Inflación, actividad, dólar y empleo: qué pasará con las variables claves en 2024
Aunque aún hay muchas cuestiones por definirse, los economistas estiman que el recién iniciado será un año recesivo y con una suba promedio de precios que superaría a la de 2023; cuándo creen que podría comenzar a aliviarse la situación
11 minutos de lectura'


Con menos de un mes en la Casa Rosada, el presidente de la Nación, Javier Milei, ya impulsó drásticos cambios en la economía argentina, con liberación de precios, devaluación y una agresiva propuesta de desregulación, que concretó desde un proyecto de ley y un decreto de necesidad y urgencia (DNU), ya cuestionado ante la Justicia. El plan se da en un contexto de aceleración inflacionaria –los índices llegaron a niveles récord desde la última hiperinflación–, estancamiento y pérdida del poder adquisitivo de los ingresos, que anticipa tensiones e incertidumbre para el recién iniciado 2024.
¿Qué esperan los analistas que podría ocurrir, en cuanto a las principales variables de la economía?
Nivel de actividad
Para la economía, 2024 será, en líneas generales un año negativo. Más allá de algunos sectores que tendrán mejores condiciones o que lograrán recuperarse luego de 2023 –fundamentalmente el agro, después de los efectos de la sequía–, las proyecciones indican que la caída del nivel de actividad sería de entre el 2% y el 6% del producto bruto interno (PBI). Es el escenario de “estanflación” al que hizo referencia el presidente Milei, y que profundiza la tendencia ya registrada en 2023: la actividad comenzó a retroceder ligeramente desde septiembre, según los datos del Indec, y las proyecciones marcan un deterioro acelerado desde entonces.
“Estimamos que habrá una recesión, con el PBI cayendo 2%, producto fundamentalmente de la aceleración inflacionaria que impacta en el ingreso y en el salario real de los hogares. Con menor ingreso disponible, también por la suba esperada de las tarifas de los servicios públicos, hay menos dinero disponible para el consumo, que explica el 70% del PBI”, explica Santiago Manoukian, jefe de Research en la consultora Ecolatina.
De esta manera, el país completará el segundo año consecutivo de contracción, luego de la baja estimada del 2% para 2023. El trasfondo es el impacto de la sequía, la aceleración inflacionaria y la falta de dólares, compensada por el gobierno anterior con el incremento de la deuda comercial del sector privado. La incógnita, entre los analistas, es de cuándo será el piso de la caída y cómo será la evolución de algunas variables claves, como la inflación, la oferta de divisas y el flujo de las importaciones.
En este escenario, el consenso de economistas advierte que habrá un escenario contractivo, especialmente en el primer semestre, afectado por la caída en la demanda interna. “El Gobierno intenta recomponer el balance del Banco Central con dos cosas. Por un lado, reduce la cantidad de pesos que hay en la economía, y los está licuando; por el otro lado, compra divisas para fortalecer el activo. Eso se podría hacer con endeudamiento, que hoy no es posible ni en el sector público ni en el privado. Entonces la única que te queda para conseguir divisas es el saldo comercial. Y si bien van a crecer las exportaciones, necesitás que sean menores las importaciones y, para eso, necesitás que bajen los niveles de consumo e inversión. Por eso, todo este armado macro que está gestionando el Gobierno va a generar recesión”, afirma Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora Eco Go.
En ese escenario, Manoukian plantea que habrá diferencias entre rubros. “Habrá un desempeño heterogéneo, con algunos sectores que van a ser ‘amortiguadores’ de la caída por ser más dinámicos; principalmente, serán aquellos vinculados a las actividades primarias y con mayor inserción internacional, como la actividad agrícola, por el rebote tras la sequía y por una mejor cosecha este año, el rubro petróleo y el gas, la minería, la economía del conocimiento y el turismo receptivo”, completa el analista.
La inflación
Es el mayor problema de la economía argentina. El Gobierno heredó un proceso de aceleración del incremento de precios, con distorsiones y con diferentes velocidades entre rubros, e implementó un paquete de medidas inicial que lo agravó. “Queremos evitar la hiper”, planteó en varias ocasiones Milei, al justificar su plan de corto plazo, que llevó la inflación de diciembre por encima del 25%, según estimaciones privadas (el índice oficial del Indec se conocerá el jueves próximo). Hubo ajustes en el precio del dólar, de las naftas y de los alimentos, entre otros rubros.
