Entre la bronca con el gobierno y la catarsis de militantes que aún no asimilan la derrota electoral a manos de Milei
Los manifestantes sindicales, políticos y sociales coincidieron en rechazar al gobierno libertario; expresaron su malestar porque les cuesta “llegar a fin de mes”; exculparon al gobierno anterior
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Por la Avenida de Mayo pasa corriendo un vendedor de hamburguesas, de esos que aparecen en cada manifestación. La particularidad del caso es que lo hace con un chulengo montado sobre la cabeza, pese a que contiene brasas ardientes. Escapa de la Policía de la ciudad, que busca hacer cumplir la orden de que no se prenda fuego en las inmediaciones de una marcha. Los efectivos lo dejan ir y desaparece al doblar la esquina, mientras el resto de los manifestantes aplaude la insólita escena. Fue una de las tantas postales que dejó la concentración de la CGT en la zona del Congreso.
La movilización fue protagonizada por una muchedumbre que tornó muy dificultosa la aplicación del protocolo antipiquetes del gobierno. La anécdota del vendedor ambulante escapista fue pintoresca, pero los momentos de mayor tensión se vivieron entre algunos manifestantes y policías federales en la puerta del palacio legislativo, cuando intentaron cortar la avenida Entre Ríos, lo que no estaba acordado con las autoridades porteñas. También hubo algunas corridas sobre la avenida 9 de Julio, cuando la fuerza policial intentó que no fuera bloqueado el Metrobus.
Según pudo constatar LA NACION, en el ánimo de los manifestantes se entremezclaron la bronca porque les cuesta “llegar a fin de mes” ante la disparada de la inflación, con una suerte de catarsis por la derrota electoral del peronismo a manos de Javier Milei. En ese contexto, las columnas de los sindicatos comenzaron a concentrarse desde las 9 y para las 11 la gran cantidad de personas que circulaban era indicio del fuerte malestar que un sector de la sociedad tiene respecto de la política implementada por el gobierno.

Las columnas llegaban en los diferentes medios de transporte. Desde la línea C del subte se pudo sentir el gesto cómplice de la maquinista, que solo anunciaba la estación Avenida de Mayo, donde había que bajar para iniciar la marcha. Las agrupaciones salieron de la formación arengando, cual partido de fútbol: ”Vamos que la patria no se vende”, cantaron. En la calle, la multitud que caminaba hacia el Congreso hizo que la aspiración de cumplir el protocolo se volviera una utopía.
Mientras algunos repartían volantes, otros vendían sándwiches de milanesa y los comercios intentaban permanecer abiertos, la gran mayoría marchaba a paso lento hacia el Congreso. No siempre se podía avanzar, ni siquiera por las calles laterales. “A vos te queda poco, peluca botón”, entonaba un grupo con banderas de Suteba Tigre.
Entre las bombas de estruendo y una tensión que se percibía en el aire, varios manifestantes se negaron a hablar con este medio. Ya en los bordes de la plaza del Congreso, unas chicas relajadas bailaban a ritmo de murga, en la columna de la agrupación Unidos por la Cultura: “Venimos porque estamos en contra del DNU y la ley ómnibus, porque pretenden modificar leyes de un saque, sin dialogar y sin evaluar el tiempo de trabajo que llevó cada una. Esta es una ley que lo que busca es favorecer la concentración. En Inglaterra ya se probó y fracasó”, afirmó una de ellas.
Leonardo Acosta, secretario adjunto de una de las filiales de la Federación de la Carne, dijo a LA NACION: “Es impresionante la cantidad de gente que está en la plaza, somos trabajadores y estamos acá siempre por lo mismo. Reivindicar a los trabajadores, cuidar y proteger nuestros derechos”. Y de inmediato advirtió: ”Esto es solo una muestra, sería necesaria una nueva jornada de paro que arranque a las 0 horas”.
Mientras tanto, los locales de comida tomaban actitudes diversas, algunos seguían abiertos, otros bajaban las persianas. uno de ellos, en la esquina de Avenida de Mayo y San José, impuso cupos en su interior y dejó ingresar a medida que iba saliendo la gente. Yanina, que atiende una casa de pastas que estaba vacía en la calle Sáenz Peña, comentó en tono lacónico: “Perdimos todo tipo de esperanza”.
El exdiputado de izquierda Luis Zamora, presente en la movilización, dijo a este medio: “No destaco solo el paro, sino las marchas, en todo el país. En Rosario fue impresionante. La legitimidad de un gobierno no se basa sólo en un resultado electoral. Hay otras expresiones y esto nos da fuerza, porque nos parece que se está jugando la vida del país en que el gobierno no avance con estas medidas”. Zamora agregó: “Tanto los políticos como la dirigencia sindical son responsables de la descomposición social que se está viviendo”.
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