Los acontecimientos suscitados hicieron que los Granaderos permanecieran aislados del resto de las tropas sanmartinianas en Mendoza ante el temor de que la sublevación irrumpiera en sus filas.

La Gobernación Intendencia de Cuyo vivió en los primeros meses de 1820 un doble proceso, fulminante y definitivo, de fragmentación territorial y política que destruyó la "unidad eficiente" sanmartiniana.

Según Beatriz Bragoni se produjo una fragmentación política que permitió el ejercicio concreto de "soberanías independientes" para cada nuevo Estado surgido en Cuyo (proceso que llega hasta la actualidad) y también se inició una fragmentación territorial transformando las antiguas y efectivas jurisdicciones de las ciudades de San Juan, Mendoza y San Luis en el territorio soberano de nuevos Estados.

La clave del proceso de fragmentación cuyano fue el comportamiento diferenciado en 1820 de las tropas sanmartinianas que se encontraban en las tres jurisdicciones que se debatieron entre la sublevación y la obediencia.

La presencia de la mitad del Ejército de los Andes en Cuyo a comienzos de 1820 se debió a la particular dinámica político-militar imperante en el Río de la Plata y Chile en 1819. El General José de San Martín estaba involucrado en un juego de doble presión: en Chile se esforzaba para lograr el apoyo político, militar y financiero que le permitiera organizar una expedición al Perú tras haber derrotado a las tropas realista en la Batalla de Maipú, mientras que las autoridades del Gobierno Central del Río de la Plata había llamado a su ejército para combatir al federalismo artiguista y defender Buenos Aires. 

Ante esta difícil situación la respuesta de San Martín fue ambigua. Trasladó el menguado Ejército de los Andes, transformado ya en Ejército Unido pues lo conformaban tropas del Río de la Plata y de Chile, a la localidad de Curimón en el Valle de Aconcagua. Allí reorganizó el ejército en dos divisiones y realizó el traspaso de la cordillera de los Andes en el verano de 1819 de una de ellas. En Chile quedó una división al mando del Coronel José Gregorio de Las Heras, mientras que la otra división marchó a Cuyo quedando bajo el mando del gobernador intendente Toribio de Luzuriaga y del coronel Rudecindo Alvarado.

Cambio de planes

Ya estando en Cuyo, bajo distintas excusas la supuesta marcha hacia Buenos Aires y Tucumán no se realizó y San Martín ordenó que las distintas unidades de combate de la división se distribuyeran en las tres jurisdicciones cuyanas para su sostenimiento, recuperación y remonta. Así marchó a San Juan el Batallón Nº 1 de Cazadores de los Andes; en Mendoza permanecieron el cuerpo de artillería y los Cazadores a Caballo; y San Luis fue el destino del Regimiento de Granaderos a Caballo con sus tres menguados escuadrones. 

Estas unidades sanmartinianas tuvieron un comportamiento diferenciado a comienzos de 1820. En San Juan, el 9 de enero se sublevó violentamente el Batallón Nº 1 de Cazadores de los Andes, que depuso y aprisionó al Teniente Gobernador José Ignacio de la Roza y bajo la presión de su fuerza se produjo la proclamación de la independencia de la Provincia de San Juan el 1 de marzo. Luzuriaga desde Mendoza envió a parte de los Cazadores a Caballo al mando de Alvarado para intentar volverlos a la obediencia. Pero ante la actitud de resistencia y para evitar el sangriento enfrentamiento entre las propias tropas libertadoras, regresó a Mendoza el 14 de enero sin haber cumplido su objetivo. Esto motivó la renuncia de Luzuriaga como Gobernador Intendente el 17 de enero. Sin embargo, antes de su renuncia impartió instrucciones precisas sobre cómo debían actuar los Granaderos en San Luis.

A diferencia de San Juan donde los Cazadores se acantonaron en el Cuartel de San Clemente en el centro de la ciudad, quedando expuestos a las intrigas políticas locales, los Granaderos a Caballo marcharon en mayo de 1819 a San Luis y se instalaron en el Campamento de Las Chacras de Osorio.

De San Luis a Mendoza

Luzuriaga había dispuesto un dispositivo de prevención ante cualquier situación inesperada. De los tres escuadrones que completaron sus filas en San Luis, uno marchó a la Villa de Concepción de Río Cuarto en Córdoba con una doble misión: estar precavidos para evitar que las acciones militares de los federales artiguistas, que peleaban en el Litoral contra el Gobierno Central de Buenos Aires, irrumpieran en Cuyo y conseguir caballada fresca para el inminente paso de la cordillera a Chile. 

Este escuadrón de vigilancia en Río Cuarto, que estaba al mando del Capitán José María Rivera, secundado por el puntano Cornelio Lucio Lucero, fue el último en partir a Mendoza pasando por San Luis.

El 22 de enero pasaron por San Luis los últimos Granaderos que venían a marcha forzada desde Córdoba. Este escuadrón tenía órdenes de llegar lo más pronto posible a Mendoza para que, una vez reunidos los tres escuadrones, cruzaran de inmediato la cordillera hacia Chile. Durante estas marchas no se registraron mayores deserciones, pero como medida de precaución en Mendoza los Granaderos permanecieron aislados del resto de las tropas sanmartinianas ante el temor que la sublevación irrumpiera en sus filas.

De esta manera se puede asegurar que la partida del regimiento emblemático de San Martín desde San Luis se produjo bajo circunstancias extraordinarias, urgida por peligros concretos como la deserción y la sublevación. 

 

Por Guillermo Genini