A los confirmados aumentos de boletos del transporte metropolitano, se sumarán los de los servicios públicos. Será una vez que se concreten las audiencias públicas, que ya fueron confirmadas para este mes. El escenario proyecta algunos meses con una inflación por arriba del 20%, según las proyecciones de consultoras privadas. Y, si bien se descuenta que el alza del costo de vida será, al menos, similar al de 2023, los economistas trabajan con diferentes escenarios –optimistas y pesimistas–, según la evolución de diferentes variables claves en lo económico y lo político.
“Es difícil hacer proyecciones, porque la situación heredada es delicada. En un escenario base, asumimos que el Gobierno medianamente puede cumplir con su objetivo fiscal”, plantea María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos, cuyo relevamiento de precios arrojó un alza de 23,4% para diciembre. Hacia adelante, esperan más de 20% para enero y febrero, y una desaceleración hacia adelante.
“¿De qué depende la baja? De si el Gobierno logra tener éxito en que su programa genere confianza. Además, la caída de la demanda en algunos sectores, con precios que ya habían subido mucho, hará que se corrijan [los valores]. El ejemplo más claro de eso es la carne”, plantea Castiglioni.
Otras consultoras, como LCG, ubican a la inflación de 2024 en torno al 350%. “Es producto de un conjunto de cosas, como la inercia en aceleración en los últimos meses, el reacomodamiento de precios relativos debido a algunos rubros atrasados, el salto en el tipo de cambio oficial y cierta especulación en algunos rubros”, plantea Florencia Iragui, economista de LCG.
En Equilibra, en cambio, las proyecciones son menos auspiciosas, con un acumulado de 2024 que podría llegar al 500%. “Creemos que la inflación mensual será sostenida en 20% y que no bajará rápidamente”, dice la economista Lorena Giorgio, quien anticipa una tensión entre la dinámica de los precios, los ajustes en rubros regulados, la política cambiaria de devaluación (crawling peg de 2% mensual) y la recomposición de los ingresos. “La mayoría de los gremios acordaron subas de entre 10% y 15% en diciembre, y es lógico que, si la inflación va a ser de casi 30%, reabran paritarias y pidan algo más cercano a eso. Todo se alinea para que las variables nominales claves vayan convergiendo a esos números”, agrega la economista, quien advierte a su vez que la baja de la inflación debería venir de la mano de un plan de estabilización, que según los analistas consultados por LA NACION, podría darse en el segundo semestre del año.

“En el esquema de política económica planteado no hay nada que esté anclando expectativas, que le diga a los agentes que la inflación va a ser tanta. El Gobierno todavía no dice qué hacemos para que la inflación sea más baja. Ni siquiera habla. No dice nada. Porque todavía esto no es un plan de estabilización, sino un plan de consolidación fiscal y licuación que busca generar las condiciones previas”, afirma Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, quien advierte que un elemento clave para estabilizar sería la tasa de interés positiva en términos reales. “Es difícil pensar que la inflación sea este año más baja que el anterior, porque en el primer trimestre vas a estar cerca de 90%. Y si el plan de estabilización viene con un nuevo salto cambiario, eso hará que al principio baje más lento”, anticipa.
El dólar
No hay anuncios o una hoja de ruta formal del Gobierno más allá del corto plazo. Tras la devaluación inicial, que llevó al dólar a $800, se confirmó un plan de crawling peg de 2% mensual que, en la práctica ,implica una veloz apreciación del tipo de cambio oficial con el objetivo de incentivar la liquidación de exportaciones, con el objetivo de reforzar las reservas del Banco Central, cuyo saldo neto es negativo en más de US$11.000 millones. Las dudas entre analistas aparecen por el lado de la sostenibilidad de este plan, dada la aceleración inflacionaria.
“Creemos que el crawling peg de 2% es insostenible. En enero la inflación va a estar en torno al 25%, porque hubo suba de naftas, prepagas y otros precios claves, y a eso le sumamos un 20% en febrero, con subas de tarifas. En esa dinámica, llegamos a marzo con el mismo nivel de tipo de cambio real de julio de 2023, que fue cuando el FMI le dijo a Sergio Massa que tenía que devaluar o no se hacía el desembolso de US$7500 millones”, ilustra Giorgio, quien anticipa una aceleración de la tasa de devaluación o un nuevo salto discreto del tipo de cambio en los próximos meses. “No hay otra forma, además, porque necesitás que el campo liquide los dólares, y acumular divisas tanto para sostener el régimen cambiario, como para darles a los importadores. Y detrás de eso, hay aceleraciones de otros precios claves, como los salarios”, agrega la economista.
Según el informe de Latinfocus publicado el 13 de diciembre, el consenso de las consultoras privadas estima para fines de 2024 habrá un dólar oficial de $1469 y que el dólar paralelo estará en $2180 (la brecha quedará en torno al 50%), aunque la volatilidad y la incertidumbre juegan en el armado de las proyecciones, tanto por cuestiones económicas como por los factores políticos (la gobernabilidad, el conflicto social o la evolución en la Justicia de las medidas impulsadas por el Gobierno).

“Si todo sale bien, en lo cambiario debería tender a normalizarse el mercado, y hacia fin de año, sacar el cepo. Antes no creo que sea posible, porque te va a servir para acumular reservas. Hoy estás comprando divisas pateando la demanda de importadores, mientras se sigue endeudando el sector privado. Pero el talón de Aquiles del plan es la generación de confianza y la aprobación de todo el plan económico. Ese será el primer termómetro”, concluye Menescaldi.
El empleo
El final de la gestión presidencial de Alberto Fernández dejó un escenario con deterioro de los ingresos y con más personas activas en el mercado laboral, aunque la mayoría de los nuevos puestos generados se dieron en el sector informal y en el cuentapropismo, donde se cobran los ingresos que resultaron más perjudicados en el contexto de la aceleración inflacionaria. Al tercer trimestre, la desocupación había caído al 5,7% (se crearon 600.000 nuevos puestos), pero el deterioro del nivel de actividad desde entonces, que se profundizará en los primeros meses de 2024, no abre perspectivas de un cambio de tendencia en el corto plazo.
De hecho, las proyecciones de las principales consultoras marcan un deterioro del mercado laboral, con mayor caída en el poder adquisitivo y una ligera suba en la desocupación. “Todo el impacto va a pasar más por la cantidad. Deberíamos ver alguna suba en el desempleo, porque no vemos que los salarios sigan bajando mucho más. Al revés, deberían recomponerse, porque ya están bajos”, dice Menescaldi, quien estima un crecimiento del indicador por encima del 6,5%. “El nivel de empleo va a ser más bajo, y eso va a repercutir en una caída en la demanda y en el consumo”, agrega el economista.

Para Iragui, el mercado laboral será “inestable”, con una estimación de crecimiento de la desocupación hasta el 8% de la población activa, con más personas buscando trabajo. “Esperamos que la oferta laboral se mantenga en máximos, a partir de la necesidad de los hogares de complementar ingresos, dada la caída del poder adquisitivo, aunque el contexto de caída de la actividad podría dificultar las cosas. Además, hay que tener en cuenta las restricciones impuestas al empleo público”, dice la analista, en referencia a los anuncios del Gobierno de no extender contratos que comenzaron en el último año.
En este contexto, Caamaño afirma que lo que ocurra con los cambios planteados por el Gobierno en la regulación laboral podría ser determinante en cuanto a la evolución de los indicadores. “Con los cambios en los precios relativos, la apertura de la economía, que todavía no se hizo –al contrario, se cerró más– y la desregulación, habrá sectores en los que el empleo aumente y otros en los que caiga. Y, para que la destrucción que se genere en un rubro sea más rápidamente compensada en otro, tiene que cambiar la regulación. En la medida en que la reforma laboral no camine, eso será menos probable y habrá potencialmente más desempleo o más informalidad. Y en cualquiera de los dos casos, va a haber un impacto negativo inicial. La apuesta es cuánto tarda en revertirse” la situación, plantea el analista.
Otras noticias de Actividad económica
- 1
Alex Cohen: “Estamos en un momento donde no sabemos si seremos más humanos o más cyborgs”
- 2
El joven que comenzó a programar desde su casa en Lanús y competirá en el mundial de emprendedores
- 3
Oportunidad: dos empresas lanzaron créditos en pesos para hasta el 70% del valor de una maquinaria agrícola
- 4
“Comprá pesos”: el Bank of America recomienda a los inversores apostar por la moneda local
Últimas Noticias
Ahora para comentar debés tener Acceso Digital.
Iniciar sesión o suscribite