Aprendizajes
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Todos tendemos al pensamiento mágico ahí donde nos sentimos vulnerables. Si en nuestro fuero más íntimo somos conscientes de este desliz, bueno, no pasa nada; nadie es perfecto y todos tenemos alguna cábala. Pero cuando una sociedad organizada cae en el pensamiento mágico, hay un problema grave. Desde el horrendo asesinato de Fernando Báez Sosa, toda vez que vuelve a haber una víctima de una agresión callejera, concluimos que “no hemos aprendido nada”. Pasa con muchos otros hechos incalificables; pasa que se reiteran independientemente de su exposición pública o de las condenas ejemplares para los perpetradores.
No, no aprendimos nada porque la educación es un lento y complejo proceso que involucra a la familia, la escuela, las instituciones, el discurso público, el clima social y una docena de factores más. Lleva generaciones construir la tolerancia, el respeto y la paz. Lleva unos pocos años perderlos. La justicia no puede cargar sobre sus espaldas, además de interpretar y aplicar la ley, la reconstrucción del tejido social. De eso somos responsables todos los adultos con nuestras acciones cotidianas, con los ejemplos que damos, con cada decisión. Y pasen la voz, porque este breve texto tampoco arregla nada.
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