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Información General |UN EPISODIO QUE IMPULSÓ LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD

Hace 30 años: “La tragedia de los bomberitos” conmovía al país

Fue la mayor catástrofe en las historia de los bomberos voluntarios en Argentina. Once adolescentes y catorce jóvenes murieron mientras combatían un incendio de pastizales en Puerto Madryn

Hace 30 años: “La tragedia de los bomberitos” conmovía al país

La víctima más joven tenía 11 años, las mayores, 23. Para ellos el cuertel de bomberos era como un club.

22 de Enero de 2024 | 02:47
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El más joven tenía 11 años y los más grandes no superaban los 23. Entre ellos había una pareja que iba a casarse el mes siguiente y dos hermanos de 14 y 22 años, el mayor de los cuales estaba por ser padre por primera vez. Para la mayoría de ellos la Asociación de Bomberos de Puerto Madryn era una suerte de club, un lugar donde aprendían, se divertían y al que se sentían orgullosos de pertenecer. Por eso fue que aquella tarde del 21 de enero cuando comenzaron a sonar las sirenas para atender lo que se suponía no era más que otro incendio de un pastizal, muchos se subieron al camión sin intuir que lo que hacían como un juego requería mucha más preparación para no volverse una trampa mortal.

Al cumplirse treinta años de la “tragedia de los bomberitos”, como se llamó entonces, sigue siendo la mayor catástrofe en la historia de los bomberos voluntarios en nuestro país. Once adolescentes y catorce jóvenes murieron al quedar atrapados en medio de las llamas y el humo de un incendio forestal. El hecho marcó un antes y un después en la estrategia para el manejo de este tipo de siniestros, pero sobre todo en la profesionalización de la actividad.

“A las 2 de la tarde comenzó a sonar la sirena grande del destacamento de bomberos, mi hijo se fue corriendo al cuartel pero nunca pensé que lo iban a llevar al incendio”, contó Ofelia Salinas, madre de Juan Enrique Moccio, fallecido a sus 15 años. Tanto él como el resto de sus compañeros salieron hacia al siniestro con mamelucos de tela, botas de goma y apenas unas palas para “sofocar” con tierra un incendio voraz.

La preocupación fue en aumento ese 21 de enero de 1994 conforme el incendio se prolongaba, el humo oscurecía completamente el cielo de la ciudad cuando todavía restaban horas de luz y los chicos no volvían.

“Por la noche, en el cuartel nos dijeron que nuestros hijos estaban todos a salvo en un puesto, pero eran todas mentiras. Ellos murieron pasadas las 6 de la tarde de ese mismo día y nosotros nos enteramos recién a las 9 de la mañana”, contó Salinas, quien reconoce que les mintieron a los padres por su propia seguridad. “Si nos decían la verdad nos íbamos a morir todos buscándolos. Nos avisaron cuando estuvo controlado el fuego y pudieron ver los cuerpos desde el aire”, agregó.

Ese 21 de enero hacía mucho calor en Madryn y el viento, traicionero, repentinamente aumentaba su velocidad o cambiaba de dirección. Así ocurrió varias veces afectando la extensión y virulencia del frente de incendio que se desarrollaba en un campo ubicado 12 kilómetros al oeste de Madryn, en las proximidades de la ruta nacional 3.

El fotógrafo José Luis Lazarte, autor de las fotos para el diario Jornada de Trelew que darían la vuelta al mundo, contó que al salir a la ruta para cubrir el incendio traspasó al segundo camión de bomberos y llegó al incendio “prácticamente con parte de los bomberos que perderían la vida” ahí.

El reportero gráfico hizo algunas tomas y se volvió a la ciudad a tiempo para entregar el sobre con las imágenes ya copiadas en la terminal para que las llevara a Trelew el próximo micro. “En esa época sonaba la sirena un montón de veces al día por los incendios de campos y para mí hasta ese momento era un incendio más”, recordó.

Pero cuando volvió a las 18 “era otra historia”.

“El frente era ya de muchos kilómetros, estaba la ruta cortada y nos sacaron porque como cambiaba el viento, era peligroso y no se venía absolutamente nada”, señaló.

Esa noche nadie durmió en Madryn y al día siguiente, desde temprano comenzó a ganar cuerpo el rumor de que los chicos seguían perdidos. No había nada oficial pero se hablaba de más víctimas y las 9 se fueron transformando luego en 12, en 15, hasta que finalmente se confirmó que fueron 25.

A Lazarte le fue encargado entonces seguir documentando la tragedia: el retiro de los cuerpos, el improvisado camión funerario que en su chasis llevó veinte de los féretros al velatorio en el gimnasio municipal, el cortejo al cementerio y el sepelio.

“Creo que nunca más veré algo similar al velatorio de los 23 chicos en el gimnasio municipal. Yo estaba acostumbrado a hacer ahí fotos de básquet, de gimnasia artística y de golpe ver todos esos ataúdes con todo Madryn rodeándolos y sumido en llanto, es una imagen que no me puedo borrar”, contó.

“No podíamos creer lo que había pasado, fue sin duda el día más triste de la ciudad”, agregó.

Para el actual presidente de la Asociación de Bomberos de Puerto Madryn, Gastón Alcucero, la tragedia se produjo por una “confluencia de factores” entre los que se cuentan los climáticos. Pero las muertes no habrían sobrevenido “si no se hubieran hecho mal algunas cosas tanto a nivel de quienes condujeron” el operativo “como de quienes debieron controlar la actividad”.

Lo cierto es que el hecho marcó “un antes y un después” en materia de apego a la normativa vigente -que por entonces ya prohibía la participación de menores-; pero también en el proceso de “profesionalización de la actividad”, con mejor preparación, infraestructura y equipamiento, apuntó Alcucero.

Además, aceleró el “cambio de paradigma” respecto a cuales son las técnicas para combatir estos incendios, en los que hoy se utilizan cortafuegos, contrafuegos y medios aéreos para circunscribirlos.

Hasta entonces “el reclutamiento de menores de edad era un hábito que atravesaba a todo el sistema a lo largo y ancho del país”, sostuvo Alcucero. “Lamentablemente nos tuvo que pasar a nosotros esta tragedia para que se dieran cuenta que esto no era un juego”, afirmó.

La preocupación fue en aumento al ver que se hacía de noche y los chicos no volvían

Las 9 víctimas se transformaron en 12, luego en 15, hasta que finalmente se supo que eran 25

 

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La víctima más joven tenía 11 años, las mayores, 23. Para ellos el cuertel de bomberos era como un club.

Un camión llevó veinte de los féretros al velatorio en el gimnasio municipal. Fue el día más triste en la historia de la ciudad/ José Luis Lazarte

El reclutamiento de bomberos voluntarios menores de edad era habitual en los `90 en todo el sistema a lo largo del país/ José Luis Lazarte

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