me conmovía, saber que la revista te despertaba una chispa en lo que a vos te gustaba.
-Ahora, ¿sos fanático del rock o en casa de herrero...?
-Escucho algo, no todo. Me gusta escuchar un poco de todo, no soy un tipo sectario. Yo tengo sobredosis de rock y cuando eso pasa... no soy fan, yo soy editor. La gente cree que yo sé muchísimo de rock, pero en realidad yo sé mucho de edición y tuve la fortuna de hacer una revista de rock que se convirtió en un clásico y que hoy, al estar digitalizada, sigue siendo consultada. Además, creo que el rock como nació va a morir porque el mundo evoluciona.
